A estas horas ya para nadie es noticia el total y absoluto dominio de los belgas en el Mundial de ciclocross. Niels Albert, Rob Peeters, Kevin Pauwels, Tom Meeusen, Bart Aernouts, Klaas Vantornout y Sven Nys coparon las siete primeras posiciones, y eso que otros como los primos Vanthourenhout no pudieron acudir a la cita por el límite de participantes por selección.

foto: mtbs.cz

Porque lo cierto es que en el panorama mundial sólo se avistan dos hombres capaces de poner en entredicho la superioridad belga, Lars Boom y Zdeněk Štybar, quienes en tres de las cuatro anteriores ediciones habían sido la horma del zapato de los belgas. Boom ya está para otros menesteres, aunque Štybar, antes de dar el salto a la ruta tenía pensado un último asalto al arcoíris. Empezó fuerte a rueda de Niels Abert sacando unos metros al resto de de participantes y tenía ante sí la oportunidad soñada, un mano a mano contra uno de los belgas.

Pero pronto se vio que el checo no tenía demasiado gas y se refugió durante algunas vueltas en el grupo perseguidor de Albert formado por el resto de los flamencos y su compatriota Radomír Šimůnek. Štybar se dejó ir, pero Šimůnek comenzó su carrera por ser el primer no-belga. Tampoco es que tuviera excesiva competencia con los franceses Mourey y Chainel desaparecidos en combate y Štybar hundido, siendo el alemán Walsleben y el suizo Zahner sus principales rivales. Manejó con maestría su ventaja y se proclamó campeón del resto del mundo. Malditos belgas, de no haber sido por ellos hubiera igualado a su padre.

Realmente todavía le hubiera faltado algo para ponerse a su altura, pues Radomír Šimůnek padre, además del Campeonato del Mundo conseguido en Gieten en 1991 también cuenta en su palmarés con tres Superprestige y cuatro campeonatos checos. Fue una época anárquica y sin un claro dominador en el barro, Radomír Šimůnek se labró un palmarés más que aceptable, que sin embargo con la aparición en escena de su hijo parecía que pronto quedaría eclipsado a un segundo plano como pronto parece que quedará eclipsado el de Adrie Van der Poel.

El pequeño Radomír Šimůnek, tras un primer año en categoría élite en el que había sufrido a la prodigiosa generación belga encabezada por el todocampeón Sven Nys llegó al inicio de la temporada 2006/2007 con ganas de hacerse un sitio entre los grandes. No perdió el tiempo, y a finales de octubre, en Tábor, con 22 años consiguió su primera -y a día de hoy única- victoria en la Copa del Mundo. Ya tenía tantas como su padre.

El panorama era fantástico y mano a mano Zdeněk Štybar y él podrían acabar de situar a la República Checa en el mapa del ciclocross. Pero así como Štybar ha acabado convirtiéndose en una de las estrellas mundiales en el barro, Radomír Šimůnek no lo ha conseguido y ha visto como ni siquiera los maillots checos estaban a su alcance. No es extraño verle en el Top10 en pruebas de la Copa del Mundo, el Superprestige o el Gazet van Antwerpen, pero verle en el podio más allá de alguna prueba de segundo nivel belga o checa es misión casi imposible. De victorias mejor no hablar.

Y es que tener parentesco con un wereldkampioen tiene sus ventajas y sus inconvenientes. De momento todavía es el hijo de Radomír Šimůnek, pero también el campeón del resto del mundo en Koksijde’12.