El deporte a lo largo de su historia, y el ciclismo no es una excepción, está repleto de sagas familiares. Los Merckx, los Planckaert, los Simon, o sin marcharnos tan lejos, los Lejarreta, son algunos ejemplos de ellas. En muchos casos el apellido pesa como una losa para el vástago, a quien se le menosprecia continuamente con odiosas comparaciones con su progenitor. En otros ocasiones, el antaño reconocido deportista pasa a ser, de un plumazo, el “padre de” o el “tío de”. Ante nosotros, lo que tenemos aun es un enigma. Eso sí, un enigma que no deja de ganar y que lleva el ciclismo tatuado en el ADN: Mathieu van der Poel.

Y es que el joven Mathieu (1995, Hoogerheide) no solo es hermano de David, recién llegado a la categoría sub23 tras un excelente paso por las categorías inferiores del ciclocross. Como habréis adivinado algunos, el padre de ambos es Adri van der Poel, vencedor de Ronde van Vlaanderen, Liège-Bastogne-Liège y Amstel Gold Race en 1986, 1988 y 1990, respectivamente, quien cambió progresivamente a lo largo de su excelente trayectoria como routier el asfalto por el barro, donde fue campeón del mundo y terminó sus días como profesional a los 40 años, compitiendo todavía cara a cara con los mejores. Por si fuera poco, el abuelo materno del chaval no es otro que Raymond Poulidor, “eterno segundón” del ciclismo que, sin embargo, era un ciclista de primera y cuyo palmarés (Milán-San Remo, Vuelta a España, París-Niza, ocho podios en el Tour de Francia…) no está al alcance de cualquiera.

David y Mathieu van der Poel

Tanto David como Mathieu, firmes promesas del ciclocross holandés / Foto: André Kies

Empezó a andar en bici, como no podía ser de otra manera en esa familia, cuando apenas levantaba dos palmos del suelo, y ya desde entonces destacaba entre los niños de su edad. Fue ya en categoría cadete cuando se empezó a intuir que este chico tenía madera, y no solo en el barro. Aun siendo cadete de primer año, quedó segundo en el nacional de contrarreloj de la categoría, título que obtendría el siguiente verano. Una tenue luz en su carrera si la comparamos con el brillante faro de esperanza para el ciclocross holandés que fue su invierno 2010/11, en el que obtuvo el triunfo en las 29 carreras en las que participó. Esto no pasó inadvertido para Christoph Roodhooft, quien le hizo un hueco, al igual que a su hermano anteriormente, en esa fábrica de talentos llamado BOXX Veldrit Academie, conjunto filial del BKCP-Powerplus de Niels Albert, para su salto a la categoría junior. Mayores y mejores rivales, más tiempo de competición… en definitiva, un cambio difícil para cualquiera que requiere, habitualmente, un buen puñado de competiciones para aclimatarse.

Sin embargo, el joven holandés ha nacido con estrella para esto de la bicicleta. A mediados de septiembre llegó su primera carrera en juveniles, en Erpe-Mere. Pese a salir en tercera fila al no disponer de puntos UCI, Mathieu remontó y se estrenó con victoria. Desde entonces, solo ha cedido en tres de las veintitrés carreras que ha disputado, dos de ellas por problemas mecánicos, ¡compitiendo con chavales mayores que él! Llegar y besar el santo para el hijo del excampeón del mundo de ciclocross, que aparece casi como único favorito de cara a la carrera del sábado, y que aun tiene otra campaña por delante para arrasar en la categoría. Quien sabe, quizá dentro de tres décadas, algún abuelete recuerde el ciclismo de su juventud y entre historia e historia haga saber a su nieto que el padre de Mathieu van der Poel también era buen corredor.