Ya se acaba el año, ¡y eso en la vida de un ciclista muchas veces no se lleva muy bien! Comidas, cenas y más comidas y más cenas, parece que es una época pensada para coger “reservas” para pasar el duro invierno. Y ante eso, los ciclistas tenemos que tener mucha fuerza de voluntad para no caer con demasiada frecuencia ante tan suculentos platos que se preparan en estas fechas.
Lo que trato de hacer es, aparte de como he dicho antes, echarle mucha fuerza de voluntad, es dejarme esos “pecados” dulces para después de entrenar, que es cuando no nos van a hacer tanto “mal” o nos van a engordar menos. Ya tendríamos que entrar en si tienes muchas grasas malas o no, pero bueno, eso es otra historia. Lo que os digo es que intento disfrutarlos, con moderación, y además cuando más hambre tengo , y no tras un encadenamiento de “puertos de montaña” sin descanso como son las gambas, paté, salmón, gulas, caldo, espárragos, solomillo, ensalada. Mi consejo es hacer como yo hoy y degustarlos en el post entreno; después de 5 horas aprovechando el sol del Valle del Tietar, sin guantes ni ropa térmica debido a los 15ºC que hemos alcanzado hoy, ¡así da gusto!
Hoy os quería hablar de que mañana hará un mes de mi análisis biomecánico con Yago Alcalde, de Ciclismo y Rendimiento, y os voy a contar los pequeños cambios que introdujimos, en consenso claro, tras ver todos los detalles en el programa Retül. Lo primero que hizo Yago fue mandarme andar y observarme, para ver cómo caminaba y corroborar que como la mayoría de la gente, voy abriendo un poco las punteras hacia fuera, y luego ya hacerme un pequeño cuestionario sobre mi nivel u objetivos.
Lo segundo fue examinar mis pies y mis zapatillas, y sorprenderse por no llevar plantillas hasta ahora, ¡con lo cavo que los tengo! Me explicó lo útiles que me podían ser, los distintos tipos que había, y ni mucho menos me obligó a comprarlas. Me dijo que buscase un buen podólogo si quería y que comparase precios, las suyas salen por 50 euros y llevo un mes encantado.
El siguiente paso fue colocar las calas al milímetro con unos moldes especiales, pero variando la posición que yo traía porque no era correcta, colocando la cabeza del primer metatarsiano 1cm por delante del eje. Este fue otro pequeño cambio que como el me dijo, “no deberías notarlo, ya que si es así, es que algo no va bien”.
Entonces, me tumbó en la camilla y buscó alguna posible disimetría en mi cuerpo. La encontró, y es que tengo una cadera un poco adelantada que hace que parezca que tengo una pierna más larga que otra, pero que no le dio gran importancia porque “nadie es perfecto” y de hecho una de las cosas que más me gustó fue que me dijera “todo el mundo tiene alguna disimetría, por lo que pretender que pedaleen como robots, totalmente simétricos en ambas piernas, ambos brazos, cuando en realidad su cuerpo no es así, creo que es un error, hay que adaptarse a cómo es cada uno”.
Llegó el momento de subirme a la bici (explicándome cada paso y cada detalle) y probar con distintas diferencias de alturas entre sillín y manillar y diferentes longitudes de potencia con un manillar especial para ver en cual iba más comodo. Una vez encontré un punto en el que iba a gusto y me veía bien, tanto acoplado como no, comienza el proceso de grabación (colocándonos unos sensores en puntos estratégicos del cuerpo) pedaleando en el rodillo que está sobre una plataforma giratoria que permite ver el pedaleo por ambos lados, por delante y por detrás, en diferentes posiciones.
En el ordenador se dibuja nuestro pedaleo virtual y se obtienen gran cantidad de datos, ángulos etc, y ahí es donde entra el principal trabajo del biomecánico, que analiza, contrasta, introduce pequeñas variaciones y vuelve a medir. Yago se diferencia en que le da más importancia a los ángulos del ciclista, como el de flexión de la rodilla o de los brazos, el que forma la espalda con el tronco, que en las cotas “absolutas”.
Tras probar con esas pequeñas variaciones y obtener pedaleos diferentes, se elige el más “ideal”, cuyo dibujo virtual tenga mejores ángulos en base a unos límites de comodidad y seguridad prefijados por el programa Retül.
Una de las cosas que más me sorprendió fue, como ya adelanté, que no trata de obtener una simetría total, ya que si nosotros venimos “de fabrica” con alguna disimetría, es normal que al pedalear no sea así, por lo que rompe con la rigidez de buscar la perfección, poniendo por delante un mínimo de comodidad para luego buscar el mayor rendimiento posible.
Otros detalles que noté y me parecieron importantes fueron que en primer lugar hallaba el punto medio del sillín, tras ponerlo plano con el nivel claro, y a partir de ahí medirlo todo. El cambio del punto teórico para poner la cala en la zapatilla respecto al que yo creía correcto hasta ahora, así como la convicción de que no es bueno tener gran diferencia entre sillín y manillar, ¡y mucho menos cortar el tubo de la horquilla!
Sobre esto, probé 4 días a 12,5mm y otros 4 a 13,5mm y francamente, ¡me quedo con la primera! En la segunda había mucha diferencia, y eso fue otra cosa que hablé con Yago, que quería evitar los problemas de espalda del año pasado.
Así que como podéis ver salí encantado de Las Rozas, sobre todo por esto último que os he dicho, la claridad con la que te explica todo y la búsqueda de un punto de encuentro entre rendimiento y comodidad, porque yo creo que si te inclinas demasiado por lo primero al final, lo pagas mucho en lo segundo. Y todo fue muy didáctico, mucha conversación, muchas preguntas… y hablando puramente del análisis, creo que es el método más “real” porque todo lo que se mide con Retül es en movimiento, ¡pedaleando!
Así que me fui con mi pdf con todas mis medidas finales detalladas para ponerlas en cuantas bicis quiera, muy contento, y espero seguir contándoos lo mismo! Si queréis ver más fotos, podeis hacerlo en mi álbum en Facebook. ¡Feliz Navidad a todos!