13 de Julio de 1967. El Tour de Francia se adentraba en la 13ª etapa con salida de Marsella y llegada a Carpentras. El líder de la carrera era el francés Pigneon, gracias a una fuga bidón de una etapa anterior. Hacía mucho calor en Francia y algunos periódicos titularon la etapa anterior con “Un calor tropical… y el canto de las cigarras, son los incidentes más notables de la etapa Digne-Marsella”. La jornada tenía como único puerto importante un coloso, el Mont Ventoux. Con un líder frágil, Pigneon, que ya en la etapa del Galibier había aguantado el amarillo a malas penas y con la ayuda de Poulidor, haciendo de gregario, se palpaba un duelo italo-español, entre Gimondi y Julio Jiménez.
La etapa estaba siendo muy calurosa, como la anterior, y ya en el primer paso por Carpentras,n los ciclistas tuvieron que hacer un Caféraid, o lo que es lo mismo, asaltar un bar. En aquella época, los ciclistas no podían coger agua de los coches, salvo en las zonas de avituallamiento, y ya muchos kilómetros atrás estaban exhaustos pidiendo agua.
Colin Lewis era un gregario de Tom Simpson. Tom, aquel año, estaba muy bien colocado en la general, incluso ya había vestido en jornadas anteriores el maillot amarillo del Tour. Tom, que ejercía de típico inglés, era una persona educada, respetuosa y bastante introvertida, pero un ciclista bastante respetado dentro de él pelotón. Aquel día, Lewis tuvo que entrar al bar a por avituallamiento. Al retornar el pelotón se encontró con Tom Simpson, que estaba bastante cansando y le pidió un poco de Coca Cola. Tom la bebió de trago y le volvió a preguntar si tenía algo más para beber. Necesitaba algo más. Lewis metió la mano en el bolsillo y sacó una botella de coñac Remy Martin. Tom la miró y tras pensarlo, le dio un gran trago antes de arrojar la botella por encima del pelotón a un campo de girasoles.
Comenzaba la ascensión al Mont Ventoux y se formaba un grupo por delante con Tom, que había atacado, y Castelló entre otros. A 15 kilómetros de coronar, Poulidor intentaba marcharse del pelotón. Julio Jiménez cogía su rueda. Por detrás se formaba un grupito que rodaba cerquita, donde marchaban Gimondi, Pigneon y Janssen. Poco a poco iban recortando terreno y pasando ciclistas de la fuga. Julio Jiménez y Poulidor se acercaban a la cabeza de carrera, ya que el ritmo que imponía el español era muy bueno. El español Castelló no podía ni imaginarse que iba a ser la última persona con la que hablaría Tom Simpson. El británico le dijo al bueno de Eduardo, con un español chapurreado: “Castelo, agua, que voy mal”. En ese momento y viendo el cartel de 2 kilómetros al puerto, atacaba Julio Jiménez y se marchaba con mucha facilidad de Poulidor.
Por detrás Castelló empezaba a dejar a Simpson, que ante la insólita mirada de ciclistas y algunos aficionados, empezaba a dar chepazos y bandazos por la carretera. Algunos aficionados acudieron a ayudar a Simpson, que no bajaba de la bicicleta y parecía querer continuar encima de ella. Pero de golpe y porrazo caía hacía la derecha de la carretera tumbado frente al paisaje lunar del gran monte pelado.
Mientras, y sin saber nada de lo ocurrido, Julio Jiménez coronaba con un minuto y diez segundos sobre un grupo, en el que marchaban, Gimondi, Poulidor, Pingeon, Janssen y Balmanion. El grupo se lanzaba en el descenso a una velocidad de vértigo. A falta de 20 kilómetros a meta, Julio mantiene 45 segundos sobre el grupo. Solo 7 kilómetros después, a 13 de meta, es absorbido por los favoritos. El pelotón ya sabía del fallecimiento de Tom Simpson, que tras realizarle el boca a boca y evacuarlo en el helicóptero, no pudieron hacer nada por salvar su vida. Ya en la meta de Carpentras, Janssen, en un apretado sprint con Gimondi y Pingeon, cruzó la línea victorioso. Poco importaba la etapa en esos momentos. Ese día había perdido la vida un ciclista muy querido en el pelotón.
El ciclismo mundial estaba de luto. Janssen y Poulidor se abrazaban desconsolados y llorando, la etapa siguiente fue muy emocionante, y todos se pusieron de acuerdo para que la ganara un británico, Barry Hoban, el mejor amigo de Tom. Muchas personas quieren manchar la imagen de este deporte y jugar con la muerte de Tom Simpson, pero se recordará ese trágico y caluroso 13 de Julio de 1967 porque se nos marchó un gran ciclista, con un gran palmarés, al que paradojas de la vida, le encantaba tumbarse frente al sol y disfrutar de él.