¿Que la performance de Gilbert en las Ardenas no es el momento de la temporada? ¿Cómo una actuación como aquella no es de largo el número uno? ¿Están realmente locos estos taraos de C&H? Todo tiene su explicación.
La de temporada de hills irrumpía en la Primavera tras una temporada de cobbles que nos había dejado algo descolocados con Nuyens y Vansummeren como grandes triunfadores. Pero entonces llegó el momento de Philippe Gilbert, el gran momento de Philippe Gilbert. La historia la conocemos todos, tras su espectacular semana en abril en que se hizo con Amstel Gold Race, Flecha Valona y Liège-Bastogne-Liège, por fin alguien pudo unirse a Davide Rebellin, que tras haber conseguido el triplete en 2003 no había visto a nadie igualar su hazaña.
El dominio del ciclista valón fue insultante, aunque nosotros, siempre reclamando la excelencia, siempre pedimos más. Siempre nos gusta recordar al Philippe Gilbert agresivo en carrera, al que poco a poco fue ganándose nombre a base de éxitos y fracasos, pero lo cierto es que esta primavera era el más fuerte, y si las circunstancias de carrera no le exigían más que llegar bien colocado al uphill finish, él allí estaba y allí arrasaba. Ese fue el problema, no queremos resignarnos a ver a Gilbert sólo en el uphill, queremos verlo con la coraza, el escudo y la espada.
No tuvo problema en batir a Joaquim Rodríguez en el Cauberg ni en Huy, donde el catalán fue su máxima oposición, ni tampoco lo hubiera tenido probablemente de haber llegado a Ans en un grupo mucho más seleccionado que los que llegaron en estas dos primeras citas. La Doyenne llegó el cuarto domingo de abril, como cada año, y allí pudimos vivir una de las jornadas más bonitas de ciclismo de la temporada, una jornada en que Gilbert sí que fue grande.
Tras haber sido desperdiciada, como viene siendo habitual en las últimas ediciones la Redoute, en la Roche-aus-Falcons, la gran innovación de la carrera en el pasado más inmediato, Andy Schleck y Fränk Schleck jugaron a ganadores intentando romper la carrera para jugarse un mano a mano contra Phil mientras iban engullendo a ilustres fugados. La carrera se preparaba para Saint Nicholas, donde no sólo los Bros no pudieron deshacerse de Gilbert, sino que dando muestra de su superioridad, Phil lanzó un ataque que puso a FränkieBoy y BorjaMari en serias dificultades y les envió un claro aviso “not in my house”. Ni siquiera se atrevieron los Bros a atacarle en el llano previo a Ans ni en el repecho previo a la meta, donde su superioridad fue incluso mayor de la que cabía esperar.
No había llegado a la treintena y Philippe Gilbert había hecho historia haciéndose con el triplete de las Ardenas, ganando la carrera que durante tantos y tantos años había visto pasar por la puerta de su casa y devolviendo la supremacía del ciclismo belga a un valón tras años y años de dominación flamenca. Lástima que ya no exista la Copa del Mundo, porque aunque más tarde consiguiese el título belga, Philippe Gilbert es uno de esos ciclistas que siempre deberían ir vestidos de etiqueta.