Después del paso insulso por los Pirineos que provocó en el aficionado medio un sopor indigno del Tour de Francia, el paso por los Alpes era perfecto para que los ciclistas se redimieran con el gran público brindando grandes actuaciones en las etapas que iban a pasar por estas míticas montañas. Galibier, Alpe D’Huez o Izoard componían el menú que nos habían preparado los organizadores del Tour de Francia, así que solamente quedaba esperar a ver lo que hacían los ciclistas en tan espectacular y místico recorrido. Probablemente ni el aficionado más optimista podía imaginarse el desenlace final, los momentos que sin duda van a pasar a la historia de este deporte y que repasaremos en esta entrada, el mejor momento del año, las dos etapas que encumbraron a muchos corredores y que hicieron grande un Tour de Francia.

Día 1: Duelo al sol entre Andy Schleck y Cadel Evans.

Lo que vivimos la tarde del 21 de julio será uno de los momentos más recordados de la década que hemos inaugurado con mucha diferencia. Tras las críticas que habían recibido los hermanos Schleck por su triste y conservadora estrategia en los Pirineos, el pequeño de los luxemburgueses decidió callar a sus detractores con un valiente ataque en el Col D’Izoard precedido por un asombroso trabajo del veteranísimo Jens Voigt. En solitario, como los grandes, coronó la tan mítica cima y se fue directo a por el final de etapa, el temido Galibier. Con el gran trabajo de su gregario Maxime Monfort, que se encontraba en la fuga, pudo abrir una distancia que le ponía como líder de la carrera con una distancia que crecía y crecía, mientras que por detrás nadie hacía nada por impedirlo, puesto que los únicos que intentaban reducir la diferencia eran los corredores del Euskaltel, que tampoco se jugaban nada.

Fue entonces, antes del comienzo de la subida al Galibier cuando el otro gran protagonista del día tomó la responsabilidad que sabía que tenía que tomar. Tiró del grupo como si no hubiera mañana y sin pedir relevo; sabía que nadie se lo iba a dar. También sabía que esta era su última oportunidad de conseguir una victoria en el Tour de Francia, por lo que la motivación era extra. Lo que vivimos a partir de ese momento es historia de este deporte. Ese duelo por la lucha de míseros segundos en los que ambos se dejaron hasta el último gramo de fuerza para arañar todo lo que pudieran y un poquito más es algo que todos recordaremos por mucho tiempo. En esta cima, el gran favorito para llevarse la victoria, Contador, perdía definitivamente todas sus opciones, será importante tenerlo en menta para lo que viene a continuación. Finalmente Andy no consiguió llevarse el amarillo, que todavía seguía en manos del valiente Voeckler que hizo otro recital de entrega, pero todavía quedaba mucha tela que cortar.

Día 2: La quijotada de Contador.

En el significado menos peyorativo de la palabra, lo que hizo Alberto Contador en la etapa con final en Alpe D’Huez y con pasos por Telegraphe y Galibier fue una auténtica quijotada. Un ataque heroico, valiente, de los que solo hacen los muy grandes. No tenía nada que perder y decidió ir a la aventura a ver si la valentía y la entrega le brindaban su cuarto Tour de Francia. A su rueda se fue Andy Schleck, estrategia que pudo haberle hecho perder el Tour a posteriori, aunque eso no le quita mérito tampoco a su hazaña. Juntos y junto a algunos ciclistas que estaban en fuga hicieron camino. Por desgracia, no todos los gestos valientes tienen su recompensa aunque la merezcan y ambos fueron neutralizados antes de la subida a Alpe D’Huez, dejando al aficionado con un pequeño mal sabor de boca.

En la subida a Alpe D’Huez vimos un espectáculo bastante admirable también. Primero Fuglsang puso un ritmo endiablado que debilitó mucho a su líder de equipo, dejándole con pocas opciones de hacer algo en la etapa.De nuevo Contador ponía sobre la mesa todo lo que tenía y se marchaba en solitario a por la victoria. Por detrás, Rolland y Samuel Sánchez fueron a su caza. El francés fue mucho más listo – o más zorreras- y supo utilizar al asturiano para que le llevara hasta el pinteño y posteriormente birlarle la victoria con suma facilidad y escribir su nombre en la historia del ciclismo.

Dos días, dos simples días, y lo que vimos fue algo tan grande que nos ha retrotraído por un pequeño momento al ciclismo de antaño de pájaras monumentales, ataques desde lejos, locuras, poca estrategia y mucha entrega. Ojalá podamos ver pronto algo parecido a lo que vimos en estos días, sería una gran noticia para el ciclismo.