¡Hola de nuevo!

Ha pasado un mes desde la última vez que escribí, ¡el mes que habitualmente suele ser de descanso para los ciclistas! Unos terminan antes y otros después, pero generalmente octubre es sinónimo de vacaciones aunque no ha sido mi caso y os voy a contar como puede ser un periodo de “transición” de una temporada a otra.

El último día que entrené fue el 8 de octubre ya que hasta el sábado anterior estuve corriendo. Lo que hice fue continuar entrenando una semana en días alternos y con una intensidad muy baja, lo que vienen siendo dar paseos.

A partir de ahí, una semana de relax total en la que no te preocupas de nada, ni ganas que tienes de hacerlo. Toca desconectar, poner el off y no pensar para nada en el ciclismo, ¡¡aunque es muy difícil!!

Tras ese descanso empecé a hacer algo de deporte aeróbico durante la semana: un día partido de frontón, otro partido de fútbol, otro de balonmano, otro a correr al parque…¡todo lo que sea mantenerse activo para que al cuerpo no se le olvide lo que es que el corazón se revolucione un poco! Pero eso sí, todo con mucho cuidado y simplemente para divertirse, como ya os dije antes, el objetivo es desconectar, dejar la bici aparcada pero no perder la forma del todo, porque luego cuesta mucho recuperarla.

Así pasaron dos semanas en las que me di cuenta de porqué me dediqué a esto de dar pedales y no al fútbol… la verdad es que lo único que me queda es correr de un lado para otro y rematar de cabeza… ¡el resto se perdió!

Y ya en la primera semana de noviembre llegó la hora de empezar la pretemporada propiamente dicha. Tres días de gimnasio, dos de piscina y otro de caminatas por la sierra (aunque muy a mi pesar solo he podido hacer una) o running por terreno blando sin pasar de una hora, sino las “agujetas” los dos días posteriores son considerables. Al igual que las agujetas en las primeras sesiones de pesas en el gimnasio. Todos nos hemos sentido “Hulk” alguna vez, creyendo que lo que estamos levantando es muy poco y podríamos con mucho más…¡error! Hay que empezar despacio, con un par de sesiones de toma de contacto y ya en la tercera nuestros músculos estarán adaptados a este nuevo trabajo (que no olvidemos en la mayoría de los casos llevaba sin realizarse 10 meses) podremos probarnos, habiendo calentado muy muy bien, para ver cuál es nuestro máximo y así poder trabajar sobre un porcentaje respecto a él.

Me sorprendí de lo poco que me costó levantar el peso máximo que tenía cada máquina. 195kg en la prensa, que levanté 28 veces hasta que mis piernas dijeron basta; 90kg en la extensión de piernas (trabajo de cuádriceps) que levanté veinte veces; 80kg en la de flexión de piernas (trabajo de isquiotibiales) que levanté doce veces y 125kg en la de gemelos que levanté cuatro veces.

Alguno por Twitter ya se apresuró a llamarme Hulk. La verdad es que es mucho peso, pero quiero dejar claro que en este tema no todo vale y no por levantar más vas a ir trabajar mejor. ¡Puede que incluso sea contraproducente! Hay que tratar de levantar el peso rápido, como si fuera un pistonazo, de nada sirve levantar 20kg más si te cuesta más de un segundo subir, creo que la velocidad mínima recomendada eran 0,5 metros por segundo. Así que ya sabéis, si os cuesta mucho subir despacio, ¡a bajar peso! Ya tocará hacer otro test de máximos y podréis levantar más, pero es mejor despacito y con buena letra.

Y ya para terminar, os comento que el lunes me toca prueba de esfuerzo para saber las zonas de trabajo con las que voy a empezar a entrenar a final de mes (ya que hasta entonces todo lo que haga encima de la bici será a baja intensidad) así que pronto tendréis otra entrada en la que os explicaré en que consiste, que resultados se obtienen y cómo hay que interpretarlos…

¡Un saludo a todos!