Colorido, diversión, imaginación,… la caravana publicitaria del Tour no deja indiferente a nadie, ni a los organizadores ni a los espectadores que esperan impacientes agolpados en las cunetas al paso de los ciclistas, a los cuales en un abrir y cerrar de ojos habrán perdido de vista.

Pongámonos en los inicios. Casi dos décadas después de la creación del Tour de Francia, en 1930, el patrón, Henri Desgrange, tuvo la brillante idea de crear una caravana publicitaria que precediera el paso de los ciclistas. ¿Motivo? La supremacía de los equipos con fuertes marcas y las trampas para hacer publicidad a los patrocinadores, hicieron que Desgrange tomase la decisión de que la participación estuviese integrada por selecciones nacionales bajo la que los ciclistas compartirían un mismo maillot y una bicicleta idéntica aportada por la organización.

Dicha acción generó una marcha atrás de las marcas comerciales en su interés por el Tour de Francia un año después del crack del 29, en la que el conjunto mundial intentaba recuperarse del batacazo económico sufrido en Wall Street. Para sobreponerse, Desgrange invitó a las mayores marcas comerciales francesas a participar en la caravana y así obtener financiación para la nueva fórmula de participación.

La idea no pudo calar tanto. Un auténtico éxito sacudió la iniciativa del patrón del Tour. Vehículos decorados de formas inimaginables ambientaban con sus diseños el paso de la comitiva, a la cual, ya no sólo se acudía exclusivamente para presenciar el paso de los ciclistas, sino que la caravana atraía al público con su vistosidad y con el lanzamiento de regalos a su paso.

El fenómeno no paró de crecer obteniendo su tope en la edición del centenario de la primera edición del Tour, cuando en el 2003 se juntó una caravana que se extendía durante 20 kilómetros formada por 220 vehículos y que lanzó durante todo el trayecto más de 13 millones de objetos al público.

¿Y esto es rentable para las empresas anunciantes? Evidentemente sí. El Tour de Francia es el tercer acontecimiento deportivo del Mundo, sólo por detrás de la celebración de unos Juegos Olímpicos y la Copa del Mundo de Fútbol. Solamente en Francia, el 76% de la población ha visto su paso alguna vez en la vida y el 39% del público que acude in situ a ver el transcurso de una etapa está cuando pasa la caravana, sin contar con los espectadores que siguen el Tour detrás de sus pantallas de televisión.

El éxito sigue perdurando entre los más de 20 millones de personas que siguen a pie de carretera el paso del Tour de Francia cada año. ¿Cuál puede ser el denominador común? A parte de la pasión que transmite el ciclismo al público, la Grande Boucle es una fiesta popular… gratuita.

Miguel Hermosilla.