
(Foto: © AFP)
Cuando en otoño del año pasado se presentó el recorrido del Tour 2010, afición y protagonistas hicieron coincidir su atención en la tercera etapa en línea. La organización decidió incluir varios tramos de pavé en el camino hacia Arenberg, lugar emblemático de la París-Roubaix. No estaba muy claro el efecto que podrían tener los adoquines en la tradicionalmente líneal primera semana del Tour de Francia; se darían cita grandes portentos de la especialidad, pero la mayoría con otros compromisos distintos a los que presentan en primavera, porque enfrente estarían los líderes del Tour, siempre alejados de las piedras y todo lo que conllevan. Más de medio año después, podemos hablar de éxito en la propuesta: el Tour nos ha dejado una preciosa jornada de ciclismo en su primera semana.
El ganador de la etapa ha sido Thor Hushovd. Todo comenzó en el tramo de Sars-et-Rosières, a 28 km. de meta, cuando Fränk Schleck se cayó y rompió su clavícula, su participación en el Tour y el pelotón. Paradójicamente fueron sus compañeros de equipo Cancellara y Andy Schleck los mayores beneficiados, pues se quedaron en cabeza junto a Cadel Evans, Hushovd, Gerain Thomas y Steven Cummings. Por delante estaba Ryder Hesjedal, último superviviente de la escapada del día (Brutt, Kruge, Erviti, Auge, Cummings y Rolland le acompañaron), que sería neutralizado pese a aguantar más de lo previsto; por detrás, un rosario de grupos entre los que se encontraban el resto de grandes favoritos a la victoria en París.
Desde ese tramo hasta la meta, los seis de cabeza fueron abriendo huecos, guiados por Fabian Cancellara. Hushovd estuvo afilando los dientes para el sprint final durante 20 kilómetros, y acabaría ganando sin ninguna oposición. Armstrong y su fiel Yaroslav Popovych lideraban la persecución hasta que el texano tuvo un problema mecánico en el sector de Wandignies-Hamage y le adelantaron Contador -con el sensacional trabajo de Vinokourov-, Menchov y Wiggins, entre muchos otros. El total descontrol de la carrera permitió que, cuando Popovych no pudo más, contemplásemos una imagen casi histórica en el Tour de Francia: Lance Armstrong, solo ante la adversidad.
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En meta, Wiggins, Vinokourov, Menchov, Van Summeren, Van den Broeck y Roche perdieron 53 segundos con los seis de cabeza. Algo más perdió Contador (1’13”), aquejado de un supuesto problema mecánico en los últimos kilómetros; aun así, buena jornada y gran desempeño para el madrileño. Ha perdido su ventaja con Andy Schleck, pero es un daño asumible para la jornada de hoy, a cambio de lo bien que se le ha visto en un terreno impropio. A 1’46” llegaría un grupo con Luis León Sánchez, Kreuziger y Millar, que también salen satisfechos, y a 2’08”, Armstrong, en el grupo de Samuel Sánchez.
Aunque hay unos cuantos favoritos más damnificados en tiempo perdido que él, Armstrong es el gran derrotado de la etapa de hoy. Recordemos el Tour del año pasado: fue durante la primera semana donde Armstrong se ganó el epíteto de rival a batir. Y lo consiguió en situaciones que, en condiciones normales, no resultan determinantes. En otras palabras, Lance mandó una serie de mensajes intimidatorios a sus rivales, valiéndose de su gran lectura de carrera, de un recorrido favorable, de la fortaleza de su equipo y, como no, de su calidad como ciclista. Luego tuvo que aguantar con los mejores en la montaña y la crono, pero estas actuaciones le sirvieron para superar más de un obstáculo previo.
Hoy, en el día señalado para que Armstrong aprovechase las debilidades de Contador, ha tenido mala suerte y ha visto a su equipo fallar. Ahora el viejo lobo no asusta tanto, aunque, y esto no hay que olvidarlo jamás (de hecho, hoy se le ha visto bien), siga con tantas opciones como cualquiera. Por detrás de él, a 2’25”, llegaron Basso, Gesink, Rodríguez, Sastre, Leipheimer o Klöden. Cancellara ha recuperado el maillot amarillo gracias a los dos pinchazos de Sylvain Chavanel. Mañana tendremos una jornada más tranquila, siempre dentro del frenesí de la primera semana, hacia Reims. Habrá que ser optimistas y olvidar que quizá ninguna etapa del Tour nos deje algo tan hermoso como ver a los capos del Tour peleando entre piedras y polvo.
David Vilares