La mejor carrera del mundo no podía estar dominada por otros que por los mejores ciclistas del mundo. A partir de la segunda mitad del siglo XX, cuando el ciclismo se dirigía cada vez más rápido hacia la profesionalidad moderna, el Tour de Francia encontró a los grandes campeones que tiranizaron la competición. A final de los años ochenta comenzó el camino hacia la especialización: ahora, los ciclistas con más posibilidades de victoria en el Tour concentran su atención y su temporada en La Grand Boucle. Mientras que antes los mejores ciclistas del pelotón alargaban sus exhibiciones durante todo el año, ahora centran esfuerzos en la prueba más importante del calendario. Aun así, por mucho que el ciclismo haya cambiado, los grandes campeones siguen teniendo muchas cosas en común. Y también las tienen las grandes dinastías de la historia del Tour de Francia.

1957-1964: Jacques Anquetil

A la edad de 23 años, Jacques Anquetil consiguió su primer Tour de Francia. Fue en la década de los cincuenta, cuando la carrera todavía se corría por países, y sucedió a los también franceses Roger Walkowiak y Louison Bobet. Maïtre Jacques llegó, vio y venció: era su primera participación en la ronda gala. Triunfó con 15 minutos de ventaja sobre el belga Marcel Janssen, una diferencia indudablemente sólida. Aunque era difícil predecir la victoria de Anquetil, el joven del Heylett ya había conseguido la París-Niza en el ’57, y se había adjudicado el Gran Premio de las Naciones, campeonato del mundo contra el crono oficioso en la época, en todas sus temporadas como profesional.

En 1958 sucumbió ante Charly Gaul, la lluvia y un edema pulmonar que le impidió llegar a París; en 1959 fue el fantástico Federico Martín Bahamontes quien le superó, y Jacques sólo pudo ser tercero; en el ’60, ganó el Giro de Italia pero no participó en el Tour. Fue en 1961 cuando Anquetil se reencontró con el maillot amarillo, y lo hizo vistiéndoselo desde la segunda etapa hasta la llegada a París. Gaul y Guido Carlesi le buscaron las cosquillas en la montaña, pero Anquetil venció en las dos cronos. Así llegaron cuatro triunfos consecutivos. En 1962, edición en la que se volvió a competir por equipos en lugar de selecciones, Anquetil ganó con algo menos de cinco minutos de ventaja sobre Joseph Planckaert. A Anquetil le bastó con tomar el maillot amarillo a dos días de París.

Su cuarto Tour llegó de la mano de su primera victoria en una etapa de montaña: en Chamonix, se impuso al sprint a Bahamontes, líder de la carrera y segundo a la postre. Con esta victoria, Anquetil se convertía en el ciclista histórico con más victorias en la general del Tour. En 1964 llegó el quinto, acompañado también por el Giro de Italia. Fue su victoria más sufrida: Ramyond Poulidor, el mejor perdedor de la historia, le superó en las rampas de Puy de Dôme, en la etapa reina, pero no logró arrebatarle el maillot amarillo. Anquetil pudo certificar su victoria en la contrarreloj, con 55 segundos de ventaja sobre Poulidor. Tras no participar en 1965, Anquetil se despidió del Tour en 1966: el número uno de la historia de la carrera abandonó en la 19ª etapa, camino de Saint Ettiene.

1969-1974: Eddy Merckx

Entre los tiranos de la historia del Tour no podía faltar el mejor ciclista de todos los tiempos. En un año en el que ganó París-Niza, Milán-San Remo, Tour de Flandes y Lieja-Bastogne-Lieja, y en el que además fue expulsado del Giro por dar positivo, Merckx arrasó el Tour. Ganó seis etapas, la clasificación de la montaña, la regularidad, lideró al Faena a llevarse la general por equipos y le sacó 18 minutos a Roger Pingeon, segundo en la general. No es posible calibrar el nivel de esta consecución de hazañas porque no es humanamente concebible en nuestra era. No hay mejor ejemplo de ciclista de dibujos animados. Para demostrar que no fue flor de un día, en 1970 El Caníbal se llevó de nuevo la general, esta vez con ocho victorias parciales, doce minutos de ventaja y el gran premio de la montaña.

Al año siguiente lo tuvo más difícil con la aparición de Luis Ocaña. El genial ciclista manchego puso en serios aprietos a Merckx, hasta que una recordadísima caída en el Col de Mente truncó su participación. Merckx volvió a ganar sobre Joop Zoetemelk. En 1972 completó un año redondo con su cuarta victoria consecutiva en La Grand Boucle. Su tremenda ambición motivó que no luchara por el que sería su quinto Tour de Francia consecutivo: Merckx ganó la Vuelta y el Giro en el ’73, pero se vio obligado a no tomar la salida en el Tour. Como si fueran víctimas de una maldición, Ocaña, vencedor sin Merckx en 1973, no pudo participar en 1974, la edición en la que el belga igualó a Jacques Anquetil.

Merckx tuvo a tiro su sexto Tour. Era el líder en la 15ª etapa de 1975, pese a haber sufrido el ataque de un espectador subiendo el Puy de Dôme, cuando se desmoronó subiendo el asequible Pra-Loup. Bernard Thévenet fue el que derrotó a Eddy Merckx en el Tour de Francia. El Caníbal fue segundo y ya nada volvería a ser lo mismo en su carrera. Merckx volvió al Tour en el ’77 por última vez para acabar como sexto en la general final. Para tantos rivales tan talentosos, no habría sido justo que Eddy Merckx, un fenómeno irrepetible, hubiese durado para siempre.

1978-1985: Bernard Hinault

Justo en el momento en que el Tour de Francia quedó huérfano de Eddy Merckx apareció el mejor ciclista francés de todos los tiempos para reinar en su tierra. Bernard Hinault, apodado Le Blaireau (El Tejón), igual que Merckx y Anquetil, ganó el Tour a la primera. Fue en 1978, en las filas del equipo Renault-Gitane y con 23 años, en su primera gran temporada: antes de ganarle el Tour a Zoetemelk, había ganado la Vuelta a España. Los dos primeros del ’78 repitieron orden al año siguiente, pero con Hinault reforzado: El Tejón ganó siete etapas y aventajó en 12 minutos al holandés. El duelo estaba repitiéndose en 1980 hasta que Hinault se vio obligado a abandonar cuando vestía el maillot amarillo, por unos problemas en la rodilla.

Ningún problema le afectó en 1981 para sumar el tercer Tour de Francia a su palmarés, y lo mismo sucedió en 1982. Su dominio sobre el Tour de Francia era ya comparable al que había ejercido Merckx una década antes. De nuevo la rodilla, ahora en forma de operación, impidió que Hinault participara en el Tour del ’83, mas estaba preparado para retomar el trono en 1984, seis años después de su primera victoria en París. Su gran rival sería Laurent Fignon, el último ciclista francés en ganar el Tour de Francia y campeón también en el ’83. Hinault empezó con buen pie, ganando el prólogo y vistiéndose de amarillo el primer día; a partir de ahí, Fignon se llevó cinco etapas y la general, con mucha suficiencia. El Tejón, a los 29 años, conocía la derrota en el Tour.

El pujante Fignon no volvió a ser el que era hasta finales de década, tras una maldita lesión en el tendón de aquiles. Hinault nunca se vengó directamente de Fignon por su derrota en el ’84, pero en 1985 consiguió pasar a la historia como el tercer pentacampeón del Tour de Francia, aunque sin la suficiencia de sus primeras cuatro victorias. Greg LeMond, segundo en su quinto Tour, acabaría con la carrera de Hinault en La Grand Boucle en 1986. El estadounidense ganó la carrera por primera vez y Le Blaireau, segundo clasificado, después de esta notable pero dolorosa actuación, colgó la bicicleta a final de año. Francia aún sigue esperando a otro héroe local que reine en su ronda.

1991-1995: Miguel Indurain

Contrariamente a los deseos galos, fue un chaval de Villava, Navarra, el que sucedió a Bernard Hinault como amo y señor del Tour de Francia. Miguel Indurain conoció La Grand Boucle el año de la última victoria de Bernard Hinault, aunque sólo estuviera en Francia para correr unas pocas etapas; desde el principio, José Miguel Echávarri era consciente de lo que tenían entre manos. Repetiría maniobra en el ’86, todavía con 23 años, y fue al año siguiente cuando llegó hasta París. Su primera actuación notable en el Tour de Francia fue una victoria en Cauterets en 1989, refrendada en 1990, cuando, pese a llegar como gregario de Pedro Delgado, estuvo con los mejores en la alta montaña, ganó en Luz Ardiden y terminó décimo en la general.

Para 1991 llegó con más galones dentro del Banesto y, por si alguien dudaba de sus maneras, Miguelón y Chiapucci dinamitaron la carrera camino de Val Louron. Indurain se subió victorioso por primera vez al podio de París y se adjudicó las dos cronos largas, la tónica habitual del siguiente lustro. Y es que Indurain cimentó su dominio en su estratosférica capacidad de rodar contra el cronómetro. En 1992 intimidó a todos sus rivales en la C.R.I. de Luxemburgo: Indurain mandó a más de tres minutos a Armand de las Cuevas, segundo clasificado, y a más de cuatro al resto. En 1993 perdió una crono ante Tony Rominger, en el mejor momento del suizo, pero no fue suficiente para inquietar al navarro. Rominger no resistió el envite en el ’94, donde Indurain se impuso por delante del letón Ugrumov, después de mostrar alguna debilidad en la durísima crono final a Avoriaz.

La solidez en la alta montaña de Indurain era desesperanzadora para sus rivales, que no tenían posibilidad de compensar en ningún terreno las ventajas que obtenía Miguel en la contrarreloj. La ONCE de Manolo Sáiz lo intentó de todas las formas posibles camino de La Plagne y de Mende, con Zülle y Jalabert, pero Indurain dejó dos exhibiciones memorables (una en Lieja, donde ganó Bruyneel; otra en La Plagne, donde ganó Zülle) y se unió al club de los pentacampeones. Con 33 años, Miguelón llegó al Tour del ’96 tan preparado como siempre, con el objetivo de pasar a la historia del Tour de Francia en solitario. Pero el navarro estuvo por debajo de su nivel desde el primer contacto con la montaña, en Les Arcs, y Bjarne Riis se adjudicó el sexto Tour de Indurain para asombro de propios y extraños. Esa misma temporada, después de terminar 11º en el Tour, Miguel Indurain se retiró del ciclismo profesional.

1999-2005: Lance Armstrong

El caso de Armstrong no conoce símil en toda la historia del deporte profesional. Lance debutó con el Motorola en 1993, el mismo año que le convirtió en campeón del mundo en ruta con sólo 22 primaveras, y lo hizo ya con una victoria de etapa en fuga; el joven Armstrong estaba lejos de ser considerado un hombre para las generales de las grandes vueltas, pero se le veía el talento desde Texas. Pasaron los años, llegó otra victoria de etapa en el ’95 y el diagnóstico de cáncer testicular a finales de 1996. Volvió a las carreteras en 1998 -fue cuarto en la Vuelta, el Mundial en ruta y en C.R.I.- y al Tour de Francia en 1999, una edición muy abierta sin la participación de los dos últimos ganadores (Jan Ullrich y Marco Pantani). Armstrong ganó el prólogo, la primera crono y la primera etapa de montaña en Sestrières. Naturalmente ganó la carrera por delante de Alex Zülle, perjudicado por la minutada que perdió en la primera semana en el paso de Gois.

En 2000 se iba a encontrar por fin al mejor Jan Ullrich. El alemán había dominado el Tour del ’97 con una suficiencia aplastante y su edad hacía indicar que estábamos ante un nuevo tirano del Tour de Francia. En 1998 fue derrotado sorpresivamente por Pantani en el Galibier, camino de Deux Alpes, y para 1999 había sufrido una lesión que le hizo conformarse con ganar la Vuelta a España. Para esta edición llegaría su primer combate con Armstrong, ganado con claridad por el norteamericano, superior en todos los terrenos. Y así fue también en 2001. Y en 2002 probablemente también, si Ullrich no hubiera sido sancionado por un control fuera de competición.

Ullrich fue despedido por el Telekom tras ese positivo en 2002. Volvió con el Bianchi, equipo creado ad hoc para el Tour 2003, y nunca estuvo más cerca de derrotar a Lance Armstrong: Ullrich le ganó en la primera crono llana, y además con claridad, y llegó a tener en jaque al texano en la montaña. Pero Lance Armstrong se recompuso, ganó en Luz Ardiden y administró su ventaja en la última contrarreloj. Era ya su quinto Tour. Las dificultades para igualar a Anquetil, Merckx, Hinault e Indurain pronosticaban severas complicaciones para que los superara en el futuro; nada más lejos de la realidad. Armstrong ganó con más autoridad que nunca en 2004, con la vuelta de Ullrich al Telekom, y, para redondear el mejor palmarés de la historia del Tour, también ganó con comodidad en 2005. Ullrich ni siquiera pudo ser segundo en estas dos ediciones (Klöden en 2004, Basso en 2005).

La historia de Armstrong quedaba cerrada en la cumbre, a diferencia de sus tres predecesores batidos. Volvió a finales de 2008, todos lo sabemos, y perdió el Tour de 2009, pero Lance Armstrong ha conseguido que esa pequeña derrota se haya convertido en otra victoria.

Las fechas de estos campeones nos permiten ver que, del ’60 hasta nuestros días, vamos de dominador en dominador, con pequeños paréntesis en forma de años de transición. Este año Alberto Contador parte como favorito indiscutible a llevarse su tercer Tour de Francia. Pero ésta es otra historia que podremos contar en tiempo presente desde Cobbles&Hills.

David Vilares