Paso a paso un equipo nacido en 1996 iba creciendo. La Gante-Wevelgem de 1997 ganada por Philippe Gaumont, la victoria de etapa en su debut en el Tour en 1997, la tercera posición de Bobby Julich en el de 1998 y, cómo olvidarla, la explosión de Frank Vandenbroucke en 1999 uno de los mejores y más bellos recuerdos de aquella época.

Apoyado en la fuerza que todo lo francés ejercía sobre el ciclismo, Cofidis ya era un equipo completamente asentado en el pelotón internacional que sin una superestrella más allá de los años dorados de David Millar, de la mano de ciclistas como Jo Planckaert, Chris Peers, Nico Mattan, el malogrado Andrei Kivilev, un joven David Moncoutié o Cedric Vasseur iba creciendo hasta que en 2004 estalló lo que pasó a conocerse el Affair Cofidis, que pese a suponer un gran golpe para el equipo no impidió que Stuart O’Grady, recién llegado de Credit Agricole, brillara con luz propia aquel año.

Y en 2005 llegó el ProTour coincidiendo con los años más oscuros del ciclismo francés y el equipo se quedó con O’Grady y Moncoutié como referentes, además de la llegada de un Sylvain Chavanel que empezaba a madurar. Siguiendo la línea del año anterior y a pesar de la victoria de Moncoutié en el Tour el equipo empezaba su lento pero prolongado declive.

Se había creado una élite, y para pertenecer a ella el esfuerzo económico que se requería era inmenso e iba aumentando año tras año con la llegada de nuevos y más potentes sponsors, y aunque Cofidis intentó formar parte del juego, los resultados aquel primer año no acabaron de acompañar como tampoco lo hicieron en los años siguientes. Al final de cada temporada era normal encontrar a Cofidis, como al resto de los equipos franceses, cerrando las clasificaciones ProTour y a pesar de que cada temporada se lograba alguna victoria en GTs, era el calendario francés la tabla de salvación a la que debía aferrarse el equipo para maquillar sus resultados, ya que sin ningún crack en la plantilla y una competencia que crecía exponencialmente, en las pruebas ProTour las alegrías eran contadas.

Photo: © AFP

Sólo 2008 fue un año algo mejor. Se vivió el mejor año de Chavanel antes de dar el salto a QuickStep con victorias en París-Niza, en carreras menores de piedras, Volta a Catalunya y, por fin, en el Tour, Nuyens rozaba la victoria en las grandes citas con las piedras y Moncoutié empezaba su idilio con la Vuelta, mientras que Auge y Dumoulin empezaban a dar también buenas sensaciones. Pero fue un oasis en el desierto ya que con la salida de Chavanel y Nuyens todo se vino abajo en 2009.

Así se llegó al momento clave, cuando en la temporada 2010 se quedaron sin la licencia ProTour. A pesar del palo que pudiera suponer en un primer momento, el equipo supo sobreponerse ya que gracias a su actitud leal a las carreras allí donde participasen no les faltaban las invitaciones de la organización, y con un calendario más liviano y menos cargas económicas, con ciclistas consolidados y jóvenes promesas con un calendario adecuado donde crecer empezó el resurgir. Gracias a un sensacional inicio de temporada de Dumoulin en Francia y de un sorprendente Keukeleire en Bélgica el equipo no tardó en sumar un buen número de victorias que ayudaron a asimilar más rápidamente su nuevo estatus, y aunque Taaramäe no tuviese su mejor año la temporada acabó con un buen balance gracias a triunfos en París-Niza (Moinard), Volta (Dumoulin), Giro (Monier) y Vuelta (Moncoutié).

Tan bien fue la primera experiencia como equipo ProfesionalContinental que para 2011 no pidieron su entrada en el ProTour, que conllevaba presencia asegurada en todas las pruebas WorldTour. Sabiéndose invitados a cualquier gran carrera francesa y a la Vuelta además de muchas opciones de participar allí donde quisiesen, este año han realizado una gran campaña más allá de los resultados de Dumoulin que siempre suma, Moncoutié que siempre acierta y Taaramäe que ya es una realidad. La nueva y prodigiosa hornada de jóvenes franceses tiene tiempo y espacio para crecer guiados por veteranos que siguen dando la talla.

Para 2012 Keukeleire y Gallopin salen y llegan Di Gregorio y Ghyselinck, pero Cofidis continúa con su estrategia de renunciar al ProTour y seguir centrado en dos puntos principales: el crecimiento de jóvenes talentos y su buen hacer en el calendario francobelga y el rendimiento de sus estrellas en las citas importantes. Fuera del ProTour también es posible encontrar el equilibrio.

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