Thor Hushovd (Arendal, 1978) ha sabido honrar su triunfo en Geelong en una temporada que, aunque no haya sido de sus mejores, supo destacar en el momento del año, el Tour de Francia. Con tan sólo cinco victorias a lo largo de la temporada, su mal comienzo de año fue enmendado con éxito en la Grand Bouclé, el escenario ciclista donde medio mundo mira con atención la evolución de los corredores.
Tras su puesta de largo en el Giro del Piemonte todavía vestido bajo el uniforme del Cervélo Test Team, la fusión con el equipo Garmin para la temporada siguiente le unió junto a grandes corredores de la talla de Tyler Farrar junto a su compañero Heinrich Haussler. Demasiados gallos en el corral. El arco iris podía verse comprometido en los objetivos de la temporada, rivalidad de calidad en busca de la misma meta.
El comienzo en el equipo de Jonathan Vaughters fue titubeante. Los resultados no acabaron de llegar pasado el primer tercio de temporada. La primavera ciclista fue totalmente para olvidar. Tan sólo en la París-Roubaix, donde la estrategia a favor de su compañero Johan Van Summeren acabó derrotando a Fabian Cancellara, tuvo un rendimiento destacado finalizando en octava posición. ¿El resto? Un resultado verdaderamente gris para las prestaciones que puede dar el noruego. 33º en la Omloop, 52º en el E3 Prijs Vlaanderen, 53º en De Ronde, 70º en la Gent-Wevelgen, 127º en la Milán-San Remo y 166º en el Scheldeprijs. Un bagaje realmente pobre que sembraron las dudas sobre su rendimiento.
De camino al Tour de Francia su parada previa fue la Vuelta a Suiza. Allí en la cuarta etapa con final en Huttwil logró que el arco iris brillase con todo su esplendor al vencer por delante de Peter Sagan en un final picando hacía arriba y donde el noruego logró sujetar el brutal sprint final de la perla eslovaca, el único de un pelotón que quedó cortado ante el poder de estas dos bestias del ciclismo mundial. La victoria llegó en el mejor momento para él. Tanto por la situación y por la forma, el triunfo devolvió la sonrisa a un Thor Hushovd que, como hemos visto, tuvo un sombrío comienzo.
Llegó entonces el momento en que el martillo de Thor hizo arreciar la lluvia y hacer que la luz del sol cruzase las gotas, luciendo un glorioso arco iris durante el mes de Julio en Francia. En el Mont des Alouettes, final de la primera etapa, ya mostró sus intenciones. Tercero en un final uphill tras Philippe Gilbert y Cadel Evans. En la segunda etapa ya mostró su poder. La victoria del Garmin-Cervélo le llevó a vestirse de amarillo y acudir a la cita con la victoria en el Tour de Francia como lleva haciéndolo ininterrumpidamente desde 2006. En una primera semana atípica en la carrera donde los sprint se vieron eclipsados por los uphill finish, Hushovd supo mantener el amarillo salvando etapas con actuaciones destacadas como en el Muro de Bretaña o en Super Besse, un final muy exigente donde perder el liderato cabía en todas las quinielas. Fue en la etapa siguiente en Saint Flour donde la escapada de Thomas Voeckler le privó de vestir el amarillo hasta el comienzo de los Pirineos. De nuevo el arcobaleno resaltada en el pelotón. El final en Lourdes estaba marcado en rojo. Con la cima del Aubisque situada a 40 kilómetros de meta se presentaba una oportunidad de filtrarse en la escapada para pelear la etapa. Petacchi, Boasson Hagen, Roy, Moncutie, Gusev, Fofonov, Pineau y Tjallingii fueron sus acompañantes. Jugando a ganar fue el primero en moverse en las rampas del coloso pirenaico, sabedor de que sus opciones pasaban por llegar con una cierta ventaja a la mitad de la ascensión respecto a otros hombres como Moncoutie o un intratable Jeremy Roy. Tras coronar por detrás de ellos, el descenso y el llano fueron sus aliados junto una potencia que exhibió primero junto a Moncoutie donde logró dejarle en un repecho cercano a la entrada a Lourdes y a falta de dos kilómetros pasó por encima de un Roy que sólo pudo contemplar como el poder del arco iris le dejaba sin victoria. Hushovd entraba brazos en alto celebrando la victoria, una victoria de casta, una victoria de arcoíris.
El éxito no acabó en Lourdes, camino de Gap llegó una más. El día que Contador evidencio a los hermanos Schleck bajo la lluvia, Hushovd sumaba su tercera victoria, un triunfo que logró por delante del que está llamado a ser su sucesor, Edvald Boasson Hagen. De nuevo en fuga, de nuevo jugando a ganar esta vez con la cabeza fría ayudado por su compañero Ryder Hesjedal supo llegar a la recta de meta para batirse con su compatriota y superarlo claramente.
La grandeza de Hushovd se erigió en la manera de conseguir el triunfo. Fuera de su hábitat natural, lejos del sprint que tantas alegrías le ha dado y que ve como los años le alejan de poder luchar de tú a tú con los grandes velocistas, supo imponer su clase, su potencia y su olfato para llevarse el triunfo en dos grandes etapas y hacer brillar el maillot arco iris en el evento más importante de la temporada ciclista.
Tras el Tour y confirmado su fichaje para las tres próximas temporadas por el BMC Racing Team, el ranking de mérito y los puntos le alejaron de participar la Vuelta a España a favor de la participación de otro compañero que continuase en el equipo la temporada siguiente. El cuarto puesto en el GP Plouay donde sólo los hombres que saltaron en los últimos kilómetros le privaron de la victoria fueron junto al Tour of Britain la competición previa al Mundial. En Gran Bretaña consiguió una victoria de pícaro, entrando fuerte en las curvas previas a la línea de meta para imponerse fácilmente a Lars Boom, a la postre vencedor final.
Ahora, Thor Hushovd pone en juego el maillot conquistado en Geelong con el único objetivo de lograr revalidar el triunfo. El recorrido corre a su favor, la necesidad de tener más compañeros que le lleven en carrera en su contra. Su clase marcará la diferencia. Pase lo que pase, podrá estar tranquilo, ha sabido honrar el arco iris y despejar la maldición que decían que caía sobre su portador.
Temporadón. Mala suerte hoy, porque podría haber optado a medalla viendo quién disputó al final.