Peter Sagan ha sido claramente una de las sensaciones de la temporada. Formado en las disciplinas del ciclo-cross y el mountain bike (llegó a proclamarse Campeón del Mundo junior en la segunda, además de un tercer puesto, y logró dos podios en la primera de estas discoplinas) en su Žilina natal, ciudad situada a los pies de los Tatra, sus cualidades han quedado patentes en poco más de cinco de meses. Una potencia extraordinaria, una punta de velocidad envidiable y un desparpajo tremendo son sus señas de identidad. Si a todo ello se le suma su capacidad para superar sin demasiados problemas la media montaña y un importante talento para los prólogos, hubiera sido normal que hubiera tenido algunos destellos durante la temporada, pero el eslovaco ha mejorado las previsiones de los más optimistas.

Cierto es que estar en un equipo grande como es la squadra verdiblu, que además apuesta firmemente por los jóvenes valores es un seguro de vida para el eslovaco, que sabe que la confianza que el equipo tiene puesta en él va acorde a la calidad que vino demostrando ya la temporada pasada en carreras y vueltas menores disputadas en Eslovaquia o Polonia bajo las filas del modesto equipo eslovaco Dukla Trencin – Merida.

Así pues, se presentaba a principio de temporada como uno de los nombres de jóvenes talentos a tener en cuenta, y ya durante el mes de Enero empezó a mostrar algunos detalles de su potencial en el Tour Down Under, consiguiendo buenos puestos en algunas de las etapas que mejor se le ajustaban. En su debut en una carrera ProTour consiguió poner su nombre en boca de todo el mundillo del ciclismo.

Pero si su participación en el Tour Down Under había podido ser interpretada como un golpe de suerte debido al desconocimiento de los otros equipos sobre él, tuvo durante la París-Niza una oportunidad de dejar claro que lo ocurrido en Australia no fue flor de un día, y con dos victorias y dos segundos puestos se presentó en sociedad. Sus dos triunfos de etapa fueron, además, de los que gustan a los aficionados: el primero, en la tercera etapa, tras filtrarse en un corte a falta de 3km de meta junto a corredores como Tony Martin, Nicolas Roche, Joaquim Rodríguez o Jens Voigt, auténticos especialistas en resolución de etapas como aquella, a los que batió con una superioridad aplastante en el sprint; en la quinta etapa fue una demostración de potencia, a falta de 2km a meta, con un terreno formado por subidas y bajadas, lanzó un ataque que nadie pudo seguir y se plantó en meta en solitario. Había irrumpido en el pelotón como un elefante en una cacharrería.

Peter Sagan

Su planificación entonces afrontaba un parón de mes y medio que sólo se vería interrumpida por la disputa de la París-Roubaix, carrera en la que dos años atrás había acabado segundo en la categoría sub23 teniendo él apenas 18, y que en esta temporada no pudo acabar.

Y llegó el Tour de Romandía, donde se llevó la primera etapa, imponiéndose en un sprint un tanto descafeinado debido a que sprinters como Cavendish, Haedo, Weylandt o Henderson habían quedado cortados kilómetros atrás por la dureza del recorrido. Se llevó también dos segundos puestos, en el prólogo, donde Pinotti le aventajó en un segundo, y en la cuarta etapa, en la que llegó a meta junto a Gilbert sólo por detrás de Spilak. Se empezaban a acabar los adjetivos para describir a semejante bicho.

La siguiente parada era el Amgen Tour of California donde ya todo el pelotón iba a seguir sus movimientos con lupa, e incluso se le empezaba a tener en cuenta de cara a la clasificación general. Y no defraudó, llevándose dos etapas y el octavo puesto en la general, además del maillot blanco como mejor joven. Sus dos victorias de etapa fueron otra vez buenos regalos para el aficionado. La primera de ellas, en la quinta etapa, en un uphill finish en el que batió con una facilidad abrumadora a Zabriskie y Rogers, que luchaban por la general, mientras que la sexta etapa, justo al día después, en un sprint del grupo cabecero nadie pudo toserle. Se podía pensar que iba a llegar pasado de forma, pero demostró que en absoluto era cierto.

Y tras su buena actuación en California, el Tour de Suiza, donde llegaba como una amenaza tanto para los corredores que optaban a triunfos parciales como, en menor medida, a los que optaban a la victoria final en Liestal. Todo parecía seguir el guión habitual, con un prólogo de 7,6km donde los únicos que pudieron batirle fueron auténticos maestros de la especialidad como Tony Martin, Roman Kreuziger y Fabian Cancellara. Llegaba a la primera etapa en linea como un claro candidato a la victoria en meta, pero entonces … se acabó, llegó a más de diez minutos de diferencia del grupo, y ya en la siguiente etapa se retiró antes de tomar la salida.

Un día más tarde nos enteramos que su cuerpo dijo ‘basta’, mucha tralla en pocos meses para un ciclista tan joven, que hicieron que el bueno de Peter Sagan acusase toda la fatiga acumulada. Y es una lástima, ya que teniendo en cuenta el calendario que queda de aquí a final de temporada y que probablemente Liquigas no quiera forzar al eslovaco, es de suponer que poco le veremos hasta el año que viene. Aunque desde Cobbles & Hills esperamos, al menos, poder disfrutar de él en las semi-clásicas italianas de final de temporada llegando en un estado de forma digno tras el Mundial de Melbourne y para correr, por qué no, el Giro de Lombardía como colofón, ya que podría empezar a curtirse en pruebas de un día en las que es un potencial ganador.

Al final a le quedarían alrededor de 40 días de competición en su primer año en la élite, y a nosotros la sensación de que ha nacido una estrella de la que queremos disfrutar durante muchos años.

Xavier Andrés