Se puede decir que ha sido un buen verano para los ciclistas jóvenes. Verano en ciclismo es sinónimo de Tour y ahí vimos tanto “booms” poco esperados como confirmaciones aguardadísimas. La tendencia continuó durante agosto: escenarios como Polonia, Benelux, Burgos o l’Ain sirvieron para seguir viendo a los jóvenes talentos despuntar. Aquí viene un pequeño ránking sumarizado de las figuras del futuro… y de hecho, ya del presente.
El maillot blanco de C&H
1 Edvald Boasson Hagen (Noruega, Sky, 1987). EBH, o Eddy The Boss como le llaman sus colegas, ha dejado atrás su enésima primavera de infortunio para sacar todo su potencial este verano. Embarcado en el Tour inicialmente como un gregario más de Wiggins, un papel que ya había desempeñado de forma excelente en la Dauphiné Libéré, la baja del británico le dio libertad para jugar sus bazas, buscando victorias de etapa libremente. Sin encontrarse al nivel que había mostrado en la alta montaña en la Dauphiné, EBH sí que desplegó todo su potencial como llegador y cazador de etapas, en un Tour muy propicio para ciclistas de sus características, o de las de su maestro Hushovd… ¿quién se acerca cada vez más a quién? ¿Thor al todoterreno que siempre ha prometido ser Edvald? ¿O Edvald al sprinter polivalente que fue Thor? Los dos mantuvieron bonitos duelos en Lisieux, Lourdes y Gap, con diferente resultado. 2 a 1 para Hushovd. Al final EBH igualó la contienda resolviendo una fuga magistralmente camino de Pinerolo. Y no había terminado con su trabajo, faltaba su carrera ya fetiche en el ENECO Tour de Benelux, dónde su polivalencia entre cronos y etapas quebradas unida a su punta de velocidad le dieron para llevarse la última etapa y la general, teniendo el honor de romper la tremenda racha triunfal de un tal Philippe Gilbert. Ya a finales de agosto, cerró capítulo rematando un descomunal trabajo de su equipo en el sprint de la Cyclassics de Hamburgo. EBH sigue creciendo, ahora a formar tándem con Thor en Copenhague en un Mundial que parece diseñado para su tipología. El año todavía no ha acabado.

EBH estuvo imperial en el sprint cuesta arriba en Lisieux (Fuente: Getty Images)
2 Pierre Rolland (Francia, Europcar, 1986). Aunque el maillot blanco del Tour no se traduce en el maillot blanco del verano por el estratosférico agosto de Hagen, lo cierto es que la Grande Boucle que se marcó Rolland, la nueva esperanza gala (sic), podría haber sido suficiente para ello. Ciclista esperado desde su destape en 2008 en el último año de Crédit Agricole, cuando maravilló en carreras del nivel de París-Niza, Lieja-Bastogne-Lieja o Dauphiné Libéré, por su clase subiendo, su combatividad e incluso una punta de velocidad interesante, luego su paso a la estructura de Bernaudeau, trajo consigo una desaparición del primer plano. No paró su progresión, sus resultados en 2009 y 2010, con buenos puestos (Top20 en el Tour, Top10 en Dauphiné), así lo mostraban. Pero no parecía quedar nada de ese ciclista con cambio de ritmo, atacador y alegre que había entrado en escena. Hasta este Tour, apareció de la mano de un inconmensurable Voeckler en Luz Ardiden y ya no se marchó de los focos. Acaparándolos todos el día que finalmente, su líder Titi, a quién fielmente había acompañado en su travesía por Pirineos y Alpes, claudicó. Rolland encontró la libertad, se metió previo a la ascensión a Alpe d’Huez y allí, en un duelo cara a cara con Contador y Samuel Sánchez, les batió para conseguir la primera victoria gala en la mítica cima desde un tal Bernard Hinault, y para lograr el maillot blanco. La nueva esperanza gala está aquí. Esperemos que responda al envite, por su bien, y por el de la fantástica generación francesa que viene detrás suyo.
3 Peter Sagan (Eslovaquia, Liquigas, 1990). Tras maravillar en Suiza y ganar con autoridad un campeonato nacional que quería ceder a su hermano, el Bicho paró. En lugar de alistarse para debutar en el Tour, miró más allá, y vio un agosto propicio, vio la Vuelta y luego el Mundial. A Copenhague todavía no hemos llegado pero los otros escenarios ya tienen clavadas las banderas de territorio Sagan. Polonia, en los Cárpatos, sirvió para verle en su versión killer, casi infalible, seguramente la aparición de este tipo más tremenda des de aquel Valverde de verdiblanco Kelme de 2003 que tiranizó el calendario español casi sin proponerselo, la figura del delantero centro de 30 goles por temporada, del escolta anotador que pide el balón al final del partido para matarlo, del ciclista de 15 victorias por temporada que levanta los brazos casi sin darse cuenta. Pura rutina. Pero Polonia también sirvió para ver su categoría de ciclista de época, sufriendo en un terreno que todavía no es el suyo para minimizar pérdidas con los escaladores y poderse llevar la general, su primera en el máximo nivel, gracias a las bonificaciones del último día. Su debut en una grande, historia todavía inacabada, tampoco ha estado mal. Pese a sufrir al tremendo calor los primeros días, Sagan apareció para culminar la obra maestra de Liquigas en Córdoba y volvió a activar su versión killer en un final en Pontevedra que parecía hecho a su medida. También se le vio pasar el Cordal en cabeza e iniciar el Angliru tirando para su jefe Nibali, momento para recordar en unos años cuando se meta a vueltómano. Y con los grandes sprinters habiendo hecho las maletas asqueados por un recorrido sin casi oportunidades para ellos, faltando todavía varias etapas de media montaña, y con lo Squalo sin opciones, queda Sagan para rato en la Vuelta.
4 Marcel Kittel (Alemania, Skil-Shimano, 1988). Viendo su tremendo corpachón y la autoridad con la que ha dominado los sprints que ha disputado esta temporada, parece mentira que estemos hablando de un ciclista que se encuentra en su primer año de profesional y que ni tan siquiera era un velocista puro en su etapa sub23. Kittel lleva ya la friolera de 13 triunfos en su año de neopro, el segundo de la lista tras Gilbert. Y este verano ha aprovechado para ganar en escenarios grandes, llevándose todas las llegadas masivas de Polonia y la única realmente canónica que hubo en la Vuelta mientras él estuvo en carrera, en Talavera. ¿Habrá llegado el Rival, con mayúsculas, de Cavendish? Quizá su renovación con Skil, que no lo tiene fácil para ser World Tour, no sea el mejor paso para ello, pero fichajes como el de John Degenkolb pueden ayudarle a conseguirlo.
5 Rein Taaramae (Estonia, Cofidis, 1987). Los éxitos de Rolland en el Tour ensombrecieron un poco la gran carrera que hizo Taaramae, que en su segunda cita con la Grande Boucle encontró por fin la regularidad y estuvo en la pelea por el blanco y el Top10 hasta la contrarreloj del penúltimo día. Dotado de un motor tremendo, tanto para la escalada como para la CRI, el estonio hasta ahora encontraba su talón de Aquiles en la gestión de los esfuerzos, su excesivo ímpetu juvenil le llevaba a sobrepasar en ocasiones su límite dando lugar a episodios ya míticos como su petada de Xorret de Catí. Pero por el camino, Taaramae iba dejando muestras de su potencial como los podios en la Volta 2010 o el Critérium de este año, o el cuarto puesto en la París-Niza de esta misma temporada. Después del Tour, terminado sin fallo, Taaramae se alistó en el Tour de l’Ain, dónde dio una exhibición en el tremendo Grand Colombier junto a su maestro Moncoutié, para que Moncoucou se llevase la general de la carrera. Un tándem a repetir en la Vuelta, con dos grandes victorias de etapa, una para cada uno en cimas inéditas. Si La Farrapona termina convirtiéndose en una cima mítica, habrá que recordar que el primero en hollarla fue un joven estonio. Si Taaramae termina convirtiéndose en un ciclista grande, habrá que recordar que su primer gran triunfo fue en una preciosa cima asturiana.