Kilómetro 5 de la quinta etapa de la Vuelta a California. ¡Atención! ¡Caída masiva! Bernard Eisel, Stuart O’Grady, Tony Martin, Jakob Fuglsang, Levi Leipheimer, Peter Sagan… ¡y Lance Armstrong! Poco a poco todos ellos van reicorporándose al pelotón, pero las secuelas de la caída están bien presentes, especialmente en el rostro del corredor texano.

foto: biciciclismo.com

Llegado al kilómetro 20, el americano decide que es mejor bajarse de la bicicleta para ir directamente a un hospital. Su maltrecha cara cuenta ya con varios puntos de sutura a la altura del pómulo y no se descarta, en absoluto, que esté fracturado. Una vez en el hospital y realizadas las pruebas pertinentes se apagan las alarmas, pese al fuerte golpe recibido no ha habido fractura. Esta vez, Lance se ha salvado.

Y es que, tras su regreso el año pasado a la competición, es el segundo gran percance que ha tenido tras el sufrido en la Vuelta a Castilla y León el pasado año, en la que a las primeras de cambio una caída en la parte final de la etapa le provocó una fractura de clavícula que le apartó durante unas semanas de la competición impidiendo que llegase en la mejor forma posible al Giro. Para recordar aquel momento se levantó una escultura (que por cierto, hace un par de mese fue robada) en el lugar de la caída. Ahora, en el Tour de Luxemburgo, prepara la Grande Boucle con la esperanza de que no le suceda lo mismo que en 2009 con el Giro de Italia.

‘la clavícula de Armstrong’ reza la leyenda

¿Mala suerte? Hasta cierto punto. Y es que lejos quedan ya aquellos años de dominio incontestable en el Tour de Francia, desde 1999 a 2005, en los que el corredor del equipo US Postal -en 2005 Discovery Channel-, salvó mil y un percances, al no verse inmerso en caídas que hubieran podido acabar con su tiranía en la ronda gala.

Siempre quedará para el recuerdo, en la edición 2003, el 14 de Julio, camino a Gap, en un descenso lanzado, persiguiendo a un Joseba Beloki que se presentaba como su máximo rival al triunfo final, en el que el corredor de Lazkao sufrió una caída que le produjo una fractura en el fémur, además de otras lesiones en la muñeca y el codo, mientras que Lance, pegado a su rueda evitó la caída y rememorando sus tiempos de ciclo-cross atajó entre la maleza para reincorporarse a la carrera.

Aunque no fue el único susto, ya que, unos días después, en la etapa con final en Luz Ardiden, mientras comandaba el grupo de elegidos se fue al suelo, sin consecuencias, y donde pudo haber tenido un problema el grupo paró para esperarlo. La suerte le volvió a sonreir, y por partida doble, ya que poco le faltó, mientras intentaba contactar con el grupo delantero para volver a irse al suelo al salírsele un pedal. Una vez la situación de carrera se normalizó, repitió la película de siempre, ataque en solitario y victoria de etapa.

Y es que Lance Armstrong, con todas sus virtudes y defectos ha sido un corredor al que, cuando ha sido el mejor, todo le ha ido de cara, mientras que cuando su dominio ha desaparecido ha sufrido todas las desgracias que años antes no había padecido. La suerte del campeón, le llamarán algunos.

Xavier Andrés