Tras una semana en la que he estado desconectado de la tecnología y las redes sociales, vuelvo para contaros como me fue en Ordizia y como afronto el circuito de Getxo y la Vuelta a Burgos, con más ganas aún que con las que venía la semana pasada,¡ y ya es difícil!
Y es que en Ordizia tuve unas sensaciones muy muy buenas aunque la mala suerte me volvió a acompañar desde el principio, aunque ya os digo que no me puedo quejar porque me note muy fuerte durante todo el día.
El día amaneció lluvioso y gris, aunque todos los corredores del Orbea íbamos con una sonrisa de oreja a oreja con nuestro nuevo maillot retro, como recuerdo a los 25 años que lleva Orbea en el ciclismo profesional desde 1985 con Pedro Delgado ganando en Luz Ardiden. Con este clima yo me fui a calentar para salir a tope e intentar coger la fuga, pero cuando llevaba cinco kilómetros pinchazo, a dar media vuelta e ir a la salida, ¡con el tiempo echándose encima! Llegue justo para que me cambiara el coche neutro, y ahí empezó una curiosa sensación que tenemos a veces los ciclistas respecto a la presión de las ruedas. Como había llovido nosotros habíamos bajado un kilo la presión a las ruedas y al cambiarla con otra de presión normal, iba con la sensación de que la otra iba pinchada. Así los diez primeros kilómetros, entre coches esperando a que viniera el mío porque otros dos compañeros habían pinchado prácticamente de salida. Total, que ni pinchazo ni nada pero ya sabéis que a veces se nos meten cosas en la cabeza y es difícil sacarlas.
Entro de nuevo al pelotón y empieza el primer puerto que subiríamos cinco veces y la fuga no se había hecho, ¿bueno o malo? Bueno porque estaba a tiempo de cogerla, pero malo porque se iba a subir muy rápido e iba el último. Así que empecé a pasar gente durante los tres kilómetros de la subida hasta que en torno al puesto treinta empecé la bajada, pero claro, menuda bajadita mojada y con gasolina en un carril entero como para arriesgar nada, asi que bajé tranquilo y claro, cuando terminamos en descenso y llegue a cabeza de pelotón ya se habían ido tres. No me lo pensé y arranque antes de que se parara todo. Se vino conmigo un francés -Benjamín Giraud- con el que me entendí bien y poco a poco fuimos recortando el minuto y medio que nos llevaban.
Llegamos de nuevo a pie de puerto con treinta segundos perdidos y ahí fue cuando quise apretar pensando en cogerlos, pero el francés se empezó a quedar y desde el coche me dijeron que era mejor esperarle y coger juntos, así que aflojé y empezamos a bajar juntos para echarles mano lo antes posible pero empezaron los infortunios. El francés pinchó, luego cambio de bici, y para colmo me dijo que le llevaba muerto. En fin, estaba viendo que se me iba el caballo cuando lo había tenido a tiro de piedra en la vuelta anterior. Llegamos a la tercera subida y a la desesperada me lancé con todo, pero del minuto y medio que nos habían vuelto a meter solo les pude recortar treinta segundos, que ya llevaba 90 kilómetros en los que me había dado bastante “el aire en la cara” y no estaba tan fresco como para recortarles tanto. Bajé de nuevo con calma, comí un poco y me puse a esperar al pelotón, que me cogió poco antes del cuarto puerto, que subiríamos dos veces. La carrera empezaba de nuevo y seguía confiando en mis piernas aunque era consciente de que había gastado bastante, así que lo primero que hice fue preguntar a mis compañeros si necesitaban algo. Fue empezar el puerto y Cabedo pinchó, así que le di mí rueda para que siguiera, pero el coche estaba cerca y me cambio a mí también por lo que me pegué un sprint y le cogí. Rápidamente me puse a tope para meterle, fuimos cogiendo a mucha gente y yo me empecé a venir arriba, ¡seguía yendo muy bien! Coronamos entre coches y empezamos a bajar. Fue salir de Altzo cuando había un coche parado que me hizo frenar, y en seguida se me fue la rueda trasera y empecé a patinar sobre el suelo mojado. Me di un golpe en el codo bastante fuerte, pero como siempre me suele pasar, chapa y pintura, y eso sí al autobús. Una pena acabar así una carrera que estaba siendo una auténtica inyección de moral para lo que viene ahora, pero bueno, ¡toca mirar para delante!
Mañana toca el renovado circuito de Getxo donde espero estar delante y ser protagonista, para que sea un anticipo de lo que intentaré hacer en Burgos la próxima semana. Llevo varias semanas preparándola con mimo, con muchos datos que me dicen que estoy bien y cada día con más confianza, incluído algún día en los que piensas que el potenciómetro tiene que estar mal, ¡o es que voy muy fácil! Y que poquitos son esos días al año en la temporada de un ciclista…
El próximo día os contaré todos los detalles de un día 100% ciclista, ¡lo tengo pendiente!
¡Un saludo!