Parecía que 2014 tenía que ser el año de Arthur Vichot (Colombier-Fontaine, 1988). Con el derecho de vestir hasta finales del mes de junio el maillot tricoleur gracias a su sorprendente victoria ante Sylvain Chavanel y Tony Gallopin en el Nacional de Lannillis, el sobrino del doble ganador de etapa en el Tour de Francia, Frédéric Vichot, se presentaba como el cuarto as de la baraja que presentaba Marc Madiot junto a Thibaut Pinot y Arnaud Démare y Nacer Bouhanni. Lejos quedaba aquel ciclista que en su debut en la FDJ fue elegido como ‘Obscure Pro’ del Tour Down Under.

Empezó la temporada con buenas sensaciones, siendo 5º en el GP de la Marsaillaise y l’Etoile de Bessèges, y por más que no pudo revalidar su victoria del año anterior en el Tour du Haut Var, llegó pletórico al primer gran objetivo de la temporada, Paris-Nice. Una Carrera hacia el Sol un tanto peculiar que olvidaba a contrarreolijstas y escaladores puros en favor de clasicómanos y uphillers, un escenario que encajaba como anillo al dedo a Arthur Vichot, un hombre que se mueve como pez en el agua en la media montaña.

Arthur Vichot ha vivido un año plagado de contratiempos.

Arthur Vichot ha vivido un año plagado de contratiempos.

El resultado fue más que satisfactorio. Superados sin incidentes los tres primeros parciales resueltos al sprint, llegaba la hora de dar el gran paso adelante, y después de verse superado en varios finales, dio su primer gran golpe en la llegada a Niza. El pelotón había quedado reducido a una veintena de unidades tras haber superado el Col d’Èze, y allí el campeón francés no dio opción a sus rivales y se impuso con autoridad. Una victoria de mucho valor que de rebote le aupaba al podio. Estaba listo para demostrar su calidad en las cotas y velocidad en las llegadas también durante la Primavera.

La primera parada fue la Classicissima, carrera que acabó antes de llegar a Sanremo, mismo desenlace que durante la Itzulia. Aquejado de unos dolores en su rodilla derecha poco tardó despedirse de la carrera vasca con la esperanza de poder salvar así las clásicas de cotas. Pero no iba a ser posible, la lesión era importante y no pudo ponerse el dorsal en ninguna de las carreras del tríptico. Y no lo hizo hasta mayo en en la Bayern Rundfahrt, con el Tour de Francia en el horizonte, donde llegaba con cierta libertad en un equipo lotero centrado en cumplir los objetivos de Thibaut Pinot y Arnaud Démare. Pero antes de poder tener una opción real, otra vez se cruzó la mala suerte en su camino. Unas anginas le apartaron del Tour de Francia antes de haber podido demostrar sus cualidades.

Quedaba el último tercio de temporada para dar brillo a un año en que las sombras del Tour y la Primavera habían prevalecido sobre las luces de Paris-Nice. Una segunda mitad de agosto muy cargada en las carreteras francesas fue la preparación elegida para encarar los retos que se presentaban para el mes de septiembre, y cuando el octavo mes del año tocaba a su fin demostró estar listo para la batalla al subirse al podio del GP Ouest France – Plouay. La siguiente parada de su planificación de cara a Ponferrada eran las clásicas canadienses, pero otra vez la mala fortuna se cruzó en su camino. Una fractura de clavícula en el GP de Québec le dejaba fuera de la selección francesa para el Mundial. El tercer revés en la que tenía que ser la temporada de su asentamiento como alternativa al dominio reinante en las cotas. El año que viene, Arthur Vichot volverá a la carga.