A día de hoy, Andrea Guardini ha dejado de ser la gran promesa del sprint italiano. Sus años en la Farnese Vini – Selle Italia en los que es más recordadso por sus 11 victorias en el Tour de Langkawi que por su triunfo ante Mark Cavendish en la etapa más rápida de la historia del Giro de Italia no tuvieron continuidad tras su flamante fichaje por Astana y su progresión se paró en seco. Las esperanzas depositidas en el veronés se habían esfumado. Tres victorias entre 2013 y 2014 en Malasia, eran sus guarismos en la formación kazaja antes de la llegada del verano.
En estas se encontraba el sprinter cuando después de haber fallado en todas las carreras a las que había sido citado dio comienzo el Tour of Denmark. Una carrera en la que, a pesar de la reducida nómina de velocistas, con ilustres veteranos en horas bajas como Gerald Ciolek o Matti Breschel y jóvenes incipientes como Magnus Cort Nielsen o Tom Van Asbroeck, su figura no se presentaba como la de candidato a las volatas. Pero para sorpresa general, el italiano volvió a levantar los brazos en suelo europeo más de dos años después. Y no lo hizo en una ocasión sino en dos. Una reaparición sorprendente que no venía en el guión de la carrera danesa.
El Tour of Denmark había sido un éxito al que seguiría el Eneco Tour, carrera a la que Astana ha acudido con un ‘Equipo B’ si no ‘Equipo C’, como siempre que Andrea Guardini es de la partida desde hace año y medio. Los rivales, en este caso, de mucho mayor nivel con André Greipel, Nacer Bouhanni o Sacha Modolo a la cabeza. Pero cuando el pelotón pisa suelo de habla neerlandesa, el ciclismo adquiere aroma a clásica. Lluvia, viento, caídas, rotondas e isletas se aliaron con él eliminando rivales de cara a una llegada en la que el un misil celeste no dio opción a sus rivales.
Una mejora de prestaciones que sin embargo no parece ser que vaya a implicar su inclusión en el equipo para la Vuelta. Las aspiraciones del equipo de cara a la general cortan de raíz sus opciones. Fabio Aru y Vincenzo Nibali monopolizan los esfuerzos de los kazajos en las GTs, y Andrea Guardini no es Mark Cavendish. Su fichaje por Astana planteaba dudas y estas han acabado resolviéndose en su contra, tampoco él ha dado motivos para lo contrario. Ahora, en este inicio de agosto, Andrea Guardini ha vuelto a mostrar su mejor versión.
Y lo ha hecho justo a tiempo para revalorizarse, pues con la finalización de su contrato con el equipo de Alexander Vinokourov se abre un nuevo panorama, y aunque probablemente deba dar un paso atrás y volver a un equipo ProConti, ésta será su única opción para poder a reclamar una nueva oportunidad en el WorldTour en el futuro.