Cualquier patrocinador nuevo necesita el respaldo de las victorias para que crea en el proyecto, de modo que el triunfo de Jan Ghyselinck (Wanty – Groupe Gobert) tras más de dos meses de sequía y varias carreras en las que solo les ha faltado rematar es un bálsamo para una estructura de nuevo cuño, imperiosamente necesitada de un triunfo en un escenario de calidad. Y ese no ha sido otro que La Polynormande, duodécima ronda de la Copa de Francia, en la que el belga ha tenido el instinto para atacar en el momento idóneo y la fuerza para aguantar el empuje de sus perseguidores y batir a Antoine Duchasne (Europcar) en los últimos metros.

Una pelea entre dos segundas espadas que pudo dirimirse a la raíz de la escapada de quince corredores que monopolizó la carrera, y que desde el primer momento, por todos los condicionantes que la rodeaban, apuntaba a ser válida. En primer lugar, no se trató de un corte consentido, sino que llegó tras varios kilómetros de ataques y contraataques, una vez llegaron al primer paso por la côte de la Pigeonnière, dando lugar a un grupo de notable calidad. Por si fuera poco, en él aparecían representados todos los conjuntos en liza salvo Vino 4Ever y Differdange-Lorsch. En definitiva, los dos planteles sobre el papel más débiles de la prueba debían perseguir una quincena de ciclistas de calidad.

Jan Ghyselinck

Ghyselinck estrena su palmarés tras cinco años como profesional / Archivo

Una tarea que pronto se vio que les quedaba demasiado grande, y de la que los kazajos intentaron zafarse mandando a Alexandr Shushemoin por delante, pero sin fortuna. De modo que siguieron copando las primera plazas del gran grupo, que no paraba de perder tiempo respecto al grupo de cabeza. En pocos kilómetros, la renta ya subía a cuatro minutos.

No obstante, la escapada no interesaba a todos por igual, y a la vista de que la situación se volviera incontrolable desde el primer momento, un Cofidis decidido a jugar las opciones de Julien Simon, líder de la Copa de Francia, cambio el tempo del pelotón para mantener la situación controlada y, de paso, las piernas de Romain Hardy, que viajaba delante como espectador de excepción. La entrada de los crediticios dejó a partir de entonces la diferencia estable en torno a los tres minutos, a medida que iban consumiéndose los giros intermedios en el circuito final.

La calma chicha que se rompería a cuatro vueltas de la conclusión. La presencia de Damien Gaudin y Steve Chainel (AG2R – La Mondiale) por delante provocó cierto nerviosismo en algunos equipos, que no tardaron en mover hombres para intentar conectar con los líderes y equilibrar la balanza. A la primera aceleración de Rudy Barbier (Roubaix – Lille Métropole) seguían otros contraataques que ponían en el punto de mira a la fuga, pero ninguna de estas lograba entenderse o mantener la explosividad inicial durante suficiente tiempo para alcanzar unas primeras plazas en las que el ritmo también se incrementaba. A la vista que a falta de dos vueltas apenas mantenían una centena de segundos, Bretagne-Séché Environnement, quienes también tenían cierta superioridad con Jean-Marc Bideau y Anthony Delaplace, usaron a este último para atacar e intentar seleccionar la numerosa fuga, que aun se mantenía compacta.

El ciclista normando fue, sin duda, el hombre más combativo del día. Durante los últimos kilómetros lo probó en varias ocasiones y en todos los terrenos, pero una y otra vez chocaba con un contraataque que acababa con sus huesos de nuevo en el seno de la escapada. De cualquier modo, sus continuos demarrajes al menos habían acabado con las fuerzas de Evaldas Siskevicius, Thomas Vaubourzeix (La Pomme Marseille 13) y Chainel, cazados por aquel entonces por el paquete, y había incrementado de nuevo su renta hasta los dos minutos restando apenas un giro. El triunfo estaba delante.

Tras el enésimo intento en balde, se produjo el enésimo reagrupamiento y cierto parón de donde surgió como una exhalación Ghyselinck. Muy tranquilo hasta el momento, vio como Duchesne se adosaba a su rueda y los demás se miraban entre sí unos segundos determinantes. Ambos se unieron en su apuesta, que obviamente era a todo o nada, y pudieron coronar el último paso por el repecho normando con una leve ventaja frente a Quentin Jauregi (Roubaix – Lille Mètropole) y, quien sino, Delaplace. Pero el dúo perseguidor sí encontró respuesta, viéndose de nuevo neutralizados y abriendo el cielo a la pareja belga-canadiense, que llegaría junta al triángulo rojo, pero no a la meta. Como había hecho anteriormente en el grupo, Ghyselinck volvió a elegir el momento idóneo para dar la puntilla a un Duchesne desfondado y lograr su primera victoria como profesional.