El inicio de temporada de Ag2r – La Mondiale fue de aquellos que imponen. Con el ahora cuestionado Carlos Betancur a la cabeza con su victoria en Paris-Nice, los franceses registraban nueve triunfos a finales del mes de marzo. Al colombiano se le unieron dos de los puntales del equipo. Romain Bardet ganó en la Valence Drôme Classic y Jean-Christophe Péraud ganó el Critérium International. Pero no fueron los únicos en reportar alegrías al conjunto de Lavenu. Las cosas marchaban rodadas y todo salía a pedir de boca, hasta el punto de que también el joven neoprofesional Alexis Gougeard se unió a la fiesta y estrenó su palmarés en la Classic Loire Atlantique.

Un inicio de campaña impensable para cualquier aficionado hasta que llegado abril los cauces volvieron a la normalidad. Con la entrada en escena de las clásicas belgas se cortó el flujo de victorias hasta el punto de que durante abril y mayo sólo se sumaron dos triunfos al casillero; un parcial de Axel Domont en la Sarthe y, por fin, el ansiado de reencuentro de Yauhenni Hutarovych con la victoria en el GP de la Somme. Era el momento del Giro de Italia, un escenario en el que los franceses tenían entre ceja y ceja brillar. Con Domenico Pozzovivo como punta de lanza mostraron una actitud ofensiva que le valió una 5ª posición final que acabó sabiendo a poco; un muy buen resultado que se complementó con la excelente labor realizada por Alexis Vuillermoz.

Les faltó una victoria de etapa que hubiese sido la recompensa que el equipo merecía tras un muy buen Giro, pero paradójicamente ésta llegó el día que la Corsa Rosa tocaba a su fin. Pero no fue en Trieste, fue en les Boucles de l’Aulne, y el protagonista volvió a ser Alexis Gougeard. Con apenas dos meses de diferencia, el normando nacido en 1993 lograba su segunda victoria de la temporada, también en la Copa de Francia. Dos triunfos con un mismo desenlace, llegando en solitario a meta con escasa ventaja sobre sus perseguidores. En La Haye-Fouassière la fuga ganó con claridad la partida al pelotón y Gougeard pudo con sus compañeros de escapada, pero en Châteaulin sí pudo sentir el aliento del gran grupo y el resto de la fuga persiguiendo en los compases finales cuando viajaba junto a Rudy Kowalski hacia la línea de meta.

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Alexis Gougeard felicitado por Christophe Riblon tras ganar la Classique Loire Atlantique © Ouest France

Entonces, en ambos escenarios demostró la que sin duda es su gran especialidad, su capacidad como rodador. Lanzó sus ataques en los compases finales y salió victorioso. Una habilidad para rodar en solitario forjada en la pista que pronto le convirtió en uno de los mejores croners franceses y europeos en categorías formativas. Fijo de las convocatorias de la selección francesa en campeonatos europeos y mundiales, recibió también la llamada de Bernard Bourreau tuvo también su oportunidad en la pasada edición del Tour de l’Avenir, y allí demostró estar listo para dar el salto. Se impuso en el prólogo y vistió de líder durante cuatro etapas, además de ser el único capaz de cuestionar el dominio de los gemelos Simon y Adam Yates en su demostración de Morzine.

Bien atento a todo aquello estuvo Vincent Lavenu, y no tuvo dudas. Había llegado la hora de Alexis Gougeard. La respuesta de su pupilo no ha podido ser mejor, y ha demostrado que es mucho más que un proyecto de gran contrarrelojista. Recién cumplidos los 21 años acumula ya dos victorias, y ninguna de ellas en su especialidad. El tiempo dirá qué camino toma su carrera, pero a día de hoy parece que son varias las puertas que tiene abiertas para convertirse en un muy buen corredor en el medio plazo. Porque no nos engañemos, cada victoria que llegue en un futuro próximo no es sino una agradable sorpresa. Y no, en este caso no estamos hablando del enésimo futuro francés ganador del Tour.