Para entender mejor la planificación estratégica en el 98º Tour de Flandes es fundamental tener como punto de partida, a grandes rasgos, tres elementos esenciales para llevarlo a cabo: el recorrido, el equipo y el rival.

La ruta consta de 259 kilómetros, desde la salida localizada en Brujas, en los que se distinguen tres bloques básicos con señalado valor táctico a simple vista: un primero que compondrían los 190 primeros kilómetros hasta la llegada al Kanarieberg empezando desde Oude Kwaremont -por el que ascenderán en esta edición hasta en tres ocasiones-, nueve cotas concentradas en 80km como entrante.

Un segundo durísimo, que comenzaría de nuevo con la segunda llegada a Kwaremont para enlazar rápidamente con Paterberg siendo el primer paso por ambos, y atravesar Koppenberg, Steenbeendrieks y Taainberg en tan solo 18 kms. Y un tercero, el decisivo, a partir del km 232 hasta el 245, compuesto por Kruisberg/Hotond y de nuevo los míticos Kwaremont – Paterberg que finalizarán la “tortura” adoquinada una vez más a 14km de la línea de meta en Oudenaarde.

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En el primer bloque, las posibilidades de los conjuntos más potentes pasan inexorablemente por controlar una carrera de por sí caótica e intentar amparar a su líder en todo momento. Para que ello pueda llevarse a cabo, lo más importante es la labor de su compañeros centrados en librar cualquier indicencia externa (caídas, pinchazos, incidencias, etc.) que hipoteque el plan establecido. Por otro lado, su fijación en la primera mitad en De Ronde vendrá dada en función del equilibrio entre frenar los primeros movimientos por romper el grupo por el resto de equipos importantes que traten de filtrar corredores en cabeza, y mantener la calma del pelotón siendo el sostén del ímpetu de los primeros aventureros de los conjuntos menos competitivos que lo intenten hasta llegar al primer paso por Oude Kwaremont, en el km 109, donde “los grandes” impondrán el primer cambio de ritmo de carrera en el grupo principal para minar progresivamente las fuerzas de los rivales.

Un trabajo para rodadores experimentados a los que se les pide máxima concentración y atención en las 9 cotas siguientes que se les presentan antes del kilómetro 200. Las cinco primeras horas de carrera serán un ejercicio de resistencia y trabajo que pondrán a prueba los pilares donde posteriormente se fundamente la victoria, la exigencia es extrema y soportar el esfuerzo se convierte en una tabla de salvación cuando llegue el momento que determine las primeras arremetidas entre los jefes de filas y no se conviertan en un factor de desequilibrio por inferioridad numérica.

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Si las premisas se cumplen, en la parte intermedia se harán efectivas a partir del km 205, a 54 de meta cuando los corredores se enfrenten de nuevo a Oude Kwaremont esta vez conectado al insaparable Paterberg y al que se suma además Koppenberg, todos ellos en apenas 15kms, en los que el trío de ascensiones se convertirá en el segundo punto clave de cara al desenlace de la carrera. La veda se abrirá oficialmente a partir de entonces y el esfuerzo de los equipos punteros pasa por permanecer lo más adelante posible del grupo y liberar de tensión y nervios al líder descargado sobre las espaldas de las últimas unidades que hayan resistido hasta este punto. Trabajo, que de dar sus frutos, posibilitaría que los más fuertes en cuestión gocen de plenas garantías para hacer valer su fortaleza física en el llano adoquinado de Mariaborrestraat y las cotas anexionadas de Steenbeekdries y Taaienberg. O en el peor de los casos, no encontrarse en solitario ante una más que probable inferioridad numérica producida por el desgaste de la larga jornada y lo exigente de la superficie.

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En el último bloque en principio se contemplan más opciones que la posibilidad que sostiene que el único argumento es la imposición de la fuerza, en donde los equipos capaces de semejante exhibición de dominio están marcados por su historia, por un lado Trek Factory Racing de Fabian Cancellara junto a Stijn Devolder que han demostrado estar en magnífico estado de forma en los test de E3 Harelbeke y Gante – Wevelgem, y por otro, las variantes que ofrece el Omega Pharma – Quick Step con un plantel de alto nivel de calidad. El resto parten desde la premisa que sus oportunidades se basan en la contraprestación de las intenciones de ambos, conjuntos con suficiente potencial como para dinamitar la carrera al final pero sin llevar el peso de la misma lo que supondría un enorme desgaste con un número reducido de bazas a su favor.

Nombres como los de Peter Sagan – Oscar Gatto (Cannondale), Sep Vanmarcke – Maarten Wynants (Belkin), Jurgen Roelandts – Tony Gallopin (Lotto – Belisol), Luca Paolini – Alexander Kristoff (Katusha), Greg Avermaet – Taylor Phinney (BMC) o Edvald Boasson Hagen – Geraint Thomas (Team Sky) para poner un ejemplo, son los que deberán acreditar una excelente capacidad instintiva para saber leer las distintas situaciones que se les puedan presentar en un momento dado, a ellos les pertence el contraataque como punto estratégico principal para saber esperar y aprovechar el momento justo para encontrar la gloria, siendo la presión por resolver problemas con rapidez y agudeza lo que hará mella en sus intenciones, librarlas es lo que distinguirá un podio del ostracismo.

Kwaremont – Paterberg pueden ser un punto definitivo, o quizás las decisiones de los directores moviendo sus piezas con eficacia, o tal vez la avidez de un corredor baste en un momento dado para desequilibrar la balanza, o una parte de cada una de ellas sin contar la mala fortuna. Pero entonces sobreviene una pregunta conveniente, ¿gana el más fuerte?.