Hijo de Kurt Van Keirsbulck, ganador junior de De Ronde van Vlaanderen a mediados de los años ’80, y nieto de Benoni Beheyt, campeón mundial de ciclismo en Ronse’63, el nombre de Guillaume Van Keirsbulck (Roeselare,1991) era de aquellos que sonaba con fuerza ya desde muy pequeño. Lo empezó a hacer cuando se erigió como el gran dominador belga en la lucha contrarreloj en la categoría junior, quedando luego patente que su potencial abarcaba mucho más que la disciplina contra el crono. Siendo natural de West-Vlaanderen tenía en los adoquines su gran pasión. Una gran pasión acompañada eso sí de talento a raudales, porque sin talento nadie es capaz de alzarse con la Paris-Roubaix junior por delante de un tal Arnaud Démare.
Era su gran carta de presentación y tenía en Patrick Lefévère a su gran valedor, a quien tras un año como stagaire no le tembló el pulso y le hizo un hueco en la plantilla de QuickStep en 2011. Aquel fue un año negro para el equipo belga en el que, sin embargo, Guillaume Van Keirsbulck puso algo de luz con su victoria en el Omloop van het Houtland – Lichtervelde, un triunfo acompañado con otras buenas actuaciones en las semiclásicas belgas de final de temporada con el que agradecía la confianza puesta en él.
A partir de aquel momento, y como no podía ser de otro modo, las expectativas se desataron. Un percherón de 1,92 que se movía como pez en el agua en los adoquines y con una punta de velocidad envidiable, él era el relevo natural de Tom Boonen y la piedra angular de la transición que el equipo debía afrontar a medio-largo plazo. Él y el recién llegado Matteo Trentin. Pero antes ambos tenían que trabajar para Tommeke y tuvieron la oportunidad de ser sus lugartenientes en la histórica Primavera del poker de victorias. Y no sólo lugartenientes, ya que el belga tuvo la osadía de, en su primera Paris-Roubaix como pro, meterse en la escapada inicial hasta que el tramo de Aremberg se cruzó en su camino y le obligó a abandonar.
A partir de entonces, mientras Omega Pharma – Quick Step se exhibía y las victorias se sucedían una tras otra, él entró en una espiral que le condujo al más absoluto anonimato hasta que llegó el Circuito Franco – Belga en el que volvió a dar la mejor versión de sí mismo renovando las esperanzas de cara a la temporada 2013. Pero tampoco entonces alcanzó las expectativas que había depositadas sobre él. Mientras Matteo Trentin debutaba con victoria en el Tour siendo pieza importante en el treno de Cavendish, él se estrenaba en una Gran Vuelta de forma más que discreta por las carreteras españolas. No era ni mucho menos un fracaso, pero sí una pequeña decepción. Tras aquella victoria dos años corría el riesgo de haberse convertido en un gregario sólido a costa de perder su condición de ganador.
Pero en este inicio de temporada todo ha cambiado. Empezando por el Tour of Qatar, tierra de clásico dominio de Tom Boonen, donde gracias al sensacional trabajo de Guillaume Van Keirsbulck en la primera etapa, que no sólo se vaciaba en favor de que la fuga llegase a buen puerto sino que además tenía fuerza suficiente para lanzar a Niki Terpstra a la victoria parcial y general. Otra vez como gregario, era lo que le tocaba, como en Argentina y Omán, pero también en el Omloop Het Nieuwsblad y Kuurne – Brussel – Kuurne, una de cal y una de arena.
Era entonces cuando llegaba su momento para liderar el equipo, y tras el fracaso colectivo de OPQS en Le Samyn llegó el turno de los Driedaagse van West-Vlaanderen. El prólogo inicial tuvo un sabor agridulce al acabar séptimo a 15″ Gert Jõeäär, pero en la jornada final con final en Ichtegem a escasos 20km de su Roeselare natal se reencontró con la victoria. Una victoria de raza, moviéndose en los instantes finales de la etapa, atacando al grupo, rodando en solitario y aguantando el pulso al pelotón. No fue suficiente para hacerse con la general, pero dos años y medio después volvió a sonreír. Continúa la temporada de piedras y le tocará alternar trabajos de gregario en las grandes citas con opciones como líder en carreras menores, hasta que le toque dar el salto definitivo si es que finalmente le toca darlo.