Su posición hegemónica en el barro mundial no había sido suficiente durante los últimos años para asegurarse un hueco en el el cajón de los mundiales juveniles. A pesar de su calidad, las promesas celestes sólo habían conseguido subirse en una ocasión desde la victoria del ya élite Joeri Adams en Hooglede-Gits. Franceses, checos y neerlandeses torpedeaban año tras año lo que debería ser una fiesta del ciclismo belga, y que terminaba en cada ocasión con un nuevo fracaso para una selección de su poderío.

Hasta hoy en Hoogerheide, donde todas las decepciones y sinsabores acumulados durante tanto tiempo han sido recompensados en apenas tres cuartos de hora mágicos para los chicos de Rudy de Bie, que han dado un golpe sobre la mesa y reclamado de nuevo el trono y el futuro del ciclocross universal con la consecución de un triplete histórico de la mano de Thijs Aerts, Yannick Peeters y Jelle Schuermans, que además se ha visto escudado por la quinta posición de Kobe Goossens, la séptima de Eli Iserbyt y el no menos meritorio duodécimo lugar que logró Thomas Joseph después de haber sido uno de los mayores perjudicados de la tremenda montonera inicial.

Y es que los nervios de una cita así y la elevada participación hacían presagiar unos primeros instantes llenos de caídas y enganchones, que ni siquiera esperaron a tomar contacto con el barro. Dos de los candidatos a hacer un buen papel hoy -Lucas Dubau (Francia) y Pascal Eenkhoorn (Países Bajos)- hacían el afilador y provocaban un efecto dominó en el grupo que acababa con una decena de ciclistas en el suelo, Roman Lehki (República Checa) en la enfermería y Diego Pablo Sevilla y Raúl Fernández en una posición mucho mejor de la imaginable. Sin necesidad de empezar a rodar, el horizonte se despejaba de rivales para los que se presumían como grandes favoritos, Adam Toupalik y Peeters.

No obstante, ninguno de los dos tomaba responsabilidades desde el principio. Mientras el belga dejaba hacer a sus compatriotas Goossens y Schuermans, el checo daba sus primeros síntomas de debilidad al tener que apoyarse en otros ciclistas para cerrar los huecos marginales que se formaban en una primera vuelta en la que, ya fuese por escaso ritmo o las fuerzas intactas, el grupo se mantuvo compacto hasta la entrada de Joris Nieuwenhuis (Países Bajos). El corredor de Giant tomaba el mando en la zona de descenso del segundo giro y empezaba lo que se iba a convertir en una aventura quijotesca, a todas luces destinada a la derrota, a la que no perdió la cara en ningún momento dispuesto a defender el honor nacional en su propio feudo.

El tremendo impulso del neerlandés sólo encontró respuesta -muy forzada- en Goossens, obligando al triunvirato formado por Peeters, Schuermans y Aerts a intentar llevar a cabo una neutralización más pausada y progresiva junto al helvético Johan Jacobs, único corredor del ’97 que quedaba en disposición de luchar por la carrera. Los Toupalik, Iserbyt, Wouters… perdían más de 20 segundos en apenas medio giro y se veían obligados a una remontada a la desesperada que no llegaría y que les condenaría a una deshonrosa lucha por la séptima posición.

Nieuwenhuis estaba fuerte, estaba extra-motivado y en las zonas de rodar más puro se veía como sacaba de punto a su compañero de viaje, pero una vez el ‘nitro’ del neerlandés se acabó, en la parte final de la tercera vuelta, se dio cuenta de la horripilante situación en la que se encontraba. Tras un tropezón y un problema con el cambio, toda su ventaja se esfumaba y se quedaba descolgado con un Aerts dispuesto a sacrificarse por unos Schuermans, Goossens y Peeters que tomaban la delantera. Nieuwenhuis vio como le denegaban el relevo, le frenaron y molestaron de todas las maneras que su rival flamenco se imaginó para romper su progresión, pero sacando toda la rabia acumulada se sacó de la manga un descollante paso por el bosque que sirvió para cazar a un Goossens que estaba empezando a pasar factura de su esfuerzo inicial.

No iba a haber marcha atrás, ya había decidido ir a por los gigantes. Consciente de su inferioridad, decidió no mirar atrás y tirar a por todas fuese cual fuese su suerte. Alcanzaba y dejaba atrás también a Schuermans y hacía lo propio con Aerts -quien había aprovechado un error del neerlandés para tomar ventaja- y Peeters -con quien había llegado a acumular desventajas superiores a la quincena de segundos pocos instantes atrás- al toque de campana. Espoleado por su público, el corredor de Zelhem se agarraba a la rueda de los dos belgas buscando tomar oxígeno de cara a la parte final.

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Sólo Francia en Sankt-Wendel ’11 había conseguido antes el pleno en categoría junior / Foto: Cobbles & Hills

Sin embargo, sin apenas haber tenido tiempo de soltar las piernas, Peeters hacía su apuesta en el tramo de descenso, buscando romper por técnica y mantener por piernas a Aerts, pero éste no sólo aguantó perfectamente, sino que contraatacó con tal potencia que acabó con la resistencia del dominador del Superprestige y el BPost Bank Trofee de la categoría. Peeters lo intentó en primera instancia, paró, y volvió a ir en búsqueda del ganador en Nommay, cegado por la oportunidad de un oro que se le escapaba y presionado por un Nieuwenhuis que, con mucha sangre fría -y fatiga- le dejaba toda la responsabilidad. Demasiada. La euforia del neerlandés se desplomaba al comprobar que, efectivamente, eran molinos. Contra todo pronóstico, Schuermans se recuperaba con una última vuelta primorosa y le capturaba a menos de medio circuito del final.

Se estaban mezclando todos los ingredientes para la gran exhibición de poder belga. Aerts ya avanzaba desbocado hacia un merecido título mundial, en una carrera en la que había sido el más fuerte sin discusión tras una temporada planeada a la perfección de cara al día de hoy. Peeters, quizá un poco resignado, tenía en el bolsillo ya una plata un poco agridulce, tras haber dejado pasar su primera gran oportunidad. Y por si fuera poco, un Schuermans pletórico iba a enfrentarse al sprint a un Nieuwenhuis que llevaba luchando en solitario toda prueba. El resultado, un triplete histórico que rememora su exhibición de Koksijde y les confirma, por enésima vez, como la gran potencia pasada, presente y futura del barro internacional, por delante de Países bajos, Francia, Italia…

… o España, que gracias al desempeño de Sevilla (17º, después de salir en la última fila), Gotzon Martín (31º) y Fernández (33º), sale de Hoogerheide con la quinta plaza por equipos, superando a países con el futuo o la tradición de Estados Unidos, Chequia o Alemania.

Clasificación final:

1. Thijs Aerts (Bélgica) en 45:55
2. Yannick Peeters (Bélgica) a 0:10
3. Jelle Schuermans (Bélgica) a 0:12
4. Joris Nieuwenhuis (Países Bajos) a 0:13
5. Kobe Goossens (Bélgica) a 0:22
6. Johan Jacobs (Suiza) a 0:35
7. Eli Iserbyt (Bélgica) a 0:42
8. Yan Gras (Francia) a 0:58
9. Sieben Wouters (Países Bajos) a 1:10
10. Hugo Pigeon (Francia) a 1:19
17. Diego Pablo Sevilla (España) a 2:54
31. Gotzon Martín (España) a 4:14
33. Raúl Fernández (España) a 4:16