Un año atrás, en este mismo escenario, la nieve se les atragantó a los corredores belgas. En una imagen casi inédita en lo que va de siglo, el podio de una prueba de la Copa del Mundo aparecía despoblado de sus principales dominadores, que han visto desde entonces como su posición de poder se ha ido reduciendo paulatinamente en favor de un pequeño grupo de ciclistas foráneos que han empezado a comerles la tostada con más y más asiduidad, viéndose desplazados de los dos principales peldaños en la lucha por el maillot blanco y mostrándose impotentes ante el poderío extranjero en feudos como Zolder.
El combinado de Rudy de Bie llega, por lo tanto, más asolado por las dudas que nunca, apenas dos años después de su histórico pleno en Koksijde. Un hazaña histórica que eliminó de un plumazo los fantasmas de Tábor, posiblemente el antecedente más oscuro en un Mundial para los flamencos desde las lágrimas de Nys y De Clercq en Sint-Michielsgestel. A pesar de que en la capital bohemia lograron hacerse con las preseas de plata y bronce, acabaron enfangados en el manto helado que también cubrió en trazado checo en aquella ocasión y que finalizó con más de la mitad del plantel hundido en el más profundo abismo de la clasificación.
Aunque el cartel de máximo favorito lo tenía Zdenek Štybar, tras un año portentoso, corriendo en casa y en unas condiciones que le venían como anillo al dedo, la delegación celeste acudía como siempre con un plantel temible -que acumulaba cinco ciclistas en primera fila y los bicampeones mundiales Bart Wellens y Erwin Vervecken poco detrás-, con no sólo la intención, sino la obligación de hacer sudar sangre a ‘Štyby’ si quería cumplir con los pronósticos y pelear por todos los puestos de honor con todos y cada uno de sus integrantes.
Y durante los primeros compases, nada hacía pensar que la carrera no fuera a seguir esos derroteros. A excepción del campeón universal saliente -Niels Albert-, que como es costumbre en él se había dormido en la salida y se veía encajonado en una posición retrasada, todos sus grandes nombres copaban los primeros puestos. Por si fuera poco, el enemigo número uno de la selección rodaba retrasado tras una avería que, junto al bueno de Vantornout, había anulado su fogoso arranque buscando romper la baraja desde el principio.

La defensa del primer título de Albert se convirtió en uno de sus peores días como profesional / Foto: http://isaacsuarez.blogcindario.com/
No obstante, y como por arte de magia, todo se empezó a torcer a partir de la tercera vuelta. Para empezar, la esperada remontada de Albert no terminaba de cuajar e incluso veía como algunos de los hombres que anteriormente seguían su rueda a duras penas le rebasaban sin problemas, perdiendo tiempo inexorablemente con un grupo de cabeza del que desaparecía sin remedio Bart Aernouts -tan retrasado ya como el ciclista de Bonheiden- seguido por Kevin Pauwels, quien en un enganchón con una valla perdía unos segundos que ya no volvería a recuperar. Mientras tanto, sólo Wellens parecía capaz de sobrellevar el ritmo de los perseguidores checos, que en un abrir y cerrar de ojos se convirtieron en mayoría en el grupo cabecero de la mano de Zlámalik, Bina, Simunek y, por supuesto, Štybar.
Un carrera que parecía controlada de pronto se había desmoronado del todo. Por si fuera poco, el ciclista de Planá aprovechó un momento de despiste de Sven Nys para volver a abrir gas, en esta ocasión de manera irremediable. En apenas medio giro, Štybar dejaba absolutamente tirados a todos sus rivales, decidiendo con absoluta superioridad el campeonato en el ecuador del mismo y acabando con su primer objetivo de plantear batalla por la victoria hasta el final.
Y el segundo quedaba a cada minuto más y más lejos. Mientras Vantornout y Nys daban la cara sin demasiada fortuna pero con coraje, las cosas iban cada vez peor para el resto de integrantes de la escuadra belga. Wellens, el único que quizá pueda merecerse el aprobado, se quedaba en tierra de nadie y se acababa consumiendo en una persecución a ninguna parte, Vervecken daba síntomas de estar lejos de sus mejores días y rodaba en un grupo con favoritos de tercera fila, Pauwels y Aernouts perdían plazas irremediablemente hasta acabar desconectando y Albert cerraba un capítulo negro de su trayectoria poniendo pie a tierra a falta de dos rondas y pasando de largo ante los micrófonos de Sporza. La clasificación de los cinco tras las nueve vueltas al ondulado y helado trazado, habla por si sola:
- Bart Wellens – 10º a 2:13
- Erwin Vervecken – 16º a 2:45
- Kevin Pauwels – 25º a 3:29
- Bart Aernouts – 37º a 4:56
- Niels Albert – DNF
Un bagaje desolador que hubiera sido simplemente lamentable de no ser por el buen hacer del corredor de Torhout y la espléndido vuelta final del ‘Kanibaal’, en la que remendó una carrera plagada de errores que a punto estuvo de costarle el podio a pesar de un estado de forma envidiable. Un infame bache en una trayectoria prácticamente intachable, que por contra se está volviendo cada vez más común.
¿Volverán a tener otro día negro que les haga rememorar lo vivido aquí o este mismo año en Zolder? Por suerte para ellos, parece improbable que la nieve vuelva a cruzarse en su camino, y será el barro que tan bien les viene a unos ciclistas de su calidad técnica y física el verdadero protagonista de la carrera el domingo.