El ciclismo ha sido, históricamente, un deporte popular en África. La colonización europea trajo consigo la llegada del deporte de las dos ruedas a lo largo y ancho del territorio. Pero caló más en unos lugares que en otros. Así, en el norte de África, se convirtió, por cercanía, en el lugar de donde salieron los primeros ciclistas profesionales. Los países magrebíes -Marruecos, Argelia, Túnez- coparon la hegemonía ciclista durante buena parte del siglo XX. Ahmed Kebaili, Custodio Dos Reis -primer ciclista africano en ganar una etapa del Tour de Francia-, Abdel Kader Zaaf, Ali Neffati, Mohamed Ben Brahim, Abdel Kader Abbes y los más recientes Adil Jelloul, Rafaa Chtioui, Soufiane Haddi y Maher Hasnaoui -todos ellos en el Skydive Dubai- han sido los más destacados del productivo ciclismo norteafricano.
A otro nivel, gracias en parte a más facilidades, han rendido los corredores sudafricanos. La mayoría de ellos, con descendencia europea, aprovecharon el arraigo del ciclismo y la conexión con otros continentes para llegar a la élite. Fue el caso de Alan van Heerden, Willy Engelbrecht, David George o el mejor corredor africano hasta la fecha, Robert Hunter. El nacimiento de equipos como Konica Minolta -donde debutó Chris Froome-, Barloworld o MTN – Qhubeka supuso un un nuevo espaldarazo para el ciclismo sudafricano.
Barloworld, un proyecto más internacional y con licencia británica, llegó a acoger en sus filas a los más granado del pelotón sudáfricano con David George, Robert Hunter, John – Lee Augustyn y Daryl Impey logrando debutar en el Tour de Francia donde el propio Robert Hunter y Juan Mauricio Soler conquistaron sendas etapas. Más tarde, en 2013, Daryl Impey cumplió otro paso histórico al alcanzar el liderato en el Tour de Francia convirtiéndose en el primer ciclista africano en conseguirlo.
Tanto el ciclismo del norte como el sur de África ha gozado de una evolución que no logró extenderse, en un inicio, al África negra. La influencia europea lograda en el corazón del continente provocó que apenas unos valientes apostaran por la bicicleta. Eritrea, gracias a la presencia italiana, fue el único país donde el ciclismo gozó de protagonismo entre la población. Aún así el número de profesionales con algo de notoriedad se contaba con los dedos de las manos. Entre Eritrea, Kenia, Ruanda y Burkina Faso sumaron los Paul Tacteris, Habte Weldesimon, Duncan Seko, Ephrem Tewelde, David Kinja o el más conocido en España, Hamado Pafadnam, que llegó a correr en el Baqué de aficionados.
La entrada en el siglo XXI y la globalización existente en el ciclismo provocaron que esta circunstancia cambiara. Hoy en día, junto a Sudáfrica, el África negra cuenta con el mayor potencial del continente. El Centro Mundial de la UCI y el proyecto del MTN – Qhubeka han sido los impulsores de un ciclismo que comienza a dar sus frutos, a cumplir sucesivas etapas camino del éxito. Un éxito que llega despacio, pero que llega. Un éxito que antaño era llegar a competir con profesionales y que, actualmente, se ha convertido en triunfar codo con codo con la élite.
Un eritreo comenzó a marcar este camino. Tras pasar por el Centro Mundial del Ciclismo, Daniel Teklehaimanot se convirtió en el primer corredor africano de color en alcanzar el World Tour. Orica – GreenEDGE apostó por Daniel haciéndole debutar, entre otras, en la Vuelta a España. Con los australianos sorprendió al adjudicarse la victoria en la Prueba Villafranca – Ordiziako Klasika después de imponerse por delante de Ángel Madrazo y David Arroyo.
Junto a Daniel Teklehaimanot otro eritreo secundó la estela hacia el triunfo en la élite. Natnael Berhane, un ciclista con mayor recorrido que su compatriota, siguió el camino de Daniel pasando también por el Centro Mundial de la UCI venciendo, con su selección, la general de la Vuelta a Algeria y una etapa de la Tropicale Amissa Bongo. Europcar, un equipo asiduo a la prueba de Gabón, no perdió su estela propiciando su salto a profesionales y, también, al World Tour. Demostró su potencial adjudicándose la etapa reina de la Vuelta a Turquía en 2013 donde, en unos días, se le reconocerá como vencedor final tras el positivo de Mustafa Sayar. El triunfo en Turquía demostró el salto de calidad de los corredores africanos.
Pero no fue el éxito en Turquía el que respalda al ciclismo africano. La Tropicale Amissa Bongo, la prueba con más categoría de África, nunca había conocido el triunfo de un corredor local. Tuvo que esperar hasta 2014 cuando, de una manera ciertamente inesperada, Natnael Berhane logró la victoria tras imponerse ante Luis León Sánchez y Egoitz García gracias a las bonificaciones.
La victoria en la Tropicale se ha convertido en un hito para el ciclismo africano, el triunfo de un África negra que comienza a despegar. Lo hace de la mano de dos buques insignias como Daniel Teklehaimanot y Natnael Berhane a los que siguen buenos proyectos de corredores que aprenden y se forman en las filas del MTN – Qhubeka, como es el caso de los también eritreos Merhawi Kudus, Meron Russon, Jani Tewelde o Fedekalsi Debesay -reciente ganador de etapa en la Tropicale-, el etíope Tsgabu Gebremaryam Grmay o el rwandés Adrien Niyonshuti. Ellos serán las próximas referencia de un ciclismo en pleno periodo de expansión.