“A Pozzato le dije hace tiempo que necesitaría victorias para ir, no valen sólo con puestos. Y todavía no ha despertado de su hibernación, tiene que hacerlo si quiere correr el Mundial” advertía el seleccionador italiano, Paolo Bettini, el primer día de agosto en la Gazzetta dello Sport. A menos de dos meses de la llegada de la cita mundialista de Florencia, Filippo Pozzato continuaba con su letargo veraniego, un periodo donde los resultados no solo mermaron si no que desaparecieron.

Un bajón que ya notó en Primavera donde fue incapaz de brillar en las grandes clásicas alejado de cualquier posibilidad de repetir actuaciones del pasado. Todo pese a llegar con buenos resultados tras la victoria en Laigueglia y el segundo puesto -con fail incluido- en Roma Maxima. Después de su floja actuación en las clásicas el Giro de Italia tampoco supuso un despegue que no acabó de llegar en la Corsa Rosa. Firmó dos top10, octavo y cuarto, en sendos sprints mientras el resto de carrera pasó totalmente desapercibido.

Misma sensación presentó en su regreso a la competición, el Tour of Quinghai Lake, una carrera donde en condiciones normales podría haber luchado con Sacha Modolo por hincharse a ganar pero en vez de ello hizo de la prueba china un paseo hasta su abandono en la undécima etapa.

De regreso a Europa comenzó una paulatina recuperación de sensaciones. El primero de ellos fue en el final del segundo parcial, en Bruselas, donde se metió en el corte final de la victoria finalizando en séptima posición. Mejor prestaciones obtuvo en Geraardsbergen, etapa reina, con el Muur como protagonista al colarse entre los mejores de una exigente etapa.

Su recuperación iba por buen camino; el toque de atención de Bettini parecía haber provocado el cambio deseado por ambas partes. Tres días más tarde, en la Coppa Agostoni, alcanzaba la segunda victoria de la temporada tras imponerse en el sprint de un selecto grupo. Parecía llegar la mejor versión de Pippo Pozzato. Una mejor versión que llegó en Plouay, cita del World Tour, donde, tras un colosal sprint, se llevó la victoria por delante de Giacomo Nizzolo y Samuel Dumoulin. La mejor, no solo por el nivel, si no por la forma en las últimas cuatro temporadas. Con este bagaje llegó a Canadá donde tras quedarse en tierra de nadie en Québec se repuso en Montreal. No pudo con la embestida de Peter Sagan ni con el posterior intento de caza de Simone Ponzi y Ryder Hesjedal entrando, finalmente, en quinta posición en un corte junto a Greg Van Avermaet, Rui Costa y Enrico Gasparotto.

Triunfo de prestigio y nivel en Plouay. (c) David Chemillé

Triunfo de prestigio y nivel en Plouay. (c) David Chemillé

El tercer-o puesto en el GP Costa degli Etruschci en un exigente circuito final con una cota más dura que la que se encontrarán en Florencia constata el gran momento que atraviesa el ciclista de la Lampre-Merida que, sin ser todavía definitiva la lista de Paolo Bettini, será uno de los referentes de la azzurra. Si Vincenzo Nibali pondrá el corazón y la garra a la selección transalpina, Pippo tirará de clase para buscar el arco iris gracias a su rush final. Mentalizado y en una óptima condición física apunta a ser un referente en el Mundial.