Amanecía un día soleado y seco en Compiègne, igual que en todos y cuada una de los puntos de los 256 kilometros que recorrerían los ciclistas en el Norte. El guión de la carrera siguió los pasos previstos en sus compases iniciales. Mucho ritmo en busca de la escapada del día, equipos intentando filtrar en ella a ciclistas importantes para poder jugar movimientos tácticos más adelante y el pelotón sin dejar hacer a ninguna fuga en la medida que mínimamente inquietante. No ha sido hasta casi el kilometro 90 que por fin un grupo ha conseguido marcharse del pelotón, poco antes de comenzar los sectores adoquinados. Elmiger saltaba y junto a él se iban siete corredores más que conformarían cabeza de carrera.
El guión de la prueba continuaba cumpliéndose por detrás con caídas fruto del nerviosismo previo a cada tramo adoquinado que no afectaban a ninguno de los favoritos y pinchazos que sí que ponían en alerta a ciclistas como Cavendish o Chavanel, mientras que nuestro HÍDOLO André Greipel, ávido de emociones y aventuras, en busca de la heroicidad saltaba del gran grupo llevándose con él otros dos ciclistas y pronto contactaría con cabeza de carrera.
Las pancartas de los sectores mostraban cada vez un número más bajo, y aunque había corredores sufriendo mucho todavía no se había llegado a ninguno de dificultad alta. La escapada rozaba los tres minutos y entonces el pelotón se ponía en marcha, no ya por darles caza, pues no preocupaban, sino porque el primero de los grandes momentos de la carrera se acercaba. La Trouée d’Arenberg esperaba a los corredores. Elmiger lideraba a los escapados, mientras el pelotón era comandado por un Boom que no contento con marcar el ritmo cogía unos metros de ventaja. Todo parecía que fluyese por los cauces previstos hasta que la realización -mala durante toda la carrera- nos mostraba las imágenes de un Tom Boonen impotente por una avería mecánica y la tardanza de su coche y sus compañeros en ayudarle. Cuando poco después se daban las primeras referencias, con algo más de un minuto perdido sobre el pelotón, la carrera para él parecía vista para sentencia. El Bosque de Arenberg se cobraba una nueva víctima para agrandar su leyenda.
Boom conseguía algunos apoyos para su aventura y a la salida de la Trouée se iba con buenos corredores como Quinziato, Bak o Van Summeren, que junto a media decena más de ciclistas saltaban de un grupo favoritos, al que ya no podía llamarse pelotón que se organizaba, aunque nunca con la intención de descartar definitivamente a Boonen, que apoyado por Ciolek y Steegmans trataba de contactar con un grupo en el que Chavanel era el único representante de Quick Step hasta que otro pinchazo le relegaba al lado de Tommeke. El día de Quick Step era un auténtico desastre. Sin embargo las distancias iban reduciéndose, y la utópica reintegración de grupos ganaba enteros, hasta que una caída se llevaba otra vez al traste las opciones del flamencos de contactar con los grandes favoritos.
El grupo perseguidor se fusionaba con cabeza de carrera formando un bloque de una veintena de unidades, que pese a no inquietar al gran grupo sí que imponía respeto por lo grande que era. Al mismo tiempo el grupo de Chavanel llegaba al de los favoritos, cebándose otra vez la desgracia con el galo en forma de caída, que no le impedía, sin embargo, con el maillot ennegrecido por el asfalto y visibles heridas quedarse a las puertas de contactar otra vez con el gran grupo. A las puertas de Mons-en-Pévèle tenía al grupo a tiro de piedra, pero una aceleración de Hushovd y el contraataque de Cancellara le alejaban del baile. Junto a Cancellara y Hushovd conseguían llegar Ballan y Flecha, y los cuatro avanzaban dejando al resto sin opciones. Rasch se descolgaba para trabajar para Hushovd y ampliar la diferencia con el grupo y reducirla con cabeza de carrera, hasta que llegado el siguiente tramo, a menos de 40kilometros de meta, sólo quedaban en ese grupo Cancellara, Ballan y Hushovd a algo más de un minuto de cabeza de carrera.
El suizo asumió el mando como ya hiciese en De Ronde, sólo que esta vez en lugar de Chavanel llevaba a Hushovd y Ballan. El noruego se había mostrado pletórico y los ataques del campeón contra el crono sobre el pavé no parecían descomponer al campeón en ruta. Aprendida la lección de domingo pasado Cancellara paró buscando colaboración, primero con sus acompañantes y más adelante con Jonathan Vaughters. Cancellara ya había ganado dos veces Roubaix, y por una vez actuó como un ciclista corriente, temiendo que se reeditara lo ocurrido en De Ronde, pero sus dos acompañantes tenían buenas bazas, los tres paraban y el grupo de Flecha les alcanzaba. Era entonces cuando Vaughters, amarretegui como pocos ponía en peligro las opciones de Van Summeren al poner a tirar a Rasch y Vanmarcke.
La ventaja de cabeza de carrera -reducida ya a Van Summeren, Bak, Tjallingi y Rast- se mantenía con menos de un minuto de diferencia sobre el grupo de favoritos y se acercaba el último gran tramo adoquinado, el Carrefour de l’Arbre. Allí, simultáneamente, Van Summeren se iba en solitario mientras Cancellara soltaba su ataque. Hushovd estaba soldado a su rueda y una moto frenaba la trayectoria del suizo haciendo del resto del tramo un impás para recuperarse de las emociones provocadas por ese frenazo en seco.
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Poco más de diez kilometros y Van Summeren pedaleaba hacia la gloria con Bak, Rast y Tjallingi tras él a medio minuto y el grupo algo más atrás. Otra vez nadie se decidía a comandar la persecución y la ventaja crecía, se hacía insalbable. Los tres perseguidores se resignaban a obtener un lugar en el podio mientras que Cancellara aprovechando las más-que-palabras que tenían Boom y Flecha se iba en solitario, en busca del podio.
Van Summeren entraba en el velódromo en primera posición, Cancellara se hacía con la segunda plaza y Tjallingi con la tercera. En el tercer Monumento del año volvía a saltar la sorpresa.
Pero más allá del resultado, una valoración. Cancellara ha vuelto a demostrar su grandeza, aunque de otro modo. Hoy no ha querido ganar como el Dios que es, hoy ha querido ganar como un mortal, ha tenido miedo; con otro Dios como Boonen fuera de la pelea, ha tenido miedo de ser superado por cualquiera de los mortales. La historia del ciclismo le está preparando un sitio muy destacado mientras él la continúa escribiendo.
1º Johan Van Summeren (Garmin-Cérvelo) 6h07’28”
2º Fabian Cancellara (Leopard-Trek) a 19”
3º Maarten Tjallingii (Rabobank) a 19”
4º Grégory Rast (RadioShack) a 19″
5º Lars Ytting Bak (HTC-Highroad) a 21”
6º Alessandro Ballan (BMC) a 36
7º Bernhard Eisel (HTC-Highroad) a 47”
8º Thor Hushovd (Garmin-Cérvelo) a 47”
9º Joan Antoni Flecha (Sky) a 47”
10º Matthew Hayman (Sky) a 47”