¡Muy buenas!
Después de contaros la primera parte del mes de junio, ahora toca la segunda aunque con un poco de retraso; han sido unas semanas de no parar tanto encima de la bici como energéticamente hablando. Y digo esto porque por fin terminé mi proyecto fin de carrera, que consiste en cubrir el velódromo de Valladolid con placas solares y construir un bar restaurante en su interior para intentar rentabilizar un poco más la instalación aunque ya sabía yo que se iba a quedar en eso, en un proyecto, una bonita idea pero imposible de llevar a cabo a pesar de que a la larga sea más caro el coste de arreglar la pista que se deteriora todos los años debido a las inclemencias meteorológicas.
Lo que sí que no se ha quedado en un proyecto ha sido una idea que tenía desde hace tiempo. Ante la falta de oferta de trabajo por parte de las empresas por no tener experiencia, he decidido adquirirla por mi cuenta y me he vuelto emprendedor; me he hecho autónomo y he empezado a trabajar por mi cuenta como certificador energético de edificios.Es un sector que ahora tiene cierta demanda como expliqué en una entrevista que me hicieron en Demarraje y aunque sé que no voy a vivir de ello, por lo menos voy aprendiendo y progresando como ingeniero, de cara a un futuro en el que la situación económica mejore en España.
Todo esto no me ha hecho dejar de entrenar ni mucho menos, aunque con tanta competición no hace falta demasiado y es casi más importante el descanso que el entrenamiento propiamente dicho, y por eso después de correr en Portugal con profesionales fui al campeonato de Castilla y León con muchísimas ganas de hacerlo bien.
Y no me puedo quejar, ni mucho menos, porque el sábado gané la contrarreloj de 22 kilómetros que se hizo muy dura por el fuerte aire, que obligaba a quitar el plato en todos los repechos en la ida y no me daba con el 54×11 cuando los bajaba en la vuelta llegando a alcanzar los 90 km/h jejeje. La guinda faltó el domingo, que se disputaba el título en línea y que estuve a punto de conseguir, pero una broma de mal gusto, que es lo que me pareció todo lo que pasó como bien sabe uno de los artífices de Cobbles&Hills como Miguel Hermosilla; ya no sabía si reirme o llorar.
Sobre el kilómetro 20 de la prueba se formó una fuga de doce corredores, seis de ellos argentinos, los máximos protagonistas de la jornada y unos kilómetros después salté yo del gran grupo logrando zafarme del marcaje al que estaba siendo sometido y tras coger a un grupo intermedio contacté con la cabeza de carrera. Después de una dura caída por detrás y una neutralización de la carrera, se reanudó a una velocidad de vértigo. Cuando nos acercábamos a Burgos, los argentinos empezaron a arrancar pero parecía que el único que tenía un imán en la rueda era yo; ya se podían ir ellos de dos en dos, que el más perseguido era yo. Después de mucho intentarlo sin éxito, con un argentino a rueda por supuesto, fui dejando al resto de corredores castellanos viendo que la victoria absoluta estaba imposible, centrándome en el título regional.
Llegué a meta 8º y con los últimos kilómetros relajados al haber cumplido mi objetivo en ese momento, o eso creía yo. Después de subir al podium, recibir el maillot y el trofeo, todo quedó en cuarentena porque el corredor que entró 7º, cuatro segundos delante de mía y al que no cogí por falta de ambición al final, sinceramente, reclamaba tener la licencia en León, cuando nadie -ni siquiera los jueces- lo sabía y tampoco estaba inscrito como castellano leonés en el Trofeo de Castilla y León, al que pertenece la prueba. Al final parece que le dieron a él el maillot. Yo se lo devolví a los jueces, sin saber ni que decir, pero con una cara de tonto curiosa. ¡Así funcionan las cosas!
La semana siguiente acudí al Campeonato de España con la moral bien alta y ganas de repetir el éxito del año pasado para mi equipo Super Froiz; salí con esa idea pero la fortuna no estuvo de mi lado de nuevo, y dos pinchazos, uno en el momento clave de la carrera justo cuando se rompió el pelotón, no me dejaron margen de maniobra y termine 25º en un segundo grupo por detrás de los que se jugaron las medallas.
Me dio una rabia tremenda no poder darlo todo, porque cuando en las carreras importantes no terminas vacio, te culpas de no haberte anticipado y te encantaría volver atrás para hacerlo mejor. Pero ya no se puede, así que tocaba pensar en la siguiente carrera, que pronto os contaré.
¡Un saludo!
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