Llegaba a la salida de Nápoles sin hacer excesivo ruido. Después de todo, su temporada hasta la fecha no tenía resultados destacables, y el Sky una de las cosas que tiene bien clara es que las jerarquías están muy definidas. Si Froome estuvo con el freno puesto en la Vuelta 2011 y Tour 2012, él no iba a ser menos para ayudar al ganador de la pasada edición de la carrera francesa, que para este año se había puesto como ambicioso objetivo el doblete Giro-Tour, algo que desde 1998 con Marco Pantani nadie ha conseguido y ni siquiera se ha llegado a estar cerca. Pero las grandes vueltas dan mucho de sí.
La primera semana de carrera no invitaba a pensar en lo contrario que en anteriores precedentes. Wiggins empezaba a mostrar signos de debilidad en la etapa de Pescara y Urán junto al resto de compañeros se vieron obligados a esperar al británico, sacrificando así la maglia rosa que en circunstancias normales hubiera vestido el colombiano. Tras pasar notablemente el test de la contrarreloj, en el equipo decidieron que Urán jugase sus propias cartas en vista de que Wiggins no estaba bien. De esta forma llegó la victoria en Montasio y la responsabilidad de ser líder cayo en sus hombros tras la retirada del británico días después.
La historia del resto de la carrera ya la sabéis todos. Sin grandes alardes siguió manteniendo el tercer escalón del podio y en el nevado final de Lavaredo exprimía las últimas fuerzas para superar a Cadel Evans. Así pues lograba el mayor éxito de su carrera al que podemos llamar como el pionero de toda esta nueva generación de escarabajos. Ponía fin a la sequía de veinticuatro años del ciclismo colombiano sin podio en grandes vueltas tras el conseguido por Fabio Parra en la Vuelta de 1989, y que desde Santiago Botero no había tenido un candidato para estas carreras.
Este éxito además llega en pleno auge del ciclismo colombiano (en estos momentos numero 1 en la clasificación UCI por países), aunque él en lo que llevábamos de temporada no había aparecido demasiado. En un mes de abril en el que Nairo Quintana, Sergio Henao y Carlos Betancur habían sido grandes protagonistas en algunos de los mejores escenarios de este deporte, Urán parecía quedarse en un segundo plano, y las perspectivas en este Giro no eran especialmente optimistas con un lider tan claro como Wiggins. Pero la carretera dictó sentencia y el de Urrao es un digno y justo sucesor de Parra.
Este podio debe convencerle de que es una apuesta sólida para las carreras de tres semanas. Muchos corredores que desde jóvenes se les presupone potencial para este tipo de carreras, al finalizar su trayectoria pueden darse por contentos si lo han conseguido al menos una vez. Puede ser el caso de corredores de casi la misma generación que Urán. Robert Gesink y Roman Kreuziger, ambos nacidos en 1986 y que recién cumplida la veintena estaban llamados a hacer cosas importantes en el futuro, siguen sin encontrar la regularidad necesaria para que les salga una gran vuelta redonda.
¿Y el futuro? De momento el más cercano es una incógnita. Todavía no sabe si estará en el Tour, aunque ya ha expresado su deseo de hacer la Vuelta y sobre todo el Mundial, donde él y sus compatriotas tendrán una gran oportunidad este año para estrenar el medallero de su país en la prueba en línea. Este año acaba su contrato con Sky y deberá pensar muy bien que es lo que más le conviene. Los británicos son sin duda el mejor equipo del pelotón, pero eso tiene sus inconvenientes en forma de competencia. Wiggins y Froome son líderes claros y Porte también viene reclamando galones. Para encarar objetivos más ambiciosos quizás le venga mejor cambiar de aires. Novias no le van a faltar.