El eslovaco gana tras un imponente ataque en un repecho situado a dos kilómetros de meta

Diseñada como teórica transición entre la brusca subida a Mende y el largo serrucho por el prelitoral provenzal que los ciclistas afrontarán mañana, la etapa parecía abocada a una fuga bidón consentida de varios buscadores de gloria que no amenazaran el maillot amarillo conquistado ayer por Alberto Contador y que permitiera tomarse un ligero respiro, si es que se puede llamar así, a los favoritos a la victoria final. Pero esta Paris-Niza no entiende de transiciones.

Sagan entrando en la meta de Aix-en-Provence

El inicio de etapa deparó según lo previsto una sucesión de ataques en busca de la escapada buena, que no llegó a producirse. En uno de éstos, hasta salió Luis León, todo potencia el muleño, familiarizado con un terreno que el año pasado le proporcionó la gloria al tiempo que enseñó la miseria a su buen amigo Contador, que esta vez no estaba dispuesto a dejarle marchar. No hay descanso para los favoritos. Quedó ahí el movimiento y a falta de unos 50 kilómetros para la meta logró marcharse un trío formado por Gustov, Calzati y Barredo, tres experimentados todoterrenos a los que se les unió momentaniamente el impulsivo Taaramae, que tan pronto llegó como una exhalación a la cabeza como kilómetros después se dejó engullir por el pelotón, que ya tenía en el punto de mira la complicada llegada a Aix-en-Provence. Surgió entonces por sorpresa el equipo Ag2r, buen conocedor del terreno que alberga sus concentraciones invernales, y puso un ritmo infernal. No soplaba demasiado viento pero sí había carreteras muy incómodas y mucha fatiga en un pelotón que ya empieza a acusar los esfuerzos de una semana tan intensa. La aventura del trío delantero terminó y el grupo se partió por la mitad. Atrás quedaron cortados ciclistas relevantes como Voeckler, perjudicado por un inoportuno pinchazo, Leipheimer o Tondo.

Quedaba la traca final. La tenía preparada Peter Sagan. Aprovechando que se llegaba a la capital provenzal por una cuesta de unos dos kilometros y lanzó un duro ataque Christophe Le Mével, por fin ciclista de élite tras su gran temporada el año pasado, que como ayer en Mende ofició de telonero para el actor principal, que iba a ser el joven ciclista del Liquigas que ha venido maravillando toda la semana. Esta vez fue incluso más lejos el gigante eslovaco, el más atento al movimiento del francés, a quién superó como una exhalación para marcarse un potente solo ante el que nada pudo hacer um pelotón de favoritos empequeñecido. Una exhibición impropia de un ciclista de 20 años recién cumplidos, que el año pasado corría en un modestísimo equipo de su pequeño país, ante la que solo queda constatar que estamos asisitiendo al despertar de un prodigio sin precedentes recientes. Es muy difícil saber dónde están los límites de este chaval que ha hecho en una semana demostraciones en todos los terrenos ante lo mejorcito del pelotón mundial, de momento solo queda seguir disfrutándole. Empezando por mañana, aunque los 220 kilómetros sin llano que hay camino de Tourrettes-sour-Loup pueden ser demasiados para su juventud. En cualquier caso, llega el momento de la verdad en esta Paris-Niza sin respiro.