Muchas son las lecturas del Mundial de Limburgo, cuestiones y conclusiones que se sacan de una carrera apasionante y única en el ciclismo. Estas son nuestras 8 conclusiones de la carrera de ayer.
1. Dos maneras de entender una bicefalia
Boonen y Gilbert. Freire y Valverde. Las dos parejas de líderes en las dos selecciones más potentes jugaron muy distinto. Los belgas entraron bien colocados, siempre estuvieron posicionados arriba, gastando recursos en pos de un idea; entrar entre los 10 primeros al Cauberg. Los españoles, sin embargo, se diluyeron a falta de cinco kilómetros y dejaron a sus dos líderes a su suerte. Uno, menos fuerte, entró bien. Otro, en condiciones de pelear con Gilbert, no. Así Bélgica llevó a cabo su plan. Gilbert atacó y Boonen pasó la cota esperando un sprint que no tuvo lugar. Esa fue la diferencia entre ser primero y no serlo; atacar y jugar tus cartas, o quedarte a medias con la táctica.
2. Philippe Gilbert, merecido Campeón del Mundo
Hasta hace unas semanas, el año de Gilbert se podía calificar como de desastroso. Nefasto para un corredor con tantas, y tan buenas, victorias en 2011. Ni siquiera conseguía ser, en primavera, la sombra de lo que fue en la temporada pasada. Sus dos victorias en la Vuelta a España dejaban claro que había síntomas de recuperación, pero ninguno tan obvio como dominar el Cauberg, sacar varias decenas de metros de distancia a sus perseguidores, y mantener esos segundos hasta meta y convertirse en el nuevo, y merecido, Campeón del Mundo. El más fuerte, ayer, fue el primero.
3. Alejandro Valverde, casi nunca donde debe estar
Bien se le veía en cabeza, bien se le veía a cola de grupo. No se mantuvo sereno, y a pesar de dar una imagen soberbia en la penúltima ascensión al Cauberg y la última al Bemelerberg, en el momento más importante ‘desapareció’. Entró en Valkenburg en torno al 20º, luego fue remontando en las rampas más sencillas de la última cota, pero cuanto atacó Gilbert no iba ni entre los diez primeros. Y estaba muy fuerte; consiguió llegar hasta Boasson Hagen y Kolobnev, los primeros en reaccionar al ataque definitivo. Quizás Dani Moreno y Joaquín Rodríguez tendrían que haberle tapado las vergüenzas viendo que no estaban en condiciones, y haber hecho lo que sí hicieron Italia y Bélgica; colocar a sus líderes. Pero ni por iniciativa propia ni colectiva el murciano entró bien, dudó por no estar a rueda de Gilbert y perdió el tren de la victoria.
4. Un adiós inmerecido e innecesario
Una pena lo de Óscar Freire. Entró, porque la experiencia y las cualidades innatas mandan, de manera perfecta en el Cauberg, pero no tenía las piernas de los grandes días, como en Verona en 2004. Se abrió ante el movimiento belga y no pudo coronar con los mejores. Dos incógnitas le quitan razón para el enfado; ni era seguro que batiera en el sprint a John Degenkolb, y menos seguro era coger a Gilbert. Por eso su forma de decir adiós al ciclismo es innecesaria, pero también poco merecida; el cántabro se ha ganado a pulso el respeto de todo el mundo, y aunque haya tenido dos Mundiales antes que este para conseguir el cuarto, y fallara, eso no quita que es uno de los mejores del ciclismo español y su mejor clasicómano en toda la historia.
5. Edvald Boasson Hagen y las carreras de 260 kilómetros
El noruego ha sido protagonista de uno de esos mitos, divertidos en su caso, tratándose de un corredor que hasta este año ha formado parte de los ‘jóvenes’, que decía que no aguantaba en las grandes carreras de un día. Que los más de 260 kilómetros de la Milano – Sanremo, De Ronde van Vlaanderen o de los Mundiales en ruta son demasiados para él. Este año ya estuvo delante en Sanremo y Flandes. Pues ayer fue el único, con Alexandr Kolobnev, que pudo seguir tímidamente el ataque de Gilbert tras 265 kilómetros de prueba. Abajo el mito de Boasson Hagen y el fondo. Está listo para más.
6. Lecturas de llevar a muchos líderes
No salió del todo mal eso de llevar cinco líderes. Muy cierto es que Joaquín Rodríguez no hizo absolutamente nada, ni siquiera sacrificarse al 100% por sus compañeros sabiendo que no estaba en condiciones. Pero tanto Alberto Contador como Samuel Sánchez sí se sacrificaron, metiéndose en una fuga a 80 de meta el primero, y controlando y poniendo ritmo durante los últimos 20 el último. Faltó más colocación, más bloque antes de la última subida, pero que fueran cinco gallos no supuso un desastre para una selección que se equivocó en otra cosa, en la bajada clave a Valkenburg.
7. Los circuitos tienen que dar para más en los Mundiales
La UCI, dicen, instó a Ponferrada ’14 a no hacer un circuito con el Lombillo. No quiere circuitos excepcionalmente duros, quiere tener siempre recorridos con dificultades, pero que no dejen a 20 o 25 kilómetros de la meta la cuestión en un puñado de ciclistas. Pero tiene que haber para todo, y si acepta tener circuitos como Plouay, Zolder y Copenhague en apeñas una década, y otros como Hamilton, Valkenburg, Stuttgart, Madrid o Geelong en la misma época, tiene que aceptar también las propuestas de circuitos más duros. Se necesitan propuestas más próximas a Verona ’04 o Toscana ’13, circuitos más duros que ofrezcan más a un aficionado que en un Mundial no quiere esperar a tener 60 ciclistas a 3 kilómetros de la meta.
8. Italia, cuatro ediciones sin medallas
La época Bettini ha sido un fracaso hasta el momento. Entre el CONI y el mismo grillo han dejado la selección azzurra sin los corredores necesarios para rendir en Limburgo. Con Ballan, Visconti o Pozzatto bien podría haber brillado Italia ayer. Pero eso no quita para que se destaque los ¡cuatro! Mundiales que llevan los transalpinos sin conseguir metal, tres de ellos con Bettini como máximo responsable.