Tradicionalmente, a los Países Bajos se les conoce por su tradicionales molinos de viento, los zuecos de madera, sus quesos o por sus tulipanes. En lo deportivo, quien viaja al país oranje se da cuenta que junto con el fútbol, los neerlandeses sienten una tremenda devoción histórica por el ciclismo; más de un centenar de años de historia lo corroboran.
A todos se nos vienen a la cabeza ciertos nombres, de lugares o ciclistas, cuando hablamos de los Países Bajos. Entre ellos indudablemente la Amstel Gold Race o el Cauberg. Son historia del ciclismo y están ligados de forma inseparable a otro lugar de peso en el ciclismo local; Valkenburg. La ciudad neerlandesa situada en la provincia de Limburgo, vuelve a acoger por quinta vez el mundial de ciclismo (1938, 1940, 1979, 1998 y 2012), pero esta vez es diferente. Este año las ilusiones van encaminadas a romper una sequía con el Mundial. Una sequía que dura la friolera de 27 años.
Nadie pensaba que cuando Joop Zoetemelk, a los 38 años de edad, alzara los brazos como campeón del mundo de 1985 en la meta de Giavera del Montello, pasarían tantos años sin ver a otro neerlandés vestido de arcoíris. Menos aún, cuando ha sido una tierra que no ha parado de sacar figuras de primer nivel. Hombres como los de Michael Boogerd o Erik Dekker han sido incapaces de romper el maleficio con el mundial de ciclismo en ruta. El mismo Boogerd, en 1998 en el último Mundial corrido aquí, sufrió una pinchazo en la última vuelta que le dejó sin opciones, cuando, viendo su remontada, podía ser el más fuerte del grupo con Oscar Camenzind, luego vencedor, Michele Bartoli, Peter Van Petegem o Lance Armstrong.
Lo más cerca que estuvieron del oro fue con Steven Rooks en Stuttgart (quedó segundo tras Gianni Bugno y por delante de Miguel Indurain) y Léon van Bon en el Mundial de San Sebastián en 1997 -en el que ganara Laurent Brochard-, donde consiguiera el bronce. Más recientemente, también el mismo Boogerd con un 5º puesto en Hamilton (Canadá) estuvo cerca -aunque su escasa punta de velocidad le impidiera siempre hacerlo bien llegando en grupo-. Este año vuelven a tener una cita, una cita con la historia del ciclismo para romper el maleficio con el mundial, y además lo hacen en casa -por séptima vez, tras las cinco en Valkenburg y otras en Zandvoort (1959) y Heerlen (1967)-. Si un neerlandés gana, sería el segundo arcobaleno que conseguirían aquí tras el del propio Zoetemelk en 1979.
Valkenburg acogerá el mundial y verá como desde sus calles, ciclistas de todas las partes del planeta luchan por conseguir el preciado maillot arcoíris. Lars Boom, Robert Gesink, Bauke Mollema, Laurens Ten Dam, Niki Terpstra, Koen de Kort, Tom Slagter, Karsten Kroon y Bert-Jan Lindemann serán los valientes -elegidos por Leo van Vliet- que tendrán que dar fin a la sequía de los Países Bajos con el mundial de ciclismo en ruta. El domingo es la cita, seguro una especial para todos los neerlandeses. 27 años después, quizás con la suerte y el empuje de una grandísima afición oranje, puede que lo consigan.