Ha sido sin lugar a dudas el grandísimo dominador de la temporada de clásicas de primavera conquistando en quince días mágicos E3 Prijs Harelbeke, Gent-Wevelgem, Ronde van Vlaanderen y Paris-Roubaix que hicieron de él Tom van Vlaanderen. Su temporada continuó con la sorprendente renuncia al Tour para preparar a conciencia la prueba en ruta de los Juegos Olímpicos, pero una caída en el Tour de Polonia encendió las alarmas. Finalmente llegó a tiempo e incluso demostró que hubiera sido claro candidato a medalla en un sprint masivo. Pero la temporada guarda un último gran objetivo para Tommeke: el Mundial.
El Mundial, esa carrera que, preguntado por si ganar su cuarta Paris-Roubaix sería más importante que su segundo Mundial no dudó en responder “No, es importante pero no tanto. Preferiría un segundo maillot arcoíris”. Su aproximación ha sido perfecta. Empezando en agosto por el Tour de Benelux y el Tour de Dinamarca, además de la Vattenfall Cyclassics para poco después dejar entrever ganando la recién creada World Ports Classics la buena senda que seguía su preparación, y más recientemente ganado Paris-Bruxelles y mostrándose muy activo en el GP de Wallonie ha dejado claro que el mejor Boonen de la temporada está de vuelta y dispuesto a hacerse con su segundo arcobaleno.
En su camino se interponen un buen puñado de favoritos… y el Cauberg, un escenario poco conocido debido a su alargado pico de forma primaveral que le ha impedido competir en la Amstel Gold Race, la transición entre los adoquines y las colinas. Nunca ha sido un especialista en cotas, pero las sensaciones de este final de temporada son mejores que nunca hasta el punto que José Luis de Santos, por boca de Óscar Freire comentaba que “Boonen está subiendo como nunca”, algo que sabiámos, pero que viniendo del tricampeón cántabro y conluído con un “sube las cotas silbando” se convierte en un auténtico aviso a navegantes sobre su condición. Afirmaciones que quedaron ampliamente constatadas en la contrarreloj por equipos en que Tommeke aguantó sin problema el Cauberg, pasándolo incluso mejor que otros compañeros, para acabar entrando con el equipo completo a meta.
El arcoíris ha sido, es y será una prioridad absoluta para el campeón belga, quien tras haberse perdido las citas de Geelong y Copenhague en las que hubiera sido claro aspirante, ha sabido prepararse para un circuito que, aunque para clasicómanos, es algo más duro de lo que le hubiera interesado, y ha puesto tanto empeño en ello por el simple hecho de que en 2013 los Mundiales viajarán a Florencia y en 2014 a Ponferrada -siempre que no se confirmen las noticias aparecidas durante la última semana en la prensa leonesa sobre la renuncia de la capital bierzal-, dos circuitos realmente duros en los que el flamenco no tendrá ninguna oportunidad, mientras que en 2015 cuando Richmond acoja la prueba contará con 35 años y en el recién anunciado de 2016 en Qatar, país con el que mantiene un sorprendente idilio, con 36.
Limburgo, Valkemburg, puede ser la última oportunidad para uno de los mejores clasicómanos de la historia de hacerse con su segundo maillot arcoíris repitiendo la gesta histórica de 2005 en la que por primera y única vez en un ciclista sumaba el Mundial al doblete Flandes-Roubaix. Es su última bala y ya es más que conocida la caprichosidad de esta carrera tan capaz de engrandecer mitos como de avasallar leyendas. Y Boonen es un mito al que el Mundial ya ha dado su bendición.