No hay muchos ciclistas que tras hacer un buen Tour vengan a la Vuelta. Es verdad, este año tenemos a unos cuantos, con Chris Froome a la cabeza, pero es poco habitual. Más difícil todavía es que los que vienen lo hagan con cabeza y piernas para hacerlo bien –ahí está, por ejemplo, el bajo rendimiento de Jurgen Van den Broeck–, y aun es más complicado que alguien lo repita varios años. Pues este es el caso de Nicolas Roche, que este año afronta su tercer doblete consecutivo Tour-Vuelta.

En 2010 y 2011, tras correr el Tour de forma abnegada en busca de un Top10 que se le resiste, salió de la Grande Boucle en su mejor estado de forma que, él mismo reconoce, siempre llega hacia finales de agosto y septiembre. “Y la Vuelta está colocada en el momento justo”. Séptimo (14º en el Tour) hace dos años y décimosexto el pasado (25º del Tour), siempre le ha permitido mejorar sus prestaciones, y “además, los puertos que hay en España me vienen mucho mejor, pues tienen más pendiente y son más cortos que los del Tour”, reconoce.

Este año, más cerca nunca de su objetivo, duodécimo en julio, sin embargo llegaba con más dudas. “En San Sebastián llegué en el grupo de cabeza, pero las sensaciones que tuve me decepcionaron un poco, esperaba estar mejor, así que mi moral no es tan buena como otros años”. Lo decía antes de partir hacia Arrate, el primer de esos diez finales en alto que tan bien le suelen venir, dónde esperaba resolver sus dudas. “Si me preguntas mañana, te podré decir mejor”.

Repreguntado en la salida de Barakaldo al día siguiente exclamaba: “Ah! Te acordaste! Estoy muy contento con mi rendimiento, pero el de ayer era el final justo que mejor se me adapta. Quiero ver como voy en Valdezcaray, que tiene 13 kilómetros, para saber mejor que puedo hacer en esta Vuelta”. Pues todavía mejor. Salva caídas y abanicos y es el único que sigue la estela de Contador y Froome cuando el madrileño ataca, aunque luego haya reagrupamiento.

Su buen rendimiento sigue en las etapas de Jaca y Andorra, siempre justo por detrás del póker de ases de la Vuelta, asentando su posición entre los diez mejores de la general. Le volvemos a encontrar en Barcelona, dónde sube al podio junto a sus compañeros para recoger el premio al mejor equipo, al que por cierto está muy agradecido por permitirle disputar la Vuelta pese a que los puntos que consiga se irán a SaxoBank el año que viene, en la etapa andorrana. Ahora ya se moja: “La carrera tiene mucho nivel y veo que la lucha por las posiciones de honor será muy dura, pero dada mi actual posición en la general, si no consigo ser Top10, será una gran decepción. Creo que puedo luchar por las posiciones entre el quinto y el octavo”. Ahí admite que Purito, Contador, Froome y Valverde están algo por encima y señala como rivales a Dani Moreno –“le veo en gran forma”–, Anton –“irá a más con el paso de los días”– y Gesink –“es el más regular”.

Pero Roche no se conforma sólo con figurar en las posiciones de honor y también busca una victoria de etapa. Lo ha intentado, de hecho, en la subida al Castell de Montjuïc, una de esas que tanto le gustan –“la tenía marcada, pues aunque no era el mismo recorrido recordaba haberlo hecho bien en el Tour cuando ganó Hushovd y también de la Volta a Catalunya. Me parece un circuito muy atractivo”– pero se vuelve a quedar a medio camino: “me he ido tras Ballan en el primer ataque, pero luego Purito y Gilbert estaban demasiado fuertes y me han faltado 15 metros para cogerles. Ha sido una pena porque luego me ha atrapado el pelotón a falta de un kilómetro”.

¿Puede haber sido un buen test para el Mundial?

El Mundial y un futuro diferente

Eso sí que no lo ve tan claro. “El Mundial nunca se me ha dado demasiado bien. Correr en circuito es muy diferente a las etapas en línea y la verdad es que pese a que he estado varios años en los grupos de cabeza, al final nunca he podido estar luchando por las medallas”, afirma, al tiempo que apunta a su primo Daniel Martin como “un mejor especialista en carreras de un día”. Sin embargo, Montjuïc puede leerse también en clave mundialista, al ser un repecho parecido al Cauberg –“este es algo más duro”, dice Phillipe Gilbert– y ahí Roche se ha quedado a un palmo de los mejores. El irlandés insiste en no hacerse demasiadas ilusiones: “no es lo mismo ascender un repecho de este tipo tras 260 kilómetros. Cuando termine la Vuelta, veremos qué se puede hacer en el Mundial”.

Será, probablemente, una de sus últimas carreras con libertad de acción pues Roche cambiará la temporada que viene su posición de líder en el Ag2r por un rol de escudero de lujo en la guardia pretoriana de Alberto Contador en el SaxoBank-Tinkoff. Un cambio que el irlandés ve como una oportunidad para aprender “al lado del mejor” el modo de afrontar las grandes vueltas, remarcando que “Alberto ha ganado seis de ellas”, así que estar a su lado le puede reportar una gran experiencia. Roche es consciente que su rol “cambiará completamente”, y aunque todavía no ha hablado del programa con su futuro equipo, espera poder tener la opción de “brillar en otras carreras, probablemente en la primera parte de la temporada”. Antes, tiene algo que terminar en la Vuelta, dónde vuelve a mejorar sus prestaciones del Tour.