Hablar de la generación del 89 italiana es hablar de talento. Con un simple vistazo a sus nombres comprendes la magnitud de una camada dispuesta a reinar en el ciclismo. Elia Viviani, Andrea Guardini, Davide Appollonio, Matteo Pelucchi o Filippo Fortin son algunos de los nombres más destacados. Una generación marcada por la velocidad. Sprinters de nivel para dar el relevo a los grandes de la velocidad italiana sumidos en una clara involución. Alessandro Petacchi o Daniele Bennati pueden dormir tranquilos, su vacío quedará bien cubierto, su vacío será –con toda probabilidad según apunta su evolución- tapado por unos hombres en condiciones de alcanzar su nivel.
Uno de esos nombres es Giacomo Nizzolo (Milán, 1989), el último en conseguir un triunfo de postín. El velocista lombardo saltó en 2011 a las filas de Leopard-Trek de los hermanos Schleck después de apuntar también al Geox-TMC de Gianetti y Matxin. Sus números le alababan. Veintiséis triunfos en sus tres temporadas como dilettanti. Una época amateur caracterizada por la rivalidad. Cada salida se convertía en un nuevo desafío. Los Guardini, Viviani, Fortin, Guarnieri o Pelucchi se citaban por la victoria en el vasto calendario transalpino.
Fogueado en la victoria, el equipo luxemburgués acogió su salto al profesionalismo. Libertad de movimientos, máxime en sus días de competición. Pronto comenzó a dar destellos. Desde la Challenge a Catalunya pasando por Andalucía. Resultados que invitaban al optimismo. La Volta, su primera prueba World Tour, vio como en El Vendrell Manuel Cardoso se interpuso en la victoria. Después de debutar en la clásicas del norte, siguió cosechando puestos de honor: tercero en el Rund um Köln y segundo en la Pro Race Berlín. Alemania se convertía en un fortín. Fortín que se convirtió en victoria en Moosburg, final de la quinta etapa del Bayern-Rundfahrt. En un ferreo sprint superó a John Degenkolb y Edvald Boasson Hagen para lograr su primera victoria como profesional. Triunfo que le liberaba pero que supuso cambio de inflexión alguno. Los puestos de honor se convirtieron en su signo. La temporada continúo con sucesivos resultados en el Ster ZLM Tour, Polonia o Tour du Poitou Charentes consiguiendo cerrar la temporada con un gran quinto puesto en el GP Ouest France.
La fusión entre Leopard-Trek y RadioShack le llevó al ambicioso proyecto encabezado por Johann Bruyneel. Giacomo seguiría con la misma tónica de la temporada anterior: buscarse la vida por obtener resultados. Quinto en Le Samyn, noveno en el Scheldeprijs, segundo en el prólogo de Romandía o tercero en el caos de Frosinone en la victoria e Fran Ventoso en el Giro de Italia, su primera experiencia en una gran vuelta. Después de cerrar un destacado Ster ZLM Tour con un quinto puesto final, llegó su momento. Los astros se alinearon por dos veces con Nizzolo en Valonia. Con el objetivo de ser el hombre de confianza para Daniele Bennati en los sprints, el ciclisa lombardo acudía a la ronda belga. A las primeras de cambio su compatriota abandonó tras una caída. Sumió los galones, con creces. Rotunda victoria en Beaufays que le aupaba al liderato. Liderato que tuvo que defender con capa y espada ante el acecho de sus rivales. Bonificaciones en los sprints intermedios y en meta ante unos escasos márgenes. Distancia que se convirtió en milímetros. La prontía celebración de la victoria por parte de Gianni Meersman en la última etapa acabó en un error garrafal para el belga y el éxito para el ciclista del RadioShack-Nissan. El del Lotto-Belisol perdía la etapa en el último suspiro y con ella la bonificación que le daba la victoria final.
Después del éxito en la formación luxemburguesa la confianza reflota en un ciclista que apunta a ser uno de los referentes en el sprint en los próximos años. Los tan famosos watios que desarrolla así lo confirman. Un diamante en bruto para un equipo que de momento no parece ser el mejor lugar para su crecimiento. Nizzolo quiere invertir esta situación a base de resultados. Romper la senda de los puestos por las victorias es el único camino posible para ello.