Se acabó el Tour, ya lo habrán leído, del ciclismo anglosajón. Por si quedaba alguna vuelta de tuerca más tras la victoria de Evans el año pasado, el Team Sky se la ha dado. Con sus métodos vanguardistas, el equipo británico ha dominado por completo, incluso saltándose alguna regla no escrita como aquella que dice que un equipo que quiere ganar el Tour no puede tener un sprinter en su plantel. Tenían a uno, el mejor, y han logrado encontrar espacio para que Cavendish también brillara y fuese uno de los protagonistas de la carrera.
Pero pese al dominio de la modernidad, ha sido un Tour clásico desde su concepción y el triunfo de Bradley Wiggins, más allá de la ventaja de contar con el hombre más fuerte en la montaña a su disposición, entronca directamente con nombres como Anquetil o Indurain. Sin errores en la montaña y con puño de hierro en la contrarrelojes, que por fin han tenido el peso que deben tener en la mejor carrera del mundo, aquella que debe ganar el ciclista más completo. Wiggins, un británico nacido en Bélgica y criado en los velódromos, encarna como nadie esa mezcla entre clasicismo y modernidad que ha imperado en este Tour, resuelto con diferencias propias de una carrera de tres semanas. Una fórmula que satisface a su director, Christian Prudhomme, y que quizá marque el inicio de una era, no tanto en nombres, sino en formato. Con los mejores escaladores del mundo, ausentes esta vez, esta es una fórmula de éxito.
El dato
Por mucho que se haya hablado de ello, vale la pena remarcarlo otra vez. Con su triunfo en París Wiggins redondea una temporada perfecta, con triunfos en París-Niza, Romandía, Dauphiné y Tour. Sólo “falló” en la Volta a Catalunya, que abandonó tiritando el día del apocalipsis de nieve y hielo camino de Port-Ainé. Una serie de triunfos inédita en la historia del ciclismo y que, en cierto modo, cambia la preparación de los hombres-Tour. Es una temporada clásica que por sus grandes triunfos retrotrae a los grandes campeones, pero también moderna por su metodología. Lo recordaba con cierta retranca estos días @inrng con el “Has Wiggins peaked too soon?” que tantos predecían en la previa. El británico que ha competido lo justo, pero para él no existen los picos de forma.
La fuga y los tweets
El tradicional paseo triunfal por los alrededores de París no es amigo de los ataques ni las fugas, así que hubo que esperar como de costumbre a los Campos Eliseos. Los ácidos tweets de @_Chorbo nos sirven para retratar a los veteranos que se ¿despedían? de la carrera.
Por cierto, el más veterano de todos, Chris Horner, se pegó a Hincapie, pero este no se despide. Tras subir al podio como ganador por equipos, el americano declaró que quiere correr “cuatro o cinco” Tours más. Con la dieta de la hamburguesa y el pollo frito, elixir de la eterna juventud, seguro que llega a ello.
La imagen
Bradley Wiggins ya ha cumplido su sueño. Los Campos Eliseos fueron su Wembley particular. París fue Londres por un día.
Quizá Londres también sea París la semana que viene en los Juegos.