Michał Gołaś (Toruń, 1984) tiene un curioso problema. Cada vez que algún comentarista que no sigue los consejos twitteros #porunciclismocorrecto se refiere a él hace que nuestro protagonista se sonroje y los polacos se echen unas carcajadas. Nuestra pronunciación de su apellido -lejos del correcto /‘ɣowas/- significa literalmente en polaco “hombre desnudo”.
Lo cierto es que este joven provinente de la ciudad natal de Copérnico está dando bastante trabajo a los comentaristas y redactores desde que hace ya casi dos semanas empezase el Giro gracias a su presencia en las fugas de las dos etapas de media montaña que la Corsa Rosa ha vivido hasta el día de hoy. En la primera camino de Porto Sant’Elpidio, optando a un rosa que no pudo arrebatar a Adriano Malori, fue Miguel Ángel Rubiano el que se hizo con la victoria, mientras que en la segunda camino de Sestri Levante, tras un muy inteligente ataque, no pudo luchar el triunfo ante Lars Yitting Bak. Su esfuerzo ha tenido justo reconocimiento y desde hoy va enfundado en la maglia azzurra de líder de la montaña.
Estamos hablando de un ciclista para quien Italia no es un lugar extraño, ya que de la mano de Leszek Szyszkowskiego y su equipo Pacific Toruński pasó allí mucho tiempo en su época junior, compitiendo contra muchas de las promesas, hoy realidad, del ciclismo transalpino y europeo. Su paso a profesionales no fue hasta la temporada 2007 -justo después de convertirse en campeón polaco Sub23- de la mano del equipo ProTour Unibet.com donde pudo coincidir con corredores consagrados como Matteo Carrara, Baden Cooke o Gustav Erik Larsson además de incipientes promesas como Rigoberto Urán o Laurens Ten Dam. El equipo le dio la oportunidad de correr en Romandía, Catalunya, Euskadi o Polonia con discretos resultados que no sirvieron para que tuviese continuidad en 2008, cuando recalaría en el equipo Cycle Collstop.
Allí se encontró con otros ciclistas como Marco Marcato, Sergey Lagutin o Borut Bozic, en quienes la recién creada estructura Vacansoleil puso sus ojos gracias a su gran año, al contrario de lo que ocurriese con el polaco, que en un año enfocado a las clásicas belgas que acabó resultando bastante aciago no pudo volver a un equipo de la máxima categoría en 2009. Su destino fue Amica Chips – Knauf, en el que sí que cuajó alguna buena actuación en el Giro de Sardegna, el Tour de Rijke o las carreras de la Copa de Polonia. Pero cuando empezaba a encontrar su sitio en el pelotón, la UCI retiró su licencia al equipo sanmarinense debido a los impagos a sus ciclistas; suerte la suya que esta vez sí, Vacansoleil le firmó un contrato y aunque no pudo estrenarse en la Vuelta’09 en que los neerlandeses se presentaron en sociedad sí que se asentó en la estructura rulotera.
Llegado a ese punto ya había dejado claro quién era Michał Gołaś: un ciclista con buena punta de velocidad, capaz en las cotas y muy competitivo. En un equipo con ambición de crecer, la negativa de las tres Grandes Vueltas a invitarles tras su gran actuación en la Vuelta a España del año anteior sentó como un jarro de agua fría y el polaco lo pagó en la segunda mitad de temporada, aunque no así en la primera, donde con buenos resultados en Almería y Drenthe e incluso en Suiza confirmaba que su progresión, a los 26 años, iba por buen camino. Sus resultados nunca fueron extraordinarios, pero sí que se estaba fogueando un buen ciclista como demostró en 2011 cuando, siempre lejos de la victoria, cuajaba buenas actuaciones y debutó, aunque con dos abandonos en el Giro’11 y la Vuelta’11, aunque gracias a su regularidad sí que consiguió un primer resultado a tener en cuenta en el Tour de Valonia con una cuarta plaza final.
Hasta que en 2012 pasó por delante suyo un tren de los que no se pueden dejar pasar, el del recién renovado Omega Pharma – QuickStep en el que entraba a formar parte de la estructura técnica de HighRoad, un equipo en el que hubiera encajado a las mil maravillas. Así que enrolado en la formación belga ha empezado la que debería suponer la temporada de su consagración definitiva. Es significativa su segunda posición en la etapa-caos de Port Ainé, o su novena plaza en el siempre impredecible Tour de Turquía, pero ha sido llegado al Giro que se ha destapado. Dos etapas en fuga con opciones de victoria y una maglia azzurra, raro será que no continúe dando guerra.