Rozamos abril y llegamos a uno de los momentos más esperados de la temporada. De Ronde. El duelo entre Cancellara y Boonen concentra las miradas del mundo de las dos ruedas sin motor, más aún teniendo en cuenta que Tornado Tom ha vuelto a ser el depredador que era. A la sombra de ellos dos, un tercero en discordia. El típico hombre en el que casi nadie piensa, pero del que casi nadie se extrañaría que ganase. El ex campeón del mundo Alessandro Ballan (Véneto, 1979) nos habla de su primera aparición en este tipo de carreras, su victoria en De Ronde ’07 y lo que vendrá.
Alessandro, llegaste a las carreras de pavés con 24 años, sin ninguna experiencia. Sorprendiste a todos en los Tres Días de La Panne y remataste con una gran actuación en De Ronde. ¿Te acuerdas de aquellos días?
Por supuesto que me acuerdo. Allí fue donde me di a conocer para el gran público. No iba con intención de ser protagonista. Pero tuve la oportunidad de moverme entre grandes corredores. Aprendí muchísimo al lado de ciclistas como Fabio Baldato, Gianluca Bortolami o Romans Vainsteins. En 2004, cuando debuté, trabajaba para ellos mientras aprendía a relacionarme con los sectores de pavés. Al año siguiente, en 2005, fui con más idea de hacer cosas. Y en efecto, en La Panne, gané la primera etapa por delante de Tom Boonen.
¿Ahí fuiste consciente de que tu sitio podía ser el pavés?
En 2004 me pasó una cosa muy especial en De Ronde. Era neo-profesional y me presenté en la salida sin experiencia. En un momento dado, perdí contacto con los mejores en el Oude Kwaremont y tuve que perseguir durante 60 kilómetros, entre los coches. Conseguí llegar al primer grupo, detrás de los 14 escapados de aquella edición. En ese mismo grupo estaba mi compañero Gianluca Bortolami. Cuando terminó la carrera, me dijo: “Tranquilo, estas carreras están hechas para ti. Has hecho una carrera increíble y has sabido terminar. Algún día volverás para ganar”. Esas palabras siguen en mi mente. Trabajé todo el invierno para prepararme correctamente. Cuando volví a los Tres Días de La Panne, tenía en mente la primera etapa, con el circuito final. Y conseguí la victoria. A partir de ese momento, soy consciente de mi fuerza en el pavés. Todo parece un poco más fácil.
Has corrido la Milano-Sanremo y has quedado octavo. ¿Tiene la carrera una importancia especial en tu preparación?
La Primavera es una carrera muy importante para todos. Además es un buen entrenamiento. Siete horas de carrera entre Milán y San Remo te permiten tener el fondo necesario para afrontar De Ronde. Además te sirve para tener ese cambio de ritmo que es importante al final de las clásicas. Francamente, nunca me he planteado hacer una campaña de clásicas del norte sin correr antes la Milano-Sanremo.
También has corrido Tirreno-Adriático. La exigencia viene en aumento.
La Corsa dei Due Mari es una excelente preparación, pero París-Niza también lo es. Sólo la corrí una vez y, desgraciadamente, las etapas se acortaron a causa de la nieve. Me preparé bien, pero no como hubiera querido. En Tirreno, siempre hay un clima más primaveral. Y se corre en mi país. Aunque sólo sea por eso, la prefiero. Pero las dos carreras son buenas para llegar a las clásicas en forma.
Además del país, hay otra diferencia en favor de Tirreno: La distancia.
No se puede pasar por alto, es cierto. Creo que los que hacemos Tirreno tenemos un puntito más en las piernas para las clásicas, pero por ejemplo Simon Gerrans ha ganado Milano-Sanremo después de hacer París-Niza. Después de París-Niza, tienes más tiempo para recuperar para La Clasicissima. Pero bueno, cuando empieza la carrera todo se iguala.
En Sub23 no conseguiste grandes resultados. Pasaste a profesionales con cierta discreción. Rápidamente ganaste el Tour de Flandes, y luego el mundial. ¿Te imaginabas poder hacer todo eso?
Honestamente, cuando estaba en Sub23, veía De Ronde y París-Roubaix por televisión y le decía a mi chica que me gustaría correrlas algún día. “Quién sabe si algún día llegarás”, me decía ella. Esas son carreras en las que se nota más la dificultad. Al año siguiente estaba allí. Recuerdo que Gianluca Pianegonda, mi director deportivo de amateur, me aconsejaba cómo hacerlo bien. Cuando pasé a pros con la Lampre, acabado noviembre, me dijo: “Trata de ir a Bélgica, son carreras que te convienen”. Fabrizio Bontempi, el manager de la Lampre, se sorprendió cuando se lo pedí. Me dijo: “Nadie quiere ir a Bélgica. Los corredores tienen miedo de esas extraordinarias carreras. Y tú, ¡tú me lo pides en cuanto llegas! Entonces, tengo que darte la oportunidad de ir”.
Un día Mauro da Dalto, un ciclista que te conoce bien y que tiene una crónica en Velochrono, dijo que “para un néo-profesional, Bélgica es la Universidad del ciclismo”.
En Bélgica no dejas de aprender. Quizá el público no repara en que antes del Oude Kwaremont o del resto de cotas importantes, estás casi obligado a sprintar sólo para seguir bien colocado. Estás rozándote con los rivales, vas por fuera de la carretera, porque es la única manera de ir para delante… Eso es un auténtico aprendizaje.
Fabio Baldato es uno de los grandes responsables de tu victoria en De Ronde ’07. Él fue el que te guió. Ahora, el es tu director deportivo en BMC. ¿Cómo defines vuestra relación en el presente?
En el día a día somos muy amigos. En el mundo de la bici, es normal que Fabio se imponga como director deportivo. Y yo debo permanecer en mi rol de corredor. Pero bueno, cuando hay algo que decir, él lo dice.
Todo el mundo se hace preguntas sobre BMC su conjunto de estrellas. Cada uno ha ganado una carrera a otro compañero. Entre vosotros, ¿cómo se lleva? ¿Cómo son vuestras conversaciones internas? ¿Se os hace normal pasar de rivales a compañeros?
Hacer grupo es esencial para conseguir victorias. Para mí, si los campeones no se ponen de acuerdo es imposible que marche bien. Las llegadas de Philippe [Gilbert] y Thor [Hushovd] han sido bien recibidas. El ambiente es aún más festivo con Philippe, ¡ese no para nunca! Es imposible estar serio (risas). Pero eso me gusta. Ahora es lógico que haya un poco de presión, porque las victorias tardan en llegar. Pero llegarán, y para todos. ¡Tengamos paciencia!
¿Pero lo habláis entre vosotros?
Por supuesto que lo hablamos, pero no lo hacemos en serio. Recientemente Philippe me recordaba mi derrota de la temporada pasada en la Strade Bianche, donde fui segundo tras él. Por contra, yo le decía que tengo dos victorias con las que él sueña: el Mundial y De Ronde. Y si hacemos la comparación de nuestro palmarés, casi todo lo hemos ganado juntos. Pero todo eso lo hacemos de coña. El objetivo final es encontrar una armonía en el grupo que no sea útil en carrera. Incluso bastará con una mirada para entendernos.
Bajo tu punto de vista, ¿crees que Cadel Evans podría participar un día en estas carreras?
Precisamente hemos hablado de eso hace poco. Creo que debería venir a hacerlas, al menos una vez. Su experiencia en Mountain Bike podría serle útil, como vimos en el Tour de Francia 2010 con la etapa de pavés. Terminó en el primer grupo, encabezado por Hushovd, sin grandes dificultades. Antes de retirarse, espero que intente la aventura aunque sólo sea por el público, con un ambiente único, el recorrido… Sólo por eso vale la pena.
Confiesa: ganaste De Ronde y ahora vas a por Roubaix…
Es cierto. He acabado en el podio dos veces pero debo decir que he tenido bastante mala suerte. En mis cuatro primeras temporadas, siempre me caí. Seis veces, al menos. Hace dos años no la hice. Es una carrera donde hay que esquivar la mala suerte. Y yo no he podido hacerlo de momento. En cambio, tengo muy buenos recuerdos de esa prueba: El año que llegué al velódromo con Boonen y Cancellara logre un gran tercer puesto. Creo que esa fue mi mejor carrera. El año pasado, pude ser segundo y no sexto. Creo que fui el más fuerte con Cancellara y Hushovd. Tengo todas las cualidades necesarias para ganar. Es dura, pero quiero creer que la victoria será una realidad. Confío en mí.
¿Cambiarías tu victoria en De Ronde por ganar en El Infierno del Norte?
No. De Ronde es única, su recorrido me encanta. Y me va como un guante. Por contra, Roubaix es la historia del ciclismo. Entonces es lógico que le tenga ganas y que confíe en ganarla.
Tu victoria en De Ronde ’07 seguramente animó a muchos jóvenes ciclistas italianos a ir a esas carreras belgas. Sin embargo, a excepción de Puccio y Trentin, pocos disfrutan de estas pruebas. ¿Cómo lo explicas?
Hay corredores que llegan que son buenos. Se forman. Son pacientes. Cuando yo pasé a profesionales era más o menos maduro (24 años, ndt). Daniel Oss es aún joven pero ya se le ve bien en el pavés. Matteo Trentin es para mí uno de los mayores talentos de su generación. Le aportará cosas interesantes a Tom Boonen en el final de la carrera. También hay otros dos o tres, pero hay poco, debo reconocerlo. Venir a Bélgica da miedo. En Italia, cuando hablas de esas carreras entre los jóvenes, te miran con cara de asombro porque son pruebas muy alocadas y muy duras. Pero para mí son las mas bellas y divertidas, por supuesto con las carreteras empedradas hay caídas que no se pueden evitar. Pero a fin de cuentas, la selección se hace de forma natural. Cuando estás bien y te ves delante, todo te viene más fácil.