Los aficionados tendemos a catalogar los ciclistas según todo tipo de clasificaciones. Los de tal cantera, los que en Sub23 ganaron X prueba o los que leen antes de dormir. Uno de los métodos más utilizados, sobre todo a la hora de fantasear con magníficas temporadas futuras, es la de las “generaciones”. Una de las más importantes de los últimos años es la de 1988. Van Garderen, Sicard, Geniez, Navardauskas, Kump, Vanmarcke, Madrazo, Keukeleire… Y de todos ellos sobresale uno: Marcel Kittel. En su primer año como profesional consiguió 17 victorias. Poco más hace falta decir para presentar al Cohete de Arnstadt. Gracias al acuerdo con www.velochrono.fr, Kittel es otra de las entrevistas de lujo de Cobbles&Hills.

Marcel, ya has ganado tres sprints este año: una etapa en l’Étoile de Bessèges y dos en el Tour de Omán. ¿Cómo juzgas tú el inicio de temporada?

Estoy muy contento. Las victorias de Omán me dan mucha confianza, estoy muy contento de haber podido batir a excelentes corredores. Es un buen síntoma para las siguientes carreras.

En Omán superaste claramente a Mark Cavendish y André Greipel, algo que no había ocurrido en todo el año pasado. ¿Qué pasó?

Uno de mis grandes objetivos esta temporada es poder enfrentarme a los grandes sprinters lo antes posible. Ganarles a ellos me da hace aún más feliz. Estoy contentísimo de poder rivalizar con ellos. Además, siempre estoy perfectamente arropado por el equipo y creo que, poco a poco, estamos consiguiendo ser uno de los mejores equipos para los sprints.

Después de un increíble 2011, tienes mucha presión para este año. Eso ha podido atenazarte y sin embargos has levantado los brazos ya tres veces. ¿Es tan fácil?

¡No! (risas) Por supuesto que no. Requiere mucha preparación, mucho esfuerzo durante todo el invierno. Además ganar al sprint nunca se puede hacer sin un gran trabajo de equipo. En Omán comprobé que los chicos están en buenas condiciones, que pueden colocarme bien para el arreón final. En caso contrario, yo no puedo esprintar y ya está. Es de una importancia capital. Hemos trabajado bien, y ahora nos estamos divirtiendo.

¿Pero entonces no sientes la presión?

Por supuesto, ahora la gente me mira distinto. Ya no soy un ilustre desconocido. Pero no quiero presionarme, decir “debo ganar sí o sí” o cosas así. Eso sería peor. Evidentemente, tengo un poquito de presión, pero no me vuelve loco. Tengo el espíritu con el que empecé: comenzar una carrera pensando que daré lo mejor de mí mismo, y estar seguro de que al llegar lo he dado todo, sea cual sea el resultado.

También pudiste desmoralizarte cuando salió aquella historia de dopaje en la que tú estabas involucrado por error.

No es una situación fácil de digerir, la verdad. Pero ha tenido que ser así. He tenido muchísimos apoyos, del equipo, los compañeros, amigos, familia… Hice vida normal, me concentré en el ciclismo y traté de olvidar toda esa historia y de que no me importara lo que la gente pudiera pensar. Es obvio que no es sencillo. Pero bueno, debo aceptarlo. Ya pasó. Ahora debo mirar al futuro.

¿Cómo se explica que tu nombre estuviera en aquella lista?

Ya fui muy claro con eso en su momento. Fui a ver al Doctor Andreas Franke, que ha sido imputado en el caso, porque era obligatorio (era el medico oficial de la mayoría de las Federaciones Deportivas de Erfurt, NDT). Era un hombre de mucho prestigio, elegido por el Comité Olímpico. ¿Por qué no me iba a fiar de él? Ahora me dicen que dopaba a la gente. Bueno, eso es lo que me llegó por los titulares y la prensa. Felizmente, hemos podido probar que yo no tengo nada que ver con esa historia, porque no le veo desde 2008. No tengo nada que ver.

Has ganado también a las adversidades. 17 triunfos en 2011, tu primer año como profesional. Tres en lo que va de 2012, todas al sprint… Sin embargo, llegaste a profesionales con el cartel de rodador.

Cuando empecé a hablar con Skil – Shimano en 2010, hablamos de cómo me veía como corredor. Les dije que quería especializarme en la contrarreloj. La idea era esa; ser rodador, pudiendo orientarme en un futuro hacia las clásicas. Jamás pensé en los sprints. Luego, durante el invierno, después de las primeras concentraciones con el equipo, empezaron a hablarme de esa posibilidad. Querían que probara. Así que empecé a trabajar mi punta de velocidad. Y lo probamos en el Tour de Langkawi. Las dos primeras etapas me sentí un poco incómodo, pero luego gané la tercera. Hala, ya había ganado al sprint. Y luego, seguí.

Pero parecía impensable que un corredor como tú, que gana 17 carreras al sprint en su primer año en la élite, nunca hubiera brillado en esa especialidad en Sub23.

Bueno, en 2009 sí había ganado algunas cosas al sprint. Pero es diferente, y mis victorias más importantes eran siempre en contrarreloj. También la mentalización es muy diferente. No es para nada la misma forma de ver la carrera. Yo pensaba sólo como rodador, no como sprinter. Para ser un auténtico sprinter necesito evolucionar mentalmente. Ahora mismo estoy en pleno cambio. He encontrado el truco, me siento bien en este rol del pelotón. Me divierto. Es excitante. Siempre hay acción. Me encanta.

Pero, ¿realmente eres consciente de lo que has hecho el año pasado?

(Risas) Sí, bueno… Cuando empecé no tenía nada de presión. Tuve la suerte de hacer un gran calendario con el equipo. Y mi primera victoria, la de Langkawi, fue fundamental. Mentalmente sobretodo. Es muy importante, en particular para un sprinter. Le coges el gusto a ganar, y piensas “quiero hacerlo otra vez”. El año pasado llegó un punto a partir del cual estaba en una espiral en la que todo parecía fácil. Rebosaba confianza. Sabía que sin entrenaba y si me entendía con mis compañeros, ganaría o casi. Eso también da confianza al equipo para seguir trabajando así. Pero nunca habría imaginado llegar a tanto. A comienzos de 2011 el plan sólo era adquirir experiencia, profesionalizarme, y si se podía, ganar algo a finales de año.

En la Vuelta, su mejor victoria de 2011 © Fotoreporter Sirotti

Muchas cosas han cambiado en un año. Ahora por ejemplo, eres el mejor sprinter en la línea de salida de la París – Niza. Pero, ¿no es la Milán – San Remo el auténtico objetivo?

¡Para nada! Seguramente ni tome la salida. La Milán – San Remo no es un objetivo este año para mí. Hemos pensado que hay otros buenos corredores para esa prueba y creo que será Degenkolb el que haga de líder. Con el equipo hemos decidido de mutuo acuerdo no incluirlo en el programa de primavera. El primer objetivo del año es la París – Niza. Quiero ganar una etapa. Después analizaremos el resto del programa.

Y, ¿por qué está compuesto ese programa?

Aún no es seguro al 100%, pero en principio debería hacer Volta a Cataluña. También es posible que haga Tres Días de La Panne y Gante – Wevelgem. Y mi gran objetivo del año, el Tour de Francia, si conseguimos una invitación.

En esta París – Niza compartes equipo con tu compañero y amigo John Degenkolb. ¿No es peligroso un posible conflicto de intereses?

No, realmente pienso que no. Nos conocemos muy bien. Cada uno sabe lo que puede aportar al equipo. John sabe que yo esprinto en las llegadas llanas, y yo sé que él lo hace en los finales un poco más difíciles. Como pareja, nos podemos ayudar el uno al otro perfectamente. Es lo que haremos esta semana. No es un problema, es una ventaja.

Has ganado dos etapas en Omán, igual que Greipel. Cavendish mientras tanto ha ganado otras dos en Qatar. Poco a poco, parece que vosotros tres sois la cima del sprint mundial, y que vais a luchar este año y los venideros por demostrar quién es el mejor.

Todo sprinter lucha por ser el mejor del mundo, pero es difícil. Ni siquiera estoy seguro de que pueda haber un corredor por encima de los otros. Estos últimos años, Cavendish ha ganado varias carreras. Era y es aún el mejor sprinter del mundo. Pero creo que en la mayoría de las carreras Greipel y Cavendish no se van a cruzar, por lo que es difícil decir quién es mejor de los dos, quién es el más rápido. Un día gana uno, y al siguiente el otro. Por mi parte, espero poder ganar carreras donde ellos compitan. ¡Por supuesto que quiero llegar a lo más alto! Es un gran objetivo para mí, pero como ya he dicho, no soy de los que se meten presión. Las cosas vienen como vienen.


Esta entrevista a Marcel Kittel es fruto de la colaboración entre Cobbles & Hills y Velochrono.