Sólo cuatro meses separan el éxito más sonado de Arnaud Démare (Beauvais, 1991) en su etapa sub23, con aquel imperial sprint en la cuesta final de Rudersdal para llevarse el maillot arcoiris, del primer triunfo profesional en la Corniche de Doha ante buena parte de la elite de los sprints. La historia del corredor picardo vive a golpe de velocidad, y su eclosión con la FDJ-BigMat de Marc Madiot puede llegar mucho antes de lo que se esperaba para el ciclista más joven del pelotón WorldTour 2012. Démare repasa sus días en Catar y analiza el futuro más inmediato, con la vista en las clásicas de primavera.

Buenas Arnaud, ¿ha ido todo bien en Catar?

Francamente, es una buena carrera. Permite trabajar bien en unas buenas condiciones. Además, no hace mucho calor. Tuvimos también suerte con el viento, que tampoco fue excesivo. Fue un buen trabajo bajo el sol.

A pesar de ser un neo, ¿no piensas que quizás esta carrera no es precisamente la ideal para tu debut como profesional?

Me han propuesto diferentes carreras, y en Catar al menos estábamos seguros del tiempo que íbamos a tener. Sabíamos que ibamos a rodar bien y que habría un gran número de sprints. Ir allí ha sido una buena elección, y les traigo una victoria. Se puede decir que ha sido una preparación que ha ido bien.

Arnaud Démare, en el podio tras su triunfo en Qatar - (c) Karim Jaafar / AFP

¿Marc Madiot te ha animado a ir?

Sí, pero tampoco mucho. Mi perfil es el de sprinter para las clásicas. Sabía que había mucha gente en la carrera para preparar las carreras de un día. Todo eso me ha permitido aprender a conocerlos.

Antes de hablar del último día, hablemos del primero. El primer sprint, temías decepcionar…

Por supuesto. Sobretodo antes de la primera salida, sí, necesitaba volver a aprender. Aprender a rozarme. No había tenido un buen invierno y de golpe ibamos a 60 por hora. Tuvimos que pelear con los codos. Iba mal colocado. Cuando giré en la última curva, a un kilómetro de la llegada, iba 40º. Mickaël Delage me llevó hasta que terminé 11º. Me dije a mí mismo: ¡Guau! Había terminado en una buena posición y viendo que podía hacerle cosquillas a los primeros. Estaba muy contento de mi etapa, además no había sufrido mucho, estaba en forma, mejor de lo que me podía sentir en los entrenamientos. Me había encontrado bien, fue algo que me animó bastante.

También hay que decir que estábais más o menos en la misma situación: volver a encontrar vuestro punto.

Sí, pero yo soy neo, ¡neo! Hay mucho que aprender, cosas que aún no conozco y que los demás saben de sobra. Por ejemplo, en ciertos momentos es necesario guardar fuerzas, yo aún no sé identificar esos momentos, no tengo aún ese conocimiento. Es todo muy táctico, a veces no puedes hacer nada. Hay que evitar meterse tras el viento, tener todo calculado. Dormía en la habitación con Delage, hablé con Offredo, etc. Todas estas cosas me han permitido aprender mucho.

Hablabas de rozarse. En los amateurs hay algunos kamikazes, pero en los profesionales, ¿lo son todos?

No es lo mismo. Se rueda más rápido, es más intenso. Cuando te rozas, hay grandes empujones con los codos. Cuando te caes, hay que volver a ir. Da mucho miedo. Cuando hice séptimo el jueves, tuve un momento en el que me encontré entre dos manillares, uno a cada lado, a 50 por hora durante unos segundos…

Desconectáis la mente en esos momentos…

Sí, además es la adrenalina la que se hace cargo del cuerpo. No podía evitar pelearme por la posición así cuando quedan veinte kilómetros, pero cuando la llegada se acerca, las sensaciones se apoderan de tu cuerpo.

¿Cómo imaginabas estos sprints?

Pensaba que se rodaba rápido, que te rozabas con todo el mundo.

Más que en una Estrella de Bessèges, ¿no?

Eso es lo que me habían dicho los compañeros.

¿Has trabajado la aproximación de los sprints, la capacidad de llevar una velocidad elevada, justo en el momento clave? ¿Has comprado, por ejemplo, una moto para este fin?

Sí, me la compré en diciembre, pero sólo la he utilizado para una salida. Aún no he trabajado este apartado a fondo. Sobre todo he profundizado en la explosividad, la aproximación al sprint aún no. Me he dado cuenta que todo era cuestión de ir resguardado. Cuando estás bien protegido, rodar a 60 por hora no es problema. La cosa se complica cuando hay que remontar.

Démare alza los brazos en Doha.

¿Cómo te va con los compañeros de equipo? ¿Eliges tú la rueda, o son los movimientos del pelotón los que te llevan a la elección?

Lo discutimos entre nosotros, y es de esta forma de la que descubres las virtudes de cada uno. Un tipo como Offredo es muy fuerte para rodar con el viento, al lado de los mejores. Podrá ir contra el viendo durante un kilómetro y medio. Delage es, al contrario, más explosivo. Él me ayuda a remontar quince posiciones un 200 metros. Vamos conociéndonos poco a poco. Pero tampoco es cuestión de que si pierdo, puede ser por la culpa de algún otro. Hay que tener una confianza mutua. Hay que hablarse mucho, sobre todo en carrera, antes, después. Hay que reunirse siempre, sin parar.

La confianza de tus compañeros, ¿te la ganas o ellos te la dejan desde la salida?

Algo así me pasó. Tenía confianza en mí desde antes sobre todo desde el jueves. Comencé y ví que estaba bien. Además los vi sufrir por mí, cuando ves ese esfuerzo, es un gran voto de confianza para ti.

“Si yo cometo un error, aprendo de ese error para las siguientes veces”. Durante el Tour de Catar, hemos tenido la impresión, de que has pasado ese proceso muy rápido, progresando de un día al siguiente.

Sí, es muy raro. He tenido la oportunidad de hacer buenos los errores cada día que pasaba. El primer día vi que estaba bastante lejos. Que a falta de cinco kilómetros iba mal colocado y para remontar estaba perdido. No podía casi seguir la rueda de mis compañeros, no iba tan bien. Después, en la siguiente etapa, estaba sólo David Boucher, del equipo, delante, yo estaba mal colocado y sin darme ni cuenta, ya me encontraba en el segundo grupo. He podido aprender muchas cosas en poco tiempo: como colocarme a mí mismo antes de que se lance el sprint… Al día siguiente había comprendido como correr, y allí aún tuve un error. Era inútil ir entre los 20 primeros, cuando se estrecha todo sólo para los 10 primeros y ya se termina todo. Aún el jueves, ves que tienes más capacidades, pero frenas demasiado y diez de sobrepasan.

¿Esto es lo que te gusta? ¿La ciencia del sprint?

Sí, ya he comprendido las cosas. Con los amateurs no hay mucha táctica… sin embargo, a 50 por hora, si quieres remontar metes un diente más. En los profesionales, es la velocidad de las piernas la que hace que remontes.

Démare, durante una de sus pocas apariciones con el arcoiris de campeón del mundo sub23 con Nogent - (c) Ouest-France.fr.

Para ganar la etapa en Catar, has ido escondido a rueda de Mickaël Delage, una configuración que recordaba a aquella de tu título mundial de junior, con Adrien Petit…

Hacía todo lo posible por aguantar la rueda. Es verdad, cuando lo pienso… Estaba centrado completamente en él, veía como se reducía la distancia que nos separaba a la meta y la rueda de “Mika”. Estaba muy concentrado detrás de él. Confiaba en él al 100%. Se trata de estar juntos hasta el momento en el que hay que hacer diferencias. Cuando veo las imágenes, me digo: ¡guau, qué diferencia!

Has corrido de manera perfecta. En un sprint, casi todos tienen al menos un error. A veces más. El vencedor suele ser el que lleva el plan al pie de la letra. Mark Cavendish, por ejemplo, cuando se cayó ¿cometió un error?

Se ve que está en el momento de lanzarse, quiere ir y de golpe se cayó. Es un error, sí. Después hay que ver lo que habría sucedido si no se hubiera caído. Pero siempre hay cosas, que efectivamente, hay que tenerlas en cuenta. Siempre tienes una puerta, que hay que esperar que se te abra a tí mismo…

¿Cómo abrirtela a tí mismo? ¿Por el miedo que les generas al resto?

Ahora, ya soy un poco más conocido, es una buena cosa, sobre todo a este nivel. Hay una gran cantidad de buenos sprinters de los cuales algunos me han felicitado. Boonen o Farrar ahora me conocen. La próxima vez ellos no se dirán: ¿qué hace este aquí? Si nunca me hubiera metido, quizás seguirían pensando que nunca iba a ganar. Esto te permite que se abran esas puertas más fácilmente.

Objetivamente, hace falta ser malo, ¿piensas que podías ser capaz de serlo?

No es ser malo… Yo voy a lo mío, y si alguien me molesta… (Corta) No, no es cosa de maldad. Tengo una línea recta a seguir, si hay un obstáculo, me aparto. Bueno, si alguien hace algo que pueda ser peligroso, entonces sí, puedo comportarme mañ. Pero si un rival te toca el hombro, el codo, todo es parte del juego, siempre y cuando se mantenga dentro de las normas…

¿Te gustaría tener un tren a tu disposición?

No, en primer lugar quiero descubrirme, cada uno debe comportarse como se siente. No se lo que es cambio, un tren, pero lo que sí se, es que sin él, me ha ido de maravilla. Puedes avanzar lugares dentro del pelotón con gente que tenga fuerza.

Además hay que tener algo de suerte para ganar un sprint. El viernes lo has podido comprobar tú mismo…

La caída de Mark Cavendish, no sé si es de mala suerte, no sé si es el quien la causa. Él vió que debió pasar en ese momento, que respondió dos segundos más tarde y estaba perdido. Él fuerza y por eso se cae. No es mala suerte, es su culpa. Él se debió dar cuenta que se había golpeado… No podemos hablar de suerte en un sprint. Es una preparación la que encuentra una oportunidad. Siempre me han dicho eso…

Entonces, la próxima oportunidad cuál es, ¿Trofeo Laigueglia?

Bah… No es fácil, no tengo nada que hacer allí. Hay una subida de cinco kilómetros a unos treinta de meta. Hay que llegar para pasar. Para mí, esta será más una preparación para las clásicas. Después haré o París-Niza o Tirreno-Adriático. Sigo con le Samyn, los Tres Días a través de Flandes, Cholet, los tres días de la Panne. Hay tiempo para hacer buenos resultados.

Esta entrevista a Arnaud Démare es fruto de la colaboración entre Cobbles & Hills y Velochrono.