Hora de nuestras Sorpresas y Decepciones. Tras una Vuelta tan atípica. Tanto de los corredores que se han disputado la general como del recorrido, con una última semana prácticamente intrascendente, toca hacer balance.
SORPRESAS
Cristopher Froome (Sky): La sorpresa de la Vuelta. El keniano-britanico residente en Sudáfrica ha sorprendido a propios y extraños. Claro, que en corredores/deportistas que acaban contrato y no tienen asegurado su futuro son cosas bastante habituales. Ha subido como los mejores escaladores y ha contrarrolejeado como los mejores especialistas. Sin el trabajo de las primeras dos semanas no sabemos si le hubiese levantado la Vuelta a Cobo. Sin bonificaciones, sabemos que sí. Momentos impagables los que hemos vivido con Froome. Esos ataques de energúmeno total, como si el mundo se acabase al pasar la pancarta de meta y no hubiese mañana. Con un molinillo que deja a Armstrong y a Contador como unos Tony Rominguer de la vida. Grandes jugadas patrocinadas por Pepe Gotera y Otilia como ese sprint bajo la pancarta de 20 kms a meta en lugar de en el sprint especial.
Juanjo Cobo (Geox): Si en lugar de cántabro fuese de Dillon, Texas veríamos en unos años a Clint Eastwood dirigiendo la película de su vida, con Christian Bale de protagonista y Bruce Willis haciendo de Matxin. De estar a punto de dejarlo antes del Campeonato de España a ganar una Vuelta a España. Sin dudas ha sido el corredor más ambicioso de la prueba. El único que ha atacado de lejos con la intención de hacer daño y dando un autentico recital en la subida al Angliru. Con esa pinta de boxeador, no nos extraña que esos movimientos para muchos fuesen descabellados. Al final, le han dado la razón. Y ojo, que en la última semana tuvo de gregarios a dos tíos que suman más GT’s que el 99% de los equipos del pelotón profesional, con Dennis Menchov y Carlos Sastre.
Peter Sagan (Liquigas): El BICHO para Cobbles & Hills. Más BICHO que nunca. En su primera participación en una GT, no solo la acaba, si no que además se lleva tres etapas como si nada, incluida la del último día por las calles de Madrid. Cuando la fatiga tendría que hacer mella. Pero no sólo de victorias vive Peter Sagan. Lo hemos visto seleccionar la carrera en Le Cordal, rumbo al Angliru, hasta el punto de que Nibali le dijese “Chico, levanta el pie que me llevas con el gancho”. Lo vimos romper el pelotón junto a sus compañeros en el descenso rumbo a Córdoba, con un control de la bicicleta sacado de su experiencia en MTB, como se vió posteriormente el día de la rotondagate de Haro. Un fenómeno. De los que hacen época.
DECEPCIONES
Vincenzo Nibali (Liquigas): El squalo venía a repetir victoria y era el gran favorito para muchos. Las primeras dos semanas se le veía delante pero sin el punch necesario para dar un golpe sobre la mesa. Después lo vimos luchar por una bonificación intermedia y se nos encendieron todas las alarmas. Al puro estilo Contador y Samuel Sánchez en el Tour, luchando por 4 segundos en un sprint bonificado. Hasta que llegó La Farrapona y se quitó la mascara. Eso sí, nadie le puede negar la casta al siciliano e hizo todo lo buenamente posible para revertir la situación, en lugar de entregar la cuchara como muchos otros. Otro año será.
Joaquim Ródriguez (Katusha): “Espero que quiten las cronos, porque son el peor día que paso sobre la bicicleta”. Otra opción sería intentar mejorar en esa especialidad y no salir vencido de antemano. Venía a ganar la Vuelta y su gozo se fue al pozo tras 10 días. Luchando en todos los finales en cuesta, donde iba sacando más tiempo en bonificaciones que en tiempo real (de eso no se queja el amigo) llegó Salamanca y quedo a más de 3 minutos de Froome. El decía que sabía donde tenía que recortar ese tiempo, lo que no sabía era que las fuerzas le iban a abandonar. En su descargo decir que al menos lo intentó siempre que la carretera se empinó. Aunque sin suerte. Encima, para rematar su desastrosa segunda parte de la Vuelta, en Madrid perdió el maillot de la regularidad a favor de Bauke Mollema.
Igor Antón (Euskaltel): Sí, ha ganado una etapa. Ante sus paisano y en la vuelta de la Vuelta, válgase la redundancia, a Euskadi. Pero que el árbol no oculte el bosque. Desde la caída del año pasado cuando iba lanzado a por la Vuelta, su objetivo era sumar su primera grande. La primera semana ya no se le vio bien, aunque se nos decía que era porque había llegado corto de forma al inicio de la Vuelta. En San Lorenzo del Escorial parecía que iba mejorando y los más optimistas decían que en la 2ª semana daría un vuelco a la carrera. Por desgracia, y como suele ser habitual, no hubo mejora, sino que empeoramiento del rendimiento, hasta el punto de quedar totalmente descartado de la general y que el grupo le pemitiese meterse en algunas fugas para conseguir alguna victoria parcial. Hay que decir que, al igual que su equipo, lo intentó en varias ocasiones. Sin suerte. Hasta que llegó Bilbao y salvó la Vuelta. La suya en menor medida, la de Euskaltel totalmente.