Se acerca Paris – Roubaix, una de las citas más reconocidas del calendario por el aficionado ciclista fiel y el aficionado ciclista ocasional. Paris – Roubaix es una carrera especial y como tal merece un tratamiento especial, un tratamiento algo más exhaustivo que el normal, así que tras un primer análisis general desde Cobbles & Hills queremos huir del copia-pega que impera en estos días a partir de la tabla de sectores de la web de la carrera y dar un paso más. Para ello nos hemos basado en esos mismos datos repetidos una y otra vez que ya casi son conocidos de memoria. Longitud, catalogación y punto kilométrico. Y únicamente con esos tres parámetros creamos el Coeficiente C&H gracias a un simple algoritmo.

QC&H = 100 * l^2 * E^2 / (D – d)

paris - roubaix

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Un coeficiente que valora, y mucho, la longitud y dificultad del sector, pero que también tiene en cuenta la situación en carrera, la distancia a la que se encuentra del Velódromo de Roubaix. De este modo podemos analizar desde un punto de vista bastante más objetivo cuál es la importancia real de cada uno de los sectores que los ciclistas afrontarán el próximo domingo cuando atraviesen los caminos empedrados del Nord-Pas-de-Calais y que nos permite sacar conclusiones más que interesantes más allá del aumento de la dificultad y la importancia a medida que los ciclistas se acercan a la meta del Velódromo de Roubaix.

paris - roubaix

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Arenberg, más misticismo que importancia

Ya lo dicen los sabios del ciclismo, en la Trouée d’Arenberg no se gana pero sí puede perderse Paris – Roubaix. Muchos han sufrido las consecuencias de la infernal recta de 2.400 metros que en muchos casos abre la veda de la carrera. Ya sea por caída como Johan Museeuw en 1998 o por avería mecánica como Tom Boonen en 2011 no son pocos los mitos del ciclismo que han visto escapar la oportunidad de llevarse una victoria que bien vale una carrera en los adoquines del bosque más famoso del mundo del ciclismo. Su llegada es siempre un estímulo para el espectador, uno de los momentos más bellos de la temporada, pero en la práctica poca importancia acaba teniendo; su situación a casi 100 km. hace que no sea un punto especialmente relevante para la carrera a pesar de los tramos 4* de Wallers a Hélesmens y Hornaig a Wandignies situados estratégicamente para evitar reagrupamientos masivos.

Hornaig a Wandignies, inicio real de la acción

Arenberg es un símbolo y siempre lo será, allí es donde da inicio la Paris – Roubaix, la de verdad. No obstante, a efectos prácticos, la Trouée d’Arenberg no es sino el preludio del sector de Hornaig a Wandignies que ejerce de mediatriz de un primer tramo exigente de carrera que en 26 km. acumula más de 12km adoquinados de dureza media-alta antes de una rebaja de la dureza previa a la llegada de Mons-en-Pévèle.

Mons-en-Pévèle, un coloso sin continuación

De los tres tramos 5* que cuenta Paris – Roubaix es aquel con menor reconocimiento entre el aficionado, ni tiene nombre, ni tiene importancia. Su situación a 50km de meta sería ideal para lanzar la carrera y deparar más de una hora de lucha a muerte entre los grandes favoritos, pero sin embargo cuenta con un grave contra, no existe dificultad real tras él. Cierto que antes de su llegada los ciclistas afrontan el difícil sector de Auchy-lez-Orchies à Bersée, el tercer sector más largo del día que sumado a su dificultad hace que la carrera entre algo más seleccionada para que los equipos empiecen a jugar sus cartas. Pero su continuidad es nula, ya que a partir de ese momento no vuelve a aparecer un sector importante hasta que 20 km. después llega el sector de Cysoing à Bourghelles.

Le Carrefour de l’Arbre, juez con ayuda

Mucho se habla siempre de la importancia del Carrefour de l’Arbre. Allí llegan los mejores y se juegan la carrera. El Café de l’Arbre y las famosas barreras de las vías del tren son testigos año tras año de un espectáculo único sobre unos adoquines en que bien se lucha por seguir la aventura en solitario o dejar atrás a los rivales. Pero la verdadera dureza de este sector no es su simple naturaleza, sino su situación justo después el doble sector de Cysoing à Bourghelles y el sector de Camphin-en-Pévèle, más de 4 km. adoquinados de gran dificultad que empiezan 10 km. antes de la entrada al último sector de 5* y que son los que realmente hacen el ‘trabajo sucio’ para que finalmente el Carrefour de l’Arbre pueda ejercer un año más de juez de la carrera.

El Velódromo aguarda tras Le Carrefour de l’Arbre

Porque siendo realistas, todo aquel que sobrevive al último tramo estrella queda en disposición de luchar en el Velódromo… siempre que la carrera no se rompa, paradójicamente, en el asfalto. Los dos sectores de 2* restantes y el testimonial Espace Crupelandt de Roubaix catalogado con 1* no tienen entidad suficiente para conseguir que alguien capaz de salir del Carrefour de L’Arbre se apee del tren que le llevaría a una de las victorias más especiales a las que todo ciclista aspira.

La importancia de los sectores 4*

Mucho se habla de los tres sectores 5*, y con razón, en ellos están escritos la historia y las historias de la carrera, pero muchas veces tiende a olvidarse la importancia de los sectores 4*. Lo hemos comentado anteriormente pero nunca está de más enfatizar en la importancia de sectores como los de Wallers a Hélesmens y Hornaig a Wandignies que sirven para evitar reagrupamientos tras la Trouée d’Arenberg, Auchy-lez-Orchies à Bersée que tiene como función aligerar el gran grupo antes de la llegada de Mons-en-Pévèle, o el doble sector de Cysoing à Bourghelles y el sector de Camphin-en-Pévèle que separan el grano de la paja en el grupo que allí llegue y allanan el camino para que el Carrefour de l’Arbre dicte sentencia.