
Foto: © Susi Goetze
La Vuelta al País Vasco ha empezado con fuerza y nos ha traído una etapa inicial francamente entretenida. Alejandro Valverde ha ganado en Zierbena al sprint tras la descalificación de Óscar Freire por cerrarle contra la valla. Más allá de la justicia de la decisión, es un premio que Valverde, que fue de los ciclistas más activos de la jornada dentro de su loca huída hacia adelante, probablemente mereciera.
Como todos saben, Valverde se encuentra en una situación surrealista: mientras el TAS ha ratificado la sanción del Comité Olímpico Italiano, el murciano sigue corriendo y ganando carreras de primer nivel, sin que nadie sepa si va a poder correr en el calendario no italiano, si le van a sancionar dos años en todas partes o si Piti se comera los papeles de la sentencia y las cosas seguirán como si nada. El caso es que el todavía líder del Caisse d’Epargne coronó el último puerto de la jornada de hoy (Las Calizas, de segunda categoría) en cabeza junto a otros siete corredores: Intxausti y Velasco (Euskaltel-Euskadi), F. Schleck (SaxoBank), Gesink (Rabobank), Horner (RadioShack), Rodríguez (Katyusha) y Le Mevel (FdJ).
La subida al Alto de las Calizas y los diez kilómetros anteriores fueron un hervidero de ataques, muchos de ellos protagonizados por los hombres fuertes de la carrera. Fue como un espectáculo de fuegos artificiales. Uno de los pocos que no se mostró hasta coronar Las Calizas fue precisamente Valverde, que aguardó su momento tras el ataque final de Fränk Schleck y el exigente ritmo con el que Beñat Intxausti mantuvo a raya al pequeño pelotón durante la subida. Así se esculpió el grupo citado antes, que llegó a gozar de 20 segundos de ventaja, dilapidados por la desorganización en el tramo llano de los últimos diez kilómetros. Valverde y Purito, los dos máximos favoritos a la general, nunca colaboraron, quizá por miedo a facilitarle la carrera al rival, y su diferencia sólo aumentó durante la parte más revirada de la bajada.
Fueron cazados por un grupito de algo menos de veinte unidades en los que estaban el resto de grandes nombres de la carrera. Estaban todos menos Samuel Sánchez: el asturiano, que venía a ganar la Itzulia -la organización le dio el dorsal uno-, ha dejado al Euskaltel roto en su carrera, a expensas de lo que pueda hacer el prometedor Beñat Intxausti, que hoy ha estado fantástico pero nunca se ha visto en una de éstas. En el sprint, Freire salió a rueda de Rigoberto Urán (otro joven notable hoy) hacia la izquierda, con Valverde a su rueda. El cántabro siguió una trayectoria en diagonal hacia las vallas y, de forma progresiva y sin bandazos, fue dejando a Valverde sin espacio para adelantarle.
El murciano ya levantó el brazo para quejarse unos metros antes de la línea de meta. No estoy seguro de si podría haber adelantado a Freire y está claro que el triple campeón del mundo lo cierra, pero no aprecio ninguna maniobra ilegal en el sprint. Freire dijo en meta, antes de que los jueces le quitaran la victoria, que no vio a Valverde y que se fue hacia la izquierda por el viento presente en la recta de meta. ¿Hasta qué punto influyó el nombre de Alejandro Valverde como perjudicado en la decisión de los jueces? ¿Por qué han dejado a Freire como segundo clasificado, si a los descalificados se les coloca en la última posición del grupo en el que llegan a meta? ¿Será porque mañana tiene otra oportunidad para ganar y ponerse líder?
Polémica al margen, ojalá los protagonistas de la Vuelta al País Vasco, muy abierta todavía, mantengan esta línea durante toda la semana. La fiel afición vasca lo agradecerá.
David Vilares