Hace dos años, cuando Fabian Cancellara destrozó a Tom Boonen en el Kapelmuur, se llevó De Ronde van Vlaanderen y la París-Roubaix al mismo tiempo. Aquella exhibición se grabó a fuego en la memoria de todos sus rivales -¿cómo olvidarla?- de tal manera que cuando atacó, todavía lejos del velódromo más famoso del mundo, todos se hicieron cargo de que jugaba en otra liga. Como mucho, que se ocupase Boonen, que fue el que más le aguantó la rueda. Pero ni eso: Flandes llevaba a Roubaix.
En realidad sucede casi todos los años, pero en 2012 la desafortunada caída del campeón suizo vuelve a remarcar más de lo habitual la influencia de De Ronde sobre Roubaix. En ese avituallamiento se perdió el hombre más decisivo de todas las clásicas de los últimos dos años; el ciclista a través del cual, quedase más o menos cerca de la victoria, se explicaban todos los movimientos de carrera. En las piedras, todo el pelotón actúa en función de Fabian Cancellara, y justamente faltará en el día de mayor concentración de adoquines por kilómetro de todo el calendario. ¿Qué va a ser de la carrera sin él?
La conclusión inmediata es que Tom Boonen se queda para él solo la condición de máximo favorito, algo que incluso se discutía con el suizo todavía en liza. Tommeke es el único gran campeón que estará presente en la salida de Compiègne y tiene equipo, galones, costumbres y carácter para asumir la capitanía de la prueba. Está acostumbrado a seleccionar en primera persona las carreras, pero su velocidad en la llegada le posibilita para adoptar un rol más pasivo, como hizo en Flandes. Cancellara también se tendría que asegurar de llegar sin Boonen a rueda para ganar, con lo que en esto hay poca variación, pero es evidente que sin el suizo los posibles problemas del rubio de Mol se simplifican.
No sucede así con Filippo Pozzato, el que, tras Flandes, parece la gran alternativa de poder a Boonen, tal y como sucedió la última vez que el belga ganó en el velódromo (2009). Pippo es un llegador fenomenal. En un escenario en el que se jugase la victoria a solas con Cancellara, habría que apostar por la victoria del italiano. Pero no sucede lo mismo con Boonen. Para Pozzato, que el suizo no esté es una oportunidad menos para eliminar a Boonen, el peor compañero que podría tener para jugarse la victoria. Parece evidente decirlo con De Ronde tan reciente.
El caso de Ballan y Flecha, que conforman el escalón inferior, es distinto al de Pozzato. Su falta de velocidad les obliga a llegar en solitario, o casi, para poder ganar. La ausencia de Espartaco les aleja potencialmente de la posibilidad de una carrera rota, pero tampoco les perjudica notablemente. Si consiguen ganar, o bien lo harán por ser los más fuertes, o bien lo harán aprovechando una posible falta de vigilancia por su condición de outsiders. Y es evidente que sin Cancellara hay más probabilidades de que uno de los dos sea el más fuerte de la carrera.
Si hay algún ciclista que pueda atemorizar a Tom Boonen por llevarlo a rueda en el velódromo, ése es Peter Sagan. El chico maravilla eslovaco se acercaría más a la victoria cuanto menos exigente sea la prueba, o al menos eso nos dicta una lógica deportiva que tampoco sabemos si es del todo aplicable con Sagan. Para él, mejor no ver a ningún maillot con la bandera suiza enfilando al pelotón. En Roubaix también hay que tener en cuenta también los juegos colectivos, sobre todo tras la última edición. Quizá BMC sea el equipo con más posibilidades en ese aspecto, sin descartar del todo a Garmin y con Omega Pharma – QuickStep al margen, aunque Hushovd e Hincapie aún no se han presentado por la temporada 2012 y a Phinney no se le puede exigir nada.
Al final, la cuestión clave es quién romperá definitivamente la carrera el domingo. A priori, el que tiene más motivos para hacerlo es Pozzato. En Flandes, el que lo hizo fue Ballan, ayudado por Pippo. En Roubaix, probablemente lo haga el más fuerte. Como lo solía ser Cancellara; como se espera que lo sea Boonen.