Una vez que el Mundial de Geelong y Melbourne se ha convertido en otra página más de la historia del ciclismo, es tiempo para sacar conclusiones sobre las selecciones, su papel y otros aspectos que nos ha dejado esta cita. Al fin y al cabo, hay no pocos profesionales del ciclismo que viven por y para esta competición y de los que no tendremos la oportunidad de hablar hasta dentro de doce meses.

A la carrera de fondo en carretera se presentaban tres selecciones como favoritas: España, Italia y Bélgica. Las tres adoptaron consecuentemente su papel dentro de la ruta, pero huelga decir que ninguna de ellas se llevó el arcoíris. Al que menos hay que reprocharle es al equipo belga: los flamencos (Van Avermaet, Hoste, Leukemans) hicieron un gran trabajo para su líder valón, y éste se quedó a dos kilómetros de rematar. Es probable que Gilbert fuese el ciclista más fuerte del pelotón mundialista y su selección, la que mejor trabjó, pero sólo les sirvió para un quinto puesto. Nada que reprochar.


Italia, en el estreno de Bettini, amenazaba con zafarrancho de ataques para seleccionar la carrera, y así lo cumplieron. La liaron provocando el corte de 31 de Gilbert, Pozzato y cía., en el que metieron acompañando a Pippo a Nibali, Tosatto, Visconti y Gavazzi; es decir, a sus mejores ciclistas. El ataque postrero de Nibali perjudicó las opciones del grupo, tan favorable como se ve para los intereses de la azzurra. La carrera le iba muy bien a Italia, que había dejado a Gilbert solo con el primer movimiento de Nibali, y con tanto ataque estaban cambiando pragmatismo por onanismo ciclista.

Luego, en la última vuelta, sólo quedaba Pozzato, que primero se abrió de patas al intentar seguir a Gilbert y luego no pudo tocar metal en el sprint, sobre todo por su mala colocación. La actitud del Pippo durante la carrera es lo que peor sabor deja en Italia, porque ha vuelto a pasar desapercibido en una prueba en la que partía como favorito. A estas alturas, es posible afirmar que Pozzato nunca será un capo de los que determinan carreras; no es ese tipo de corredor. Aunque es buenísimo. El debut de Bettini, en fin, es bueno.

Peor funcionaron las cosas en la selección española. Corriendo siempre a la contra, con el despiste de los líderes en un momento clave de la carrera, sólo el trabajo de Carlos Barredo (también contribuyó Luis León corrigiendo su error) y la clase de un poco inspirado Freire salvan el papel del combinado de De Santos. Una de las mayores cuestiones alrededor del Mundial de España es la presencia de Samuel Sánchez en el nueve, después de que el propio De Santos insistiera en su participación. El asturiano nunca estuvo delante y trabajó poco cuando se escapaba el caballo; fue una actuación anónima.


España suma así seis Mundiales desde la última medalla de oro, con dos medallas de bronce entre medias. Estabamos mal acostumbrados por los cuatro triunfos en seis ediciones entre 1999 y 2004 (más el de Olano en Duitama, cuatro años atrás) y ahora se nos hace extraña esta sequía, que coincide con una de las mejores generaciones de la historia del ciclismo patrio. Por unas razones u otras, está claro que España lleva unos años sin correr bien, con honrosas excepciones como la mítica maniobra de Samuel en Salzburgo. Pero hay que contextualizar el asunto: los Mundiales son carreras extrañas y, por encima de todo, muy difíciles de controlar. No hay que cortar cabezas; hay que pensar en las debilidades del seleccionado en las últimas ediciones y trabajar con vistas al futuro De momento, Copenaghe no parece un lugar muy halagüeño.

Además de las evidentes loas al campeón Hushovd, hubo más notas positivas individualizadas en Geelong. Para empezar, el último campeón Evans, que defendió con mucho carácter su arcoíris y vendió cara la sucesión; la plata Breschel y su gregario Chris Anker Sörensen, dos que empiezan a ser clásicos en los puestos de honor mundialistas del último lustro y que tendrán un Mundial en casa en 2011; el trabajo de Jani Brajkovic para Grega Bole, que se desinfló en el sprint; las sensacionales prestaciones de la perla alemana del Rabobank, Paul Martens, aspirante a medalla cuando Gilbert iba en cabeza; o las presencias extrañas/exóticas en el grupo que se jugó la carrera, como Arashiro, Bazayev o Cardoso.

En el plano general de los campeonatos, habría que destacar también la sempiterna imbatibilidad de Cancellara en la contrarreloj, el dominio reciente de las italianas en la carrera en ruta o la victoria local en la carrera sub23, gracias a Michael Mathews en la carrera de los dos bronces. Estas son las cosas que nos deja un nuevo Mundial, un evento que podrá ser más o menos decepcionante pero que no tiene parangón a lo largo de la temporada ciclista.

David Vilares